jueves, 4 de abril de 2013

Camino '87 3ª jornada: Bercedo-Valdenoceda (31 kms.)




Terminábamos la etapa anterior refiriendonos a los problemas que nuestros peregrinos encontraban para pasar la noche, lo que constituirá uno de los principales motivos de desasosiego. Pensemos que en 1987 no había albergues ni nada que se le pareciese, y menos para veinte personas. Así que había que improvisar gestiones que terminaban en los lugares más variopintos, parroquias, algún local municipal, un polideportivo o un pajar, al raso e incluso en un cementerio.

En todo caso, tocaba dormir en el suelo. Pensaremos que bueno, son chavales de 20 años y recuperan bien casi de cualquier manera; pero la verdad es que meterse una paliza de caminata y no poder descansar en condiciones acaba con la resistencia de cualquiera. Más adelante contaré alguna experiencia personal al respecto.

Todo esto lo recoge el relato de que disponemos, cuando narra cómo hacen mella en los peregrinos ‘acostumbrarse a dormir en el suelo, a comer a deshoras, no disponer de una ducha al final de la etapa, madrugar…’ Algunos parece que llevaban francamente mal lo de estar cuatro o cinco días sin ducharse, o sin poder lavar la ropa. Cosas que parecen secundarias, pero a la hora de la verdad constituyen un lastre más, y no desdeñable.

A estas alturas, tras dos etapas, la segunda bastante peliaguda, ya se van haciendo a la idea de lo que se van a encontrar casi cada día. Aunque todavía faltará ajustar el reloj psicológico, quizá lo más difícil, quizá algo que no se llega a conseguir del todo nunca.

Bien. Salimos de Bercedo con la moral (y el cuerpo) bastante castigados, para seguir la N-629 en dirección a Villarcayo. Pasamos Villasante de Montija, y en 5 kms. estamos en EL CRUCERO (km. 61). Por la derecha nos iríamos hacia Espinosa y por la izquierda –siguiendo la Nacional- hacia Medina, pero hay que seguir la dirección que traíamos, ahora por la CL-629.

Gayangos
Otros 6 kms. nos acercan a GAYANGOS (km. 67), cerca de donde hay unos conocidos lagos. La trayectoria es casi siempre una larguísima recta que atraviesa campos en general desprovistos de arbolado. Es otro de los elementos que castigan el coco en los trayectos por muchos parajes castellanos: esas rectas interminables transmiten la sensación de no avanzar, de que ese pueblito que se ve al fondo está siempre a la misma distancia, que es igual lo que hagamos, porque nunca llegaremos. Un palo, vamos.

Pero claro, no podíamos llegar a Villarcayo sin que algo nos abra un poquito más el apetito. Nada más abandonar el pueblo anterior nos espera el alto de BOCOS. El puerto impresiona menos que el Cabrio, pero tiene también su gracia. Es más corto –apenas 3 kms.- pero acumula tramos de desnivel incluso mayor, por encima del 10%.

Atravesando Bocos
En total hay que remontar como 200 metros desde Gayangos, pero en este caso la tachuela está mejor situada, el desgaste que llevamos es menor que el día anterior y tenemos cercana la perspectiva de un descanso poco más adelante. Además, no nos consta que cayera otro chaparrón.

Ahora toca bajar, que siempre es más llevadero. Descendemos con decisión las estribaciones sureñas del cerro de Fresnedo, y dejamos por la derecha la carretera comarcal que se dirige a los imponentes paisajes de Ojo Guareña y Sotoscueva. Pasamos el núcleo urbano de Bocos, y en otros 3 o 4 kms. de rectas, estamos por fin en VILLARCAYO (km. 76)

Villarcayo
 Como decía antes, tras 20 kms. de marcha desde Bercedo, suponemos una pausa  más o menos amplia en esta importante y animada población, que en verano está repleta de veraneantes vascos. La capital de la comarca de Las Merindades posee una agradable zona verde junto al Nela, buen sitio para tirar la mochila y tumbarse un rato a descansar.

La hoja de ruta incluye una referencia que sorprende un poco, porque cita la estación sepulcral de Cigüenza y la iglesia de Escaño. Estos son dos pequeños núcleos al oeste de Villarcayo, siguiendo por monte aguas arriba del Nela, pero distan del casco urbano el primero como 1 km. y el segundo otros dos y pico, con lo que llama la atención que el grupo se desplazase hasta allí. Tampoco es imposible pero, la verdad, hacerse 6 kms. extra a media etapa parece algo bastante insólito.

Un nuevo tramo recto nos lleva en 5 kms. a VILLALAÍN (km. 81), atravesamos un altozano junto a una cantera, y poco más adelante enlazamos con la N-232 (carretera de Santander). Llegamos así a INCINILLAS (km. 83), población situada en una especie de paso entre dos pequeñas elevaciones.

Desfiladero de los Hocinos
Y al fondo, el puente
Un trecho más adelante nos acompaña el curso del Ebro. Esto facilita relativamente el trabajo, porque de nuevo hay que ganar metros para atravesar las estribaciones occidentales de la sierra de la Tesla, y la hoz que abre el río (y con él, la carretera) permite seguir un perfil más llevadero. Por el espectacular desfiladero de los Hocinos, con el no menos vistoso Puente del Viento, salimos al valle.

Alcanzamos así VALDENOCEDA (km. 87), localidad ligeramente apartada del cauce fluvial, que cuenta con una notable torre y también con el dudoso honor de haber albergado el 'penal de los olvidados', donde fueron encerrados en condiciones terroríficas varios miles de prisioneros republicanos.

La etapa ha sido larga (31 kms., de medición muy exacta), aunque con perfil algo más benévolo que la anterior, y con el obstáculo de Bocos mejor situado, antes de medio camino.

Seguramente en esta ocasión habrá pesado más el aspecto psicológico, las largas rectas, la mayor distancia recorrida; pero quizá haya servido también para ir habituandose a la idea de caminar casi todo el día, a la necesidad de coger un ritmo que cada uno debe llevar de una forma diferente, para ir avanzando en la lucha por dominar el cansancio, engañarle, domesticarlo… Cosas esenciales que sólo se aprenden a base de echarnos kilómetros a las espaldas.

Nada de esta población nos cuenta nuestro cronista, ni tan siquiera sellaron aquí la credencial; pero es que igual el narrador tenía en la cabeza lo que esperaba al día siguiente, nada más levantarse…

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