martes, 25 de septiembre de 2012

Lezama-Bilbao

El Camino de Santiago entra en Bilbao por el que es quizá su acceso más clásico: desde el valle del Txorierri, por el viejo camino de Gernika y Bermeo. Por él se desarrollaba una intensa actividad comercial, servía de ruta a los apoderados que acudían a las Juntas Generales y también como vía de penetración de algunas incursiones durante las guerras banderizas, de lo que dan testimonio las diversas casas-torre que encontramos en el valle.

Considerada la teórica 7ª etapa del Camino del Norte o de la Costa, en tanto que tal etapa jacobea  resulta muy corta y sumamente sencilla, con un recorrido entretenido que nos permite llegar al botxo por un acceso actualmente inusual. Tras disfrutar de una excepcional panorámica sobre la villa, nos recibe la basílica de Begoña y las zonas altas del Casco Viejo, por donde alcanzamos el corazón de la villa.


DISTANCIA: 10,5 kms 
            DESNIVEL: 300 m. (60–360)
DIFICULTAD: Baja 6 (2-4-0) 
ITINERARIO: lineal   Inicio: Iglesia de Sta. María de Lezama  Final: Plaza de Unamuno
VIAS: Carretera, senderos, pistas de tierra, urbanas
ACCESOS: De Bilbao a Lezama Euskotren estación Lezama (última parada).
                 Bizkaibus A3223 (Bilbao-Larrabetzu)
Más información:
Artículo en el periódico Bilbao (página 2)
Guía cartográfica de Bizkaia mapas 24-25




Santa María de Lezama
La hermosa iglesia de Santa María de Lezama nos sirve de punto de partida. Tras ella emerge la silueta del Ganguren, cima principal de la cordillera que deberemos atravesar para llegar a nuestro destino. En la misma carretera BI-637, justo frente a la iglesia, encontramos una cruz de señales que nos indica el rumbo que tenemos que seguir: hacia el oeste, en dirección Zamudio, localidad de la que nos separan 2,8 kms.

Tenemos por delante un tramo completamente recto que hacemos por la concurrida carretera, paralelo al pequeño río Asua. Iremos viendo algunos viñedos y diversas desviaciones a distintos barrios, hasta llegar a la ermita del humilladero del Santo Cristo de Kurtzea (izquierda), que merece una breve parada para observarla de cerca. De aquí surge por la izquierda una carreterilla por la que llegaríamos al área del Vivero y que, según algunas fuentes constituiría el verdadero trazado del Camino. Pero por esta vez lo dejaremos estar.

Zamudio
Continuamos junto a sucesivos pabellones, entre ellos el ‘edificio Julen Guerrero’, y al fondo, tras una fábrica blanca, ya vemos las primeras casas de Zamudio. Es la típica imagen del Camino, cuando uno se aproxima por carretera a alguna zona urbana. Llegamos así a esta población, lo que no dejamos pasar sin dejar un recuerdo para el colega Aitor Sagasti, uno de los tipos con los que más risas he hecho nunca. Un abrazo enorme, tronko.

Es el momento de abandonar el trazado rectilíneo del asfalto y girar hacia el monte (ZAMUDIO). No hay dificultad alguna para encontrar dónde hacerlo: junto a la iglesia de San Martín (que cuenta con fuente, lo que puede ser importante) surge una desviación a la izquierda, señalada también con otra indicación (Bilbao 7 kms.), además, naturalmente, de las flechas amarillas que siempre nos guían. Tras la iglesia se encuentra la torre de Malpica, a la que también podemos echar un vistazo.

Ahora seguimos otra carretera pasando junto a un parquecillo y desembocando entre bloques de casas y los pabellones del polígono Pinoa, un parking y una amplia rotonda. Aunque el entorno se puede hacer confuso, el trazado de la calzada es muy evidente hacia el monte, así que tiramos recto para coger la primera y suave pendiente del día.

Paso sobre la autopista
El camino va subiendo con moderación, pasando junto a un par de caseríos y después por una zona despejada, con vistas a una ladera blanqueada por una enorme invasión de plumeros argentinos. Estamos ya junto a la autopista, que el camino tiene que superar por encima de los túneles, describiendo una curva. Al otro lado, un mojón nos indica que tenemos que girar a la derecha. Seguimos ahora por un camino de cemento, por donde vamos poco a poco ganando altura, con buenas vistas al norte, el antiguo seminario de Derio, la Paloma y las pequeñas elevaciones a su espalda.

Bordeamos un nuevo caserío para girar a la izquierda, donde hay una bifurcación. Encontramos una gran puerta metálica, y por la izquierda sale un sendero, que es el que tenemos que seguir. El camino, de tierra y piedrilla, se encuentra en bastante mal estado, sobre todo si ha llovido. En unos 100 metros el sendero se interna en un bosque, en lo que ya es claramente la auténtica subida hacia monte Avril. Según ascendemos, los eucaliptos van dejando paso a robles y pinos; el entorno es fresco y agradable, y la pendiente, muy llevadera.

Camino por el bosque
Finalmente, salimos de nuevo a camino asfaltado, con un vallado por la derecha. Por esta zona, empezamos a tener varios regatos que bajan por la ladera, y las vistas al norte son cada vez más amplias, distinguiendose los poderosos perfiles de Jata y Sollube. El tramo, casi recto y de muy suave desnivel, desemboca en la CARRETERA BI-3732 al Vivero, donde giramos a la izquierda.

Tras unos pocos metros de asfalto, debemos cruzar la carretera, donde otro mojón nos encamina de nuevo hacia senda montañera. Enseguida tenemos a la vista la fina antena de monte Avril, y en la siguiente bifurcación (donde se suelen acumular escombros) las flechas nos llevan de nuevo a la derecha. En un último y corto repecho llegamos por fin, tras atravesar una puerta, al punto más elevado del recorrido (MONTE AVRIL), donde también encontramos un panel informativo. Un mugarri nos indica que abandonamos Zamudio y nos adentramos en Bilbao.

Señales en Santa Marina-Monte Avril
No estamos exactamente en Monte Avril (que es la cima con la antena que tenemos muy próxima), sino en el parque forestal de Santa Marina, a donde hemos accedido por el llamado ‘camino de los zamudianos’, como no podía ser de otra manera. Tras la ascensión, tenemos bancos y amplias campas para reponer fuerzas y descansar un rato. Entre los árboles observamos ya la cordillera del Pagasarri que cierra Bilbao por el sur, con el Ganeko despuntando por detrás.

Bilbao y montes al oeste
A partir de aquí todo será bajar. Tomamos hacia la derecha la pista a la que hemos llegado, pasando junto a un depósito de aguas hasta una nueva puerta, a la derecha de la cual se encuentra el conocido restaurante LEÓN. En el amplio parking tomamos el camino de la izquierda, que desciende entre un grupo de casas y pasa más adelante junto al chalet Meazabal (derecha) y el edificio del Sagrado Corazón (izquierda). Ya tenemos una soberbia vista de la villa, con la ría, los correspondientes iconos arquitectónicos y los montes que por el sur y el oeste le sirven de poderoso telón de fondo.

Atravesamos la pasarela que salva la autopista y descendemos por una especie de plazoleta para, dejando a la izquierda un colegio, tomar la calle que continúa recta según venimos. Ya estamos en el casco urbano, concretamente en el barrio de Arabella, y lógicamente podemos ya tomar el rumbo que nos apetezca; pero uno cree que el Camino se debe seguir exactamente por donde discurre, así que nos mantendremos fieles a las flechas amarillas.

Begoña, desde las escaleras
Descendemos por ATXETABIDEA, dejando por la izquierda la vistosa fachada azul de la llamada Casa de las Aguas, para girar después a la izquierda y salir a la carretera de Santo Domingo, por la que seguiremos bajando unos cuantos metros. En un cruce tenemos que seguir de frente para tomar una escalerita que nos conduce directamente junto a la basílica de BEGOÑA. A uno el edificio que alberga la Andra Mari ‘Bizkaiko zaindari’, como dice la canción, le trae una extraña mezcla de recuerdos y sentimientos que al final genera una especie de empanada no del todo grata.

De la puerta principal de la iglesia descendemos por la calle que sigue de frente, con algunas cruces de piedra por la izquierda. Llegamos así al castizo barrio de La Cruz, junto a las instalaciones deportivas de MALLONA (donde algunos hemos metido horas a saco), con el parque de Etxebarria por la derecha. Por cierto, que alguien debería decir a los del Instituto Municipal de Deportes que cambien esos letreros rojos tan feos y cantosos, que son como un puñetazo (o algo peor) en los venerables muros del recinto deportivo –por cierto, un antiguo cementerio.

Calzadas de Mallona
De aquí, buscando siempre la máxima pendiente, pasamos junto al ascensor del metro y nos disponemos a descender la escalinata de las Calzadas de Mallona, que es uno de mis rincones favoritos de Bilbao: una increíble bajada que podemos hacer por la escalera o por el empedrado de la derecha (ni se os ocurra con suelo mojado), introduciendonos poco a poco en el Casco Viejo, mientras vamos contemplando viejos caserones, insólitos puentecillos y severos muros llenos de historia.

Casi al final de las escaleras el peregrino dispone de un punto de información (excelente idea cuando se llega a una ciudad) y, tras dejar a la izquierda el edificio del Museo Arqueológico –vieja y muy curiosa estación de tren, que iba precisamente a Lezama-, desembocamos en la plaza de Unamuno, donde damos por finalizada nuestra ruta. Por cierto, muy cerquita de donde se encontraba el ‘portal de Zamudio’, que ahora da nombre a una calle, lo que evoca también la importancia histórica del camino que hemos recorrido.

Como hemos dicho, aparte del atractivo y variedad de los paisajes, el itinerario tiene el interés de acercarnos a lugares que rara vez visitamos y sobre todo, combina en un cómodo paseo la especial atmósfera que siempre envuelve a la ruta jacobea con la sensación de transitar por caminos que han sido testigo de siglos de la historia de Bilbao y Bizkaia.


3 comentarios:

  1. Hermosa ruta la que has descrito en esta entrada y tremendamente emotiva a partir de la Basílica de Begoña, desde niña había escuchado a mi madre que cuando perdía el último tranvía, para llegar a casa, se subía todas las escalinatas hasta Begoña, y que pasaba por un cementerio, tantas veces había intentado imaginarlo, y gracias a ti he podido verlo.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te agradezco mucho el comentario. Si se me permite la ¿cursilada? ¿pedantería?, a veces intento transmitir algo más que la descripción de un camino, las sensaciones que uno experimenta al pasar por determinados sitios. Y en concreto, esta zona de Bilbao, aparte de traerme recuerdos muy antiguos, creo que tiene una personalidad especial, única en esta ciudad. Date una vuelta y lo verás.

      Un saludo Arien.

      Eliminar
  2. Es bonito que describas esas sensaciones, hay sitios que estan "vivos" y si se sabe mirar, te cuentan muchas cosas... aunque no se tengan recuerdos personales en ellos.
    Por la foto que pones, que es preciosa, si que se vé con "caracter" ese rincón. Espero algún día, poder pasear por Bilbao y bajar por esas escalinatas.
    Saludos.

    ResponderEliminar