miércoles, 14 de diciembre de 2011

Las Arenas-Santurtzi

En nuestro recorrido por la costa de Bizkaia, esta vez nos centramos en un trayecto corto, sencillo y urbano, cuyo atractivo está vinculado a algunas de las más poderosas imágenes relacionadas con nuestro pasado económico más o menos reciente. En la desembocadura de la ría, entre Las Arenas, Portugalete y Santurtzi, se reúnen elementos de la actividad industrial, comercial y pesquera del territorio, que tienen su más simbólico exponente en el Puente Colgante, uno de los iconos históricos y turísticos de nuestro entorno.

DISTANCIA: 2,5 kms 
            DESNIVEL: 0 m.
DIFICULTAD: Ninguna  0
VIAS: Urbanas, paseo marítimo
ACCESOS: Ida: Metro estación Areeta
 Vuelta: Metro Bilbao y RENFE estación Santurtzi. Bizkaibus A3115 y A3151
            ENLACES CON Serantes, Las Arenas-Algorta
            Más información:
            Getxo:  http://getxo.callejero.net/
            Puente Colgante: http://www.puente-colgante.com/
Guía Cartográfica de Bizkaia mapa 14



Nada más salir de la estación de Metro de Areeta giramos a la izquierda pata tomar la calle Mayor, una de las principales arterias de Las Arenas, y zona comercial siempre concurrida. Seguimos esta calle hasta el final en dirección a la ría, y desembocamos, cruzando la carretera general, en los jardines al pie del coloso de hierro, el Puente de Bizkaia, también conocido como Puente Colgante o Puente de Portugalete.

Llegando al Puente Colgante
VARIANTE: Por completar la ruta por la margen derecha, podemos dejar de momento el puente y continuar pegados al cauce de la ría hacia su desembocadura por el muelle de Evaristo Churruca, para salir al pequeño parque al que nos referimos en la entrada Las Arenas-Algorta. Si seguimos aguas abajo, recorremos el muelle de Churruca, en cuya punta nos situamos en el final mismo de la ría de Bilbao, con una magnífica vista sobre el estuario del Abra.  

La impresionante silueta del puente nos habla de la historia de Bizkaia desde hace más de un siglo, de su revolución industrial fundamentada en la minería del hierro, en la industria asociada y en el comercio, de la pujanza económica que duró otros cien años, de miles de trabajadores anónimos, de obras singulares, algunas de las cuales podemos admirar hoy. A mí el puente me sigue pareciendo algo soberbio, por cuya utilidad práctica entronca además con la vida diaria de mucha gente en las dos orillas.

Hoy en día presenta el aspecto renovado que le confiere el lifting con el que hace muy poco se le dio esa tonalidad rosácea que evoca una de las variedades del mineral de hierro, aspecto al que a algunos igual les cuesta algo acostumbrarse. Pero bueno, si queremos informaciones, datos y curiosidades de su historia, tenemos las páginas que arriba se indican –además de otras muchas fuentes-, y aquí nos dedicaremos a comentar nuestro trayecto.

Para cruzar la ría tenemos la opción tradicional de la barquilla, y la más turística de la pasarela peatonal que se instaló en 1.999, reformando la hasta entonces utilizada para labores de mantenimiento -aunque siempre nos queda la tercera vía del tradicional gasolino, que también tiene su gracia. Ni qué decir tiene que quien sufra de vértigo hará bien en optar por la primera, mucho más apacible. En los demás casos (o cuando alguien se vea envuelto en una embarcada de la que no pueda librarse, como fue nuestro caso), nos iremos a las alturas para disfrutar -venciendo nuestros reparos- de una panorámica única.

Para subir a la pasarela tenemos que acceder a la plataforma situada sobre la tienda de souvenirs, obviamente previo pago del billete correspondiente. Quede el lector advertido de que no se permite pasar sillas de niños, bicis o cosas similares, que habrá que cruzar en el transbordador. De aquí pasamos al ascensor acristalado, que remonta con lentitud exasperante unos 50 metros hasta la viga transversal.

Vista hacia el Abra
Abajo, la barquilla

A partir de aquí tenemos una pasarela de madera de unos 160 metros de longitud, con dos plataformas intermedias, que nos conduce a la orilla izquierda. El entablado deja perfectamente visible el lecho de la ría, y bajo nuestros pies vemos circular arriba y abajo el carro de rodadura con la barquilla al fondo, todo lo cual, junto con la sensación de estar suspendidos en el vacío, genera una impresión bastante potente, a pesar de encontrarnos protegidos por una especie de jaula. Naturalmente, las vistas son excepcionales: dominamos el Abra hasta Punta Galea por el norte, y el curso de la ría hacia el sur, con las localidades de ambas márgenes en toda su plenitud, Getxo, Santurtzi, Portugalete, Sestao, Erandio…hasta perderse en las montañas del interior.

... y aguas arriba

Y ya que una imagen vale más que mil palabras, traemos este video encontrado en la web, con un manejo de cámara algo discutible, pero muy exhaustivo:


Estamos ya en Portu, donde aterrizamos en zona siempre animada. Ahora iremos recorriendo la ría por la margen contraria a donde comenzamos, en dirección a su desembocadura. Vamos contemplando viejos embarcaderos -que en marea baja apreciamos colonizados por mejillones-, así como algunos severos caserones que recuerdan antiguos esplendores económicos.

Mareómetro en Portu
Unos minutos después nos encontramos con el mareómetro, que no es algo relacionado con los controles de alcoholemia, sino un curioso medidor de mareas, útil para facilitar la navegación. El ingenio tiene el valor que le da su larga historia, pero es en realidad menos extravagante de lo que puede parecer, porque existen en todos los puertos –aunque obviamente más modernos y sofisticados. 

Avanzamos unos pocos metros, y cuando finalizan los edificios, nos encontramos en un punto en el que todo lo que nos rodea tiene que ver con el mar, la navegación, el comercio, la pesca… A nuestra izquierda hemos dejado la prestigiosa Escuela de Náutica de Portugalete, junto a la que se muestran varias anclas y un pesquero protegido por una marquesina de madera; tras él, el parque de Peñota y el fantástico Palacio Oriol, reconvertido en hotel. Por la derecha, la ría recorre sus últimos metros hacia el estuario, flanqueada en esta orilla por el Muelle de Hierro, también llamado Paseo de la Punta. Al fondo, el viejo puerto pesquero y tras él, las múltiples grúas e instalaciones del puerto de Santurtzi.

Muelle de hierro
La construcción del Muelle de Hierro, a iniciativa del inevitable Churruca, tuvo importancia capital porque, no obstante su aspecto liviano, hizo posible la navegación ría arriba, anulando el peligro que suponía la famosa barra de arena donde embarrancaban muchos navíos.


Datos muy detallados de esta infraestructura podemos encontrar en este interesante trabajo: http://www.ciccp.es/ImgWeb/Castilla%20y%20Leon/Ingenier%EDa-Humanismo/Obra%20MiguelAguilo.pdf )

VARIANTE: El Muelle ha sido remodelado en los últimos años, y permite un agradable paseo de ida y vuelta (unos 2 kms. en total) con la impresión de estar caminando sobre las aguas, que nos rodean completamente. Desconocemos si actualmente es posible transitar por la parte inferior de la estructura, como antes de la reforma, prácticamente a ras de la lámina de agua, lo que incrementa la sensación descrita.

Giramos a la izquierda siguiendo el fondo de la pequeña dársena, y continuamos por el paseo marítimo, con las instalaciones del polideportivo de Santurtzi a nuestra izquierda. Nos vamos así aproximando al puerto de la localidad sardinera, cuyo aspecto ha cambiado de forma decisiva en las últimas décadas. Aunque continúan viendose numerosos botes amarrados, la instalación de pantalanes para embarcaciones deportivas ha modificado la personalidad del puerto, que ya apenas conserva su carácter tradicional en el último recodo, al abrigo del pequeño muelle donde se encuentra la Virgen del Carmen.

Puerto pesquero de Santurtzi
           Precisamente aquí finalizamos nuestro trayecto junto al mar. Quedan ya pocos de los clásicos pesqueros que antes atestaban los amarres, y el notable edificio del Hogar del Pescador se encuentra en fase de remodelación. Llegados a este punto, una buena opción es dar cuenta de algún pescadito asado a la parrilla al aire libre en el exterior del Mandanga, completado con una visita al pequeño muelle donde se ubica la patrona de los marineros.

            Por lo demás, Santurtzi nos ofrece también diversas posibilidades para redondear el paseo dominguero, con un pote en la Txitxarra o Capitán Mendizábal, o una visita por lo alrededores, el parque, su coqueto Ayuntamiento, la iglesia de San Jorge o la Casa-Torre, todo ello muy próximo entre sí, y a un paso de las paradas de Metro, RENFE y Bizkaibus, desde donde podemos emprender el regreso con toda comodidad.

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