martes, 25 de septiembre de 2012

Lezama-Bilbao

El Camino de Santiago entra en Bilbao por el que es quizá su acceso más clásico: desde el valle del Txorierri, por el viejo camino de Gernika y Bermeo. Por él se desarrollaba una intensa actividad comercial, servía de ruta a los apoderados que acudían a las Juntas Generales y también como vía de penetración de algunas incursiones durante las guerras banderizas, de lo que dan testimonio las diversas casas-torre que encontramos en el valle.

Considerada la teórica 7ª etapa del Camino del Norte o de la Costa, en tanto que tal etapa jacobea  resulta muy corta y sumamente sencilla, con un recorrido entretenido que nos permite llegar al botxo por un acceso actualmente inusual. Tras disfrutar de una excepcional panorámica sobre la villa, nos recibe la basílica de Begoña y las zonas altas del Casco Viejo, por donde alcanzamos el corazón de la villa.


DISTANCIA: 10,5 kms 
            DESNIVEL: 300 m. (60–360)
DIFICULTAD: Baja 6 (2-4-0) 
ITINERARIO: lineal   Inicio: Iglesia de Sta. María de Lezama  Final: Plaza de Unamuno
VIAS: Carretera, senderos, pistas de tierra, urbanas
ACCESOS: De Bilbao a Lezama Euskotren estación Lezama (última parada).
                 Bizkaibus A3223 (Bilbao-Larrabetzu)
Más información:
Artículo en el periódico Bilbao (página 2)
Guía cartográfica de Bizkaia mapas 24-25




Santa María de Lezama
La hermosa iglesia de Santa María de Lezama nos sirve de punto de partida. Tras ella emerge la silueta del Ganguren, cima principal de la cordillera que deberemos atravesar para llegar a nuestro destino. En la misma carretera BI-637, justo frente a la iglesia, encontramos una cruz de señales que nos indica el rumbo que tenemos que seguir: hacia el oeste, en dirección Zamudio, localidad de la que nos separan 2,8 kms.

Tenemos por delante un tramo completamente recto que hacemos por la concurrida carretera, paralelo al pequeño río Asua. Iremos viendo algunos viñedos y diversas desviaciones a distintos barrios, hasta llegar a la ermita del humilladero del Santo Cristo de Kurtzea (izquierda), que merece una breve parada para observarla de cerca. De aquí surge por la izquierda una carreterilla por la que llegaríamos al área del Vivero y que, según algunas fuentes constituiría el verdadero trazado del Camino. Pero por esta vez lo dejaremos estar.

Zamudio
Continuamos junto a sucesivos pabellones, entre ellos el ‘edificio Julen Guerrero’, y al fondo, tras una fábrica blanca, ya vemos las primeras casas de Zamudio. Es la típica imagen del Camino, cuando uno se aproxima por carretera a alguna zona urbana. Llegamos así a esta población, lo que no dejamos pasar sin dejar un recuerdo para el colega Aitor Sagasti, uno de los tipos con los que más risas he hecho nunca. Un abrazo enorme, tronko.

Es el momento de abandonar el trazado rectilíneo del asfalto y girar hacia el monte (ZAMUDIO). No hay dificultad alguna para encontrar dónde hacerlo: junto a la iglesia de San Martín (que cuenta con fuente, lo que puede ser importante) surge una desviación a la izquierda, señalada también con otra indicación (Bilbao 7 kms.), además, naturalmente, de las flechas amarillas que siempre nos guían. Tras la iglesia se encuentra la torre de Malpica, a la que también podemos echar un vistazo.

Ahora seguimos otra carretera pasando junto a un parquecillo y desembocando entre bloques de casas y los pabellones del polígono Pinoa, un parking y una amplia rotonda. Aunque el entorno se puede hacer confuso, el trazado de la calzada es muy evidente hacia el monte, así que tiramos recto para coger la primera y suave pendiente del día.

Paso sobre la autopista
El camino va subiendo con moderación, pasando junto a un par de caseríos y después por una zona despejada, con vistas a una ladera blanqueada por una enorme invasión de plumeros argentinos. Estamos ya junto a la autopista, que el camino tiene que superar por encima de los túneles, describiendo una curva. Al otro lado, un mojón nos indica que tenemos que girar a la derecha. Seguimos ahora por un camino de cemento, por donde vamos poco a poco ganando altura, con buenas vistas al norte, el antiguo seminario de Derio, la Paloma y las pequeñas elevaciones a su espalda.

Bordeamos un nuevo caserío para girar a la izquierda, donde hay una bifurcación. Encontramos una gran puerta metálica, y por la izquierda sale un sendero, que es el que tenemos que seguir. El camino, de tierra y piedrilla, se encuentra en bastante mal estado, sobre todo si ha llovido. En unos 100 metros el sendero se interna en un bosque, en lo que ya es claramente la auténtica subida hacia monte Avril. Según ascendemos, los eucaliptos van dejando paso a robles y pinos; el entorno es fresco y agradable, y la pendiente, muy llevadera.

Camino por el bosque
Finalmente, salimos de nuevo a camino asfaltado, con un vallado por la derecha. Por esta zona, empezamos a tener varios regatos que bajan por la ladera, y las vistas al norte son cada vez más amplias, distinguiendose los poderosos perfiles de Jata y Sollube. El tramo, casi recto y de muy suave desnivel, desemboca en la CARRETERA BI-3732 al Vivero, donde giramos a la izquierda.

Tras unos pocos metros de asfalto, debemos cruzar la carretera, donde otro mojón nos encamina de nuevo hacia senda montañera. Enseguida tenemos a la vista la fina antena de monte Avril, y en la siguiente bifurcación (donde se suelen acumular escombros) las flechas nos llevan de nuevo a la derecha. En un último y corto repecho llegamos por fin, tras atravesar una puerta, al punto más elevado del recorrido (MONTE AVRIL), donde también encontramos un panel informativo. Un mugarri nos indica que abandonamos Zamudio y nos adentramos en Bilbao.

Señales en Santa Marina-Monte Avril
No estamos exactamente en Monte Avril (que es la cima con la antena que tenemos muy próxima), sino en el parque forestal de Santa Marina, a donde hemos accedido por el llamado ‘camino de los zamudianos’, como no podía ser de otra manera. Tras la ascensión, tenemos bancos y amplias campas para reponer fuerzas y descansar un rato. Entre los árboles observamos ya la cordillera del Pagasarri que cierra Bilbao por el sur, con el Ganeko despuntando por detrás.

Bilbao y montes al oeste
A partir de aquí todo será bajar. Tomamos hacia la derecha la pista a la que hemos llegado, pasando junto a un depósito de aguas hasta una nueva puerta, a la derecha de la cual se encuentra el conocido restaurante LEÓN. En el amplio parking tomamos el camino de la izquierda, que desciende entre un grupo de casas y pasa más adelante junto al chalet Meazabal (derecha) y el edificio del Sagrado Corazón (izquierda). Ya tenemos una soberbia vista de la villa, con la ría, los correspondientes iconos arquitectónicos y los montes que por el sur y el oeste le sirven de poderoso telón de fondo.

Atravesamos la pasarela que salva la autopista y descendemos por una especie de plazoleta para, dejando a la izquierda un colegio, tomar la calle que continúa recta según venimos. Ya estamos en el casco urbano, concretamente en el barrio de Arabella, y lógicamente podemos ya tomar el rumbo que nos apetezca; pero uno cree que el Camino se debe seguir exactamente por donde discurre, así que nos mantendremos fieles a las flechas amarillas.

Begoña, desde las escaleras
Descendemos por ATXETABIDEA, dejando por la izquierda la vistosa fachada azul de la llamada Casa de las Aguas, para girar después a la izquierda y salir a la carretera de Santo Domingo, por la que seguiremos bajando unos cuantos metros. En un cruce tenemos que seguir de frente para tomar una escalerita que nos conduce directamente junto a la basílica de BEGOÑA. A uno el edificio que alberga la Andra Mari ‘Bizkaiko zaindari’, como dice la canción, le trae una extraña mezcla de recuerdos y sentimientos que al final genera una especie de empanada no del todo grata.

De la puerta principal de la iglesia descendemos por la calle que sigue de frente, con algunas cruces de piedra por la izquierda. Llegamos así al castizo barrio de La Cruz, junto a las instalaciones deportivas de MALLONA (donde algunos hemos metido horas a saco), con el parque de Etxebarria por la derecha. Por cierto, que alguien debería decir a los del Instituto Municipal de Deportes que cambien esos letreros rojos tan feos y cantosos, que son como un puñetazo (o algo peor) en los venerables muros del recinto deportivo –por cierto, un antiguo cementerio.

Calzadas de Mallona
De aquí, buscando siempre la máxima pendiente, pasamos junto al ascensor del metro y nos disponemos a descender la escalinata de las Calzadas de Mallona, que es uno de mis rincones favoritos de Bilbao: una increíble bajada que podemos hacer por la escalera o por el empedrado de la derecha (ni se os ocurra con suelo mojado), introduciendonos poco a poco en el Casco Viejo, mientras vamos contemplando viejos caserones, insólitos puentecillos y severos muros llenos de historia.

Casi al final de las escaleras el peregrino dispone de un punto de información (excelente idea cuando se llega a una ciudad) y, tras dejar a la izquierda el edificio del Museo Arqueológico –vieja y muy curiosa estación de tren, que iba precisamente a Lezama-, desembocamos en la plaza de Unamuno, donde damos por finalizada nuestra ruta. Por cierto, muy cerquita de donde se encontraba el ‘portal de Zamudio’, que ahora da nombre a una calle, lo que evoca también la importancia histórica del camino que hemos recorrido.

Como hemos dicho, aparte del atractivo y variedad de los paisajes, el itinerario tiene el interés de acercarnos a lugares que rara vez visitamos y sobre todo, combina en un cómodo paseo la especial atmósfera que siempre envuelve a la ruta jacobea con la sensación de transitar por caminos que han sido testigo de siglos de la historia de Bilbao y Bizkaia.


lunes, 17 de septiembre de 2012

Ecoparque de Trasmiera: cosas bien hechas... y algunas, no tanto

El Ecoparque de Trasmiera es una iniciativa del ayuntamiento de Arnuero para dar a conocer la riqueza natural, cultural y paisajística de los cuatro pueblos que lo componen: Soano, Isla, Castillo y el propio Arnuero. Para el que no se sitúe, es una franja costera que se adentra en tierra unos 4 kms., al oeste de Noja.
En varias ocasiones hemos incluido en el blog rutas por este interesante entorno (Coto Aro, Cincho, Acantilados de IslaMarisma de Joyel y alguna más). Es una extensión amplia y realmente atractiva, que ofrece algo de monte, playas, interesantes núcleos históricos y un sinfín de caminos para pasear tranquilamente. Y, sobre todo, variados y espectaculares paisajes donde se encuentran el mar, las rías y apacibles zonas rurales.
Tenemos oportunidad de conocerlo en una vistosa y cuidada página web que nos presenta sus múltiples recursos, y en la red pueden verse además algunos videos promocionales que nos incitan a visitarlo, como el que reproducimos a continuación:

El material, tanto digital como en papel, incluye seis recorridos por distintas zonas, con lo que ya entramos en nuestro terreno.
El diseño de las rutas puede resultarnos más o menos apetecible, dependiendo de las preferencias de cada cual; pero creo que lo que es muy claramente mejorable es la señalización. Un simple mapa turístico (aunque esté bien presentado) no es en muchos casos suficiente para seguir un trazado que a veces abarca áreas relativamente extensas. Y las señales que habitualmente encontramos proporcionan una información en general escasa, además de estar colocadas sin mucho fundamento.
Flecha del ecoparque
Los caminos que surcan el Ecoparque se prestan bastante a la confusión: los más naturales (Acantilados, o parte de la ría de Castellanos) porque hay senderos poco marcados, seguramente por ser escasamente transitados; y los vecinales asfaltados, porque conforman una maraña que se entrecruza en diversas direcciones, en zonas donde tampoco tenemos muchas referencias. De esto se deduce que, aunque no sea fácil perderse durante mucho tiempo, sí es probable que, de no conocer bien los caminos, dediquemos algún tiempo a dar algún rodeo innecesario.
Por otra parte, es obvio que la mayoría de potenciales usuarios de estas rutas serán visitantes ocasiones o veraneantes, es decir, gente por lo general poco aficionada a investigar senderos o hacer ejercicios de orientación, que lo que quiere es dar un paseo y conocer el entorno sin meterse en aventuras o perder demasiado tiempo.
Lo cual nos conduce a que, tanto por las características de la zona como por las de su público objetivo, se necesitaría una señalización bastante más afinada.
Lo hemos dicho en varias ocasiones: no se precisan grandes inversiones y menos aún alardes de cartelería. En las cercanías tenemos dos ejemplos inmejorables de marcación de caminos discreta y de colocación impecable:
Marca en el Buciero
  • el Buciero de Santoña, que utiliza las tradicionales marcas de pintura, complementadas con algún panel al inicio de los recorridos –por otra parte, realmente complicados en algunos puntos
  • y Montehano en Escalante, con una combinación -hasta algo excesiva- de flechas con tiempos y distancias, postes y marcas, todas ellas perfectamente situadas.
Poste en Montehano










Baliza de Peñas Negras
Son dos opciones diferentes pero igualmente válidas. Por poner de nuestra parte, añadiríamos una más: el sistema de balizas, enormemente eficaz si se colocan bien, que luce en las rutas de Peñas Negras (Montes de Triano cerca de Barakaldo, para los foráneos).
En mi opinión, esta última opción podría ser la más adecuada para la zona, pues permite buena visibilidad tanto en las zonas más agrestes como en los caminos asfaltados, no perjudica el paisaje, y además es barata y de fácil mantenimiento.


Pero, sea como fuere, no hace falta nada más. Con esto se facilitaría el trayecto a los visitantes y por lo mismo resultaría aún más apetecible dedicar algo de tiempo a conocer esta hermosa comarca.

¿Bueno, pero qué demonios hace estos tipos de ibilkat dedicando una entrada de blog a semejante chapa sobre postes y señales? Pues resulta que, tras haber pensado unas cuantas veces en el tema mientras recorríamos estos entrañables caminos, nos ha sido completamente imposible dirigirnos de ninguna forma al Ecoparque ni al ayuntamiento de Arnuero para dar nuestra opinión. ¿Torpeza por nuestra parte no haber encontrado una dirección de correo, un foro o lo que sea? Es probable. ¿Defectillo de comunicación de los servidores públicos? Hummm... puede que también.

Sea como fuere, utilizamos nuestros medios para transmitirlo a quien le interese o importe. Y, eso sí, con marcas o con flechas, o sin nada de todo ello, ya estamos locos por volver a recorrer tan fantásticos paisajes como estos de aquí al lado.
 


lunes, 10 de septiembre de 2012

Embalse de Oiola

El barranco del Cuadro separa las cimas de los montes de Triano de las zonas más humanizadas y de perfiles más suaves donde antaño se concentró la mayor parte de la actividad minera de la comarca.

El embalse de Oiola, construido a principios de los años 60 del siglo pasado, recoge las aguas de esta pequeña cuenca, conformando con las cumbres cercanas, los vestigios de la minería y el entorno rural, un variado y reconfortante paisaje que podemos recorrer en una ruta sencilla y cómoda.

DISTANCIA: 6,2 kms 
            DESNIVEL: 140 m. (465–323)
DIFICULTAD: Muy Baja 3 (1-2-0) 
ITINERARIO: circular   Inicio y final: La Arboleda
VIAS: Camino asfaltado y senderos de tierra
ACCESOS: De Bilbao a Trapaga por la A-8 y N-634. En el centro del pueblo se gira a la izquierda hacia La Arboleda por la BI-3755. De aquí se toma la carretera a la izquierda del pueblo, en ascenso hasta el cementerio. A Trapaga, también en Bizkaibus A3144, A3336 y A3337 y RENFE línea C2 estación de Trapagaran. De aquí a Larreineta se puede tomar el funicular de La Escontrilla, y de aquí a La Arboleda el bus A-2220.
Más información:
Guía cartográfica de Bizkaia mapa 23



El pintoresco barrio de Zugaztieta-La Arboleda es un antiguo poblado minero situado en un lugar privilegiado del entorno montañoso de Triano-Galdames. Nada queda de la intensa actividad industrial y la extrema dureza de las condiciones de vida de épocas pasadas, y hoy en día este pequeño núcleo es destino de esparcimiento dominical, rodeado de amplios y espectaculares espacios verdes que la naturaleza ha ido recuperando.

Cementerio de La Arboleda
Partimos de la plazoleta junto a la iglesia de Santa María Magdalena, que abandonamos por la izquierda según miramos al kiosco, para tomar una carretera asfaltada que sube con moderada pendiente. No abandonamos esta dirección, prácticamente en línea recta, hasta llegar al CEMENTERIO –los más perezosos pueden llegar hasta este punto en coche, donde se puede aparcar sin problemas. Aquí nos sorprende la sugerente decoración de su tapia exterior, con un bonito mural a base de árboles bajo el rótulo de ‘El bosque del cielo’, que sirve para sustituir por sosiego el punto tétrico de estos recintos.

Ahora tenemos que rodear el cementerio por el lado derecho, para salir a un camino, junto a una verja y una alambrada, donde giramos a la izquierda, guiados por una baliza azul de las rutas de Peñas Negras. Vamos descendiendo entre algunos caseríos y chabolas diseminados, animales (sobre todo, caballos) que pastan en las campas, y la zona rocosa en que se asienta el camposanto. Pasamos un par de curvas con vistas sobre la antena del Mendibil y los montes de Triano. También atisbamos no muy lejos el embalse hacia donde nos dirigimos.

Descenso hacia La Gorriga
Sin tomar ninguna desviación, dejamos por la derecha una charca entre arbolado y continuamos descendiendo con decisión, siempre hacia el Este, hasta alcanzar (izquierda) un caserío de piedra de buen tamaño, llamado LA GORRIGA, aunque el topónimo (también escrito con acento, así como Lagorriga o Lagorriaga) es más conocido por lo que veremos un poco más adelante.

VARIANTE:  Podemos seguir por la derecha en bajada para echar una primera ojeada al embalse, que enseguida tenemos a la vista. Pasamos junto a una caseta pegada a un arroyo y después por una amplia curva. El camino se interna a continuación en una especie de trinchera y de inmediato nos encontramos junto a la orilla oeste, con una muy bonita panorámica. Hay que advertir que pocos metros más adelante se encuentra el pequeño grupo de casas llamado El Pedernal, donde podemos encontrarnos con perros sueltos, como comentamos al final.

Giramos a la izquierda, tomando un sendero de tierra en ascenso, donde de nuevo vemos los postes azules de antes. Tras un breve repecho, describimos una curva a la derecha y salimos a una pequeña explanada verde que resulta algo chocante en zona de perfil tan ondulado. Por lo visto, en este lugar -que recubre una antigua escombrera- tienen lugar a mediados de septiembre (es decir, ya mismo) las fiestas de La Gorriga. Parece ser que son bastante concurridas y muy conocidas por estos lares, aunque a los de fuera nos resulte algo sorprendente, tratandose de un lugar tan apartado. De hecho, se suelen ver aquí restos de algunas instalaciones, bancos y mesas, un pequeño escenario, etc.

Explanada
Por la izquierda de la explanada, según hemos llegado, surge un sendero también balizado, por el que podemos recorrer la orilla norte del pantano, aunque optaremos por otra posibilidad.

VARIANTE:  El camino hay que buscarlo en un pequeño arbolado, siguiendo los postes azules. En un primer momento puede no ser fácil encontrar el paso, pero fijandonos un poco, tampoco hay posibilidades de pérdida. En cuanto tengamos un sendero con un vallado por la derecha, estaremos en el buen camino.

La alternativa anterior es la opción más cómoda, pero exponemos a continuación la que nos parece más atractiva. Dejamos por la izquierda el arbolado para seguir unos metros de frente, y salir así a lo alto de las despejadas y redondeadas laderas que caen hacia el embalse, sobre el que ya tenemos una amplia y vistosa perspectiva, que seguramente compartiremos con algunos pescadores y animales que pastan en las cercanías. Enfrente, las amplias campas y el tupido bosque de coníferas del Burzako, y las sucesivas cumbres de Triano (todas ellas) hacia el oeste.

El embalse desde la ladera
Vamos así ladeando sobre las verdes pendientes, que cada vez adquieren mayor inclinación, por lo que es necesario andarse con cuidado para no caer rodando hacia el agua. El estrecho sendero se va haciendo intermitente, y vamos superando sucesivos entrantes y salientes. Hay que insistir en que este tramo, aunque no entraña peligro real, puede llegar a hacerse algo engorroso, y si queremos abandonarlo tendremos que trepar por la alambrada de la izquierda, por lo que conviene pensar antes por dónde queremos ir y, en su caso, tomar desde el principio la variante anterior.

Paso en la alambrada
Llegamos finalmente junto a un evidente paso en el vallado, con una especie de escalera sobre una roca. Aquí finalizamos la travesía ribereña y nos adentramos en un pasillo alfombrado en verde y prácticamente horizontal, que avanza en dirección sureste –y que es el mismo que arrancaba de la explanada, si hemos seguido la variante. Estamos en el antiguo trazado del ferrocarril minero de la compañía Luchana Mining, que descendía hacia El Regato para salir después hacia un cargadero en la ría. La interesante historia de esta infraestructura podemos verla en la página arriba indicada.

O sea, que estamos en una vía verde, y nunca mejor dicho, aunque no aparezca designada como tal de forma oficial. Seguimos por ella en un apacible paseo hasta llegar a la altura de la coronación del embalse, junto a una caseta en ruinas, donde surge un minúsculo sendero que desciende hacia la presa (aunque no lo podemos asegurar, creemos que no se puede acceder al muro, por lo que igual no merece la pena bajar).

Muro del embalse
El desnivel que salva la presa es de más de 40 metros, y desde la altura en que estamos (unos 20 m. más) apenas podemos ver el fondo del barranco, donde el arroyo Oiola recoge el poquito caudal que le llega del aliviadero. El pantano se construyó para el abastecimiento de las poblaciones próximas, y en ese menester ha sufrido varias incidencias. Permaneció cerrado durante bastante tiempo por la aparición de metales pesados, y volvió a abrirse en fechas recientes, para clausurarse de nuevo por la detección de elementos tóxicos, con la consiguiente polémica que todavía perdura.

Por cierto que, por lo que hemos investigado por ahí, el nombre correcto es el de Oiola, y no Loiola, como se le llama con frecuencia, incluso en la Cartografía de Bizkaia.

Cantera cerca de Arnabal
Continuamos nuestro periplo, siempre en dirección Este, y empezamos a disfrutar de una hermosa vista sobre la sierra de Sasiburu, por delante del oscuro perfil del Ganeko y Gallarraga. Poco más adelante descubrimos al fondo una pared rocosa que, flanqueada por el arbolado, evoca la imagen de una montaña alpina. Se trata en realidad de una vieja CANTERA, en una especie de collado hundido entre diversas elevaciones, donde asoma entre los árboles la punta del cercano pirulí del Mendibil. El camino continúa por la derecha, en ligero descenso en dirección a El Regato, por donde discurre la ruta de los pantanos cuyos postes nos han acompañado hasta ahora.

Estamos en la periferia de la zona minera de Arnabal, a cuyos paisajes lunares podríamos acceder subiendo por un sendero en dirección a la torre, enlazando así con el recorrido descrito en Mendibil.

Pottokas en Las Barrietas
Aquí –tras cerca de 1 km. de tramo casi recto- giramos a la izquierda 180º para tomar otro camino, en ligera subida y prácticamente paralelo a la vía verde anterior, por el que iniciamos el retorno. Con nuevas perspectivas sobre los paisajes que antes fuimos dejando atrás, nos aproximamos al barrio de LAS BARRIETAS (Olabarrieta), como todos los de la zona, de origen minero, y reconvertido a la agricultura y especialmente a la ganadería, como dejan claro los numerosos tipos de rumiantes que en adelante nos iremos encontrando.

Panorámica del camino
Pasados los caseríos, salimos a terreno despejado, con amplias y rasuradas campas que recuerdan a la zona del Argalario y Bitarratxu, y en el siguiente cruce tiramos a la izquierda, dejando por la derecha el camino que claramente se dirige al Mendibil. Desde aquí se aprecia muy bien una parte del camino recorrido antes, desde la bajada del cementerio hasta la explanada de La Gorriga.

Ya en descenso, atravesamos otro pequeño grupo de casas. Para volver al cementerio, hay que torcer a la izquierda justo al final del caserío, aunque también podemos atajar siguiendo recto, para salir directamente a la carretera que baja hacia La Arboleda.

Nada mejor que este paseo para abrir el apetito, y darnos un homenaje en este encantador barrio, del que hemos cantado tantas excelencias que el Ayuntamiento de Trapaga se debería plantear seriamente remunerarnos como es debido.

Inadmisible: perros sueltos

Como somos un poco contestatarios, solemos aprovechar de vez en cuando para tirar algunos dardos, en especial contra las distintas administraciones públicas, a veces por plantear absurdos proyectos faraónicos, y muchas otras por su desidia y cretinez en lo que se refiere a los espacios naturales. Pero hoy el repaso les toca a ciertos particulares.

Supongo que a todo senderista le ha tocado alguna vez verse sobresaltado por algún perro procedente de huertas o caseríos, en especial si transitamos por zonas apartadas. Es normal y hasta cierto punto no pasa nada.

Pero en un paseo por la zona a la que nos referimos hoy nos tocó sufrir algo que ya traspasa la línea de lo admisible: concretamente en las cercanías de la barriada del Pedernal (ver primera variante), encontrandonos en un camino público, surgieron desde lejos cuatro o cinco perros enormemente agresivos, que salieron disparados hacia nosotros desde una o varias casas, acosandonos enloquecidos hasta obligarnos a abandonar el lugar. Insisto en que estábamos en un camino público y a más de 50 metros de las viviendas. El susto fue de órdago, y sólo manteniendo la calma –no sé cómo- evitamos consecuencias mucho más graves. Me ahorro comentar lo que dije y pensé acerca de los animalitos y sus dueños, para que no me cierren el blog.

Esto no se puede tolerar, y el único motivo para no denunciarlo fue la nula confianza en que ninguna autoridad fuese a hacer nada al respecto. O sea, por no perder el tiempo, y encima en una gestión tan poco grata y en sitio aún menos apetecible, como puede ser una comisaría de lo que sea.

En una digamos charla-discusión con otro vecino –precisamente en otra parte del mismo recorrido-, nos decía que los perros están para marcar, y lógicamente hacen su trabajo achuchando un poco al extraño que se acerca a las casas. Pero lo no hay por qué soportar es que los bichos campen por sus respetos, sueltos y fuera de las fincas, invadiendo caminos de uso público por los que todos tenemos derecho a pasar.
Así que dicho queda, bien clarito, para quien pueda sentirse aludido.