Como es sabido por todos, los blogs existen gracias a un tinglado llamado lógicamente Blogger, que posteriormente fue adquirido, cómo no, por Google. Todo el proceso se puede leer por ejemplo en Wikipedia.
Como a su vez Google lanzó su propio navegador (Google Chrome), se las fue ingeniando para que los usuarios de Blogger fuésemos ‘inducidos’ (notese el eufemismo) a utilizar dicho navegador. Empezaron a surgir pequeños contratiempos a la hora de actualizar contenidos si se estaba usando otro navegador y, bueno, algunos acabamos cediendo y cambiando a Chrome. A fin de cuentas, tanto nos da uno como otro, aunque no deja de ser un incordio habituarse a una herramienta diferente. Pero esto no es nada.
El caso es que un buen día, al ir elaborando una de las entradas del blog, la aplicación nos avisó, con ese ridículo lenguaje con el que intentan presentarse como colegas, de que no se podían colgar más fotos, en plan ‘vaya, has agotado tu capacidad de almacenamiento’, o algo así.
Resulta que las foticos que ponemos cuando pinchamos en ‘subir’ una imagen se almacenan automáticamente en Picasa; eso sí, sin que nadie nos hubiese pedido autorización para ello, ni siquiera nos hubiesen avisado previamente -aunque tampoco es descartable que encontremos algo en alguna pestañita minúscula en un extremo de la pantalla. Y ahora nos enteramos de que al crear un blog se genera un álbum Picasa en el que van quedando esas imágenes, y tenemos un límite de 1 GB para hacerlo gratuitamente. Ya sabemos lo que viene ahora ¿no? Claro, si queremos un límite mayor, tenemos que pagar la muy asequible cuota de 2,5 € al mes. Si no, rien de rien, o sea, que no se pueden poner más fotos.
Como el agudo lector habrá supuesto, Picasa también pertenece a Google, con lo que estos chicos tan simpáticos de las letras de colorines acaban controlando todo el proceso: la creación del blog, el gestor de imágenes y el navegador. La concentración monopolística es un clásico del capitalismo globalizador actual, y deja a los usuarios enteramente en manos de los gigantes tecnológico-económicos, si queremos hacer casi cualquier cosa. Cojonudo.
Visto el tema, pusimos manos a la obra para limpiar el p... Picasa y hacer algo de espacio, borramos unas cuantas imágenes defectuosas o duplicadas, y revisamos TODAS las entradas (más de 80) para ver si nos habíamos cargado cosas que no debíamos –como así fue en bastantes casos, porque además la gestión de Picasa resulta complicada y tediosa cuando se manejan casi 1.000 imágenes. También he pensado en suprimir algunas entradas, o refundir varias eliminando fotos. Incluso he recibido la sugerencia de eliminar todas las imágenes (insisto, unas 1.000), bajarles la resolución y volverlas a subir. Nada menos.
Pero está claro que esto no son más que parches, y cualquier día nos volveremos a encontrar el mensajito guay de hasta aquí has llegado, chaval. Es obvio que ibilkat sin fotos perdería buena parte de su interés (suponiendo que tenga alguno) y se convertiría en un ladrillo.
Y también es evidente que 2,5 € al mes no supone más que privarnos de una caña mensual (a precios de Bilbao), que tampoco es para tanto. Pero, qué queréis que os diga, es un poco una cuestión de principios. Me he negado a incluir publicidad en el blog, porque esto no pretende ser un negocio; pero por la misma razón, tampoco entra en mis planes pagar a una multinacional americana por publicar historietas de recorridos por los montes. No quiero ganar dinero con esto, pero tampoco perderlo, aunque sea poco.
¿Cómo terminará esto? ¿Quedará el blog petrificado con el contenido que ya tiene, hasta que alguien decida borrarlo de la red? ¿Pasaremos por lanzar las nuevas entradas a pelo, sin mapas ni fotos, como si fuera el BOE? ¿O acabaremos por bajarnos nos pantalones y apoquinar, para contribuir al beneficio del monopolio?
No sería una tragedia abandonar el blog, pero también pienso que sería bonito seguir con él. Así que de verdad agradecería si alguien puede darnos alguna pista de por dónde tirar. Ya sabeis, en Comentarios o en ibilkat@gmail.com.
Y es que hasta el correo es de ‘ellos’.