domingo, 27 de octubre de 2013

Canteras del Peñaskal

En los años 90 todavía resonaban los barrenos del Peñascal en todo Bilbao. De estas antiguas canteras nos ha quedado la irreparable destrucción de parte del monte Arraiz y, sobre todo, del Gangoiti, dejando las impresionantes y desnudas paredes que son visibles desde el mismo centro de la villa.

Un recorrido por la parte más baja de las faldas del Pagasarri, entre los barrios de Larraskitu y Peñaskal, nos permite contemplar de cerca las viejas explotaciones, admirar fantásticas perspectivas sobre el botxo, y sentir el vacío y el silencio donde hace un tiempo todo era estruendo, polvo y actividad de hombres y máquinas.


AVISO:
Seguramente, una cantera abandonada no es un lugar adecuado para pasear. Los bancos de trabajo forman cortados verticales de más de 40 metros de altura, sin ninguna protección, por lo que se trata de un lugar potencialmente muy peligroso.
Teniendo en cuenta lo indicado, y aunque la posibilidad de un accidente es muy remota, debe quedar claro que el siguiente artículo es simplemente descriptivo, y desde el blog no se aconseja transitar por estos lugares.

DISTANCIA: 6,3 kms 
DESNIVEL: 300 m. (100-400)  
DIFICULTAD: Baja 5 (2-2-1)  Zonas de peligro
ITINERARIO: lineal   Inicio: San Adrián-Larraskitu  Final: Peñaskal
            VIAS: Urbanas, carretera, campo a través, pistas de tierra y gravilla, senderos
ACCESOS: Ida. Bilbobus 76 parada Avda. San Adrián 33
    Vuelta: Bilbobus 77 parada Peñaskal
Más información:
Guía cartográfica de Bizkaia mapa 33





            Por facilidad de localización y desplazamiento, hemos situado el punto de partida en la parada del Bilbobus al final de la Avda. San Adrián, aunque nos sirven lugares cercanos e igualmente bien comunicados como el edificio de Iberdrola en Larraskitu, o el polideportivo El Fango en Rekalde. Si partimos de San Adrián, debemos cruzar la pasarela sobre la autopista para acceder a Iberdrola. Por delante de este edificio tomamos la carretera (Larraskitu bidea) que empieza a subir tras pasar una rotonda. Como estamos en uno de los accesos clásicos al Pagasarri, será fácil encontrar senderistas que suben y que nos pueden servir de guía.

        
Bar Athletic 
    Vamos remontando por el asfalto, y dejamos primero por la izquierda una puerta y cruz de señales. Unos metros después tenemos unas casas por la derecha, y por el lado contrario surge un camino peatonal (con el rótulo Pagasarri bidea), que debemos tomar para atajar en fuerte subida. Salimos de nuevo a la carretera junto a los caseríos de Bentabarri, y continuamos siempre en la misma dirección. Pasaremos junto al bar Athletic y más adelante al lado de una colorida caseta del Consorcio de Aguas, hasta alcanzar el collado de IGERTU, nudo de comunicaciones de toda la zona, con un pequeño aparcamiento a la izquierda.

            Hemos recorrido 2,5 kms. y remontando 200 metros, es decir, más de un tercio del recorrido, y 2/3 del desnivel total. No sería honesto dejar de decir que hasta aquí se puede llegar en coche, aunque en fines de semana de buen tiempo no será tan sencillo aparcar.

Por el bosque desde Igertu
            Ahora abandonamos sin más el camino del Paga. Nos salimos de la carretera por la derecha, por una laderita con algunos bancos, y nos internamos en un denso cipresal que apenas deja pasar la luz. Aunque en algún momento hay algo parecido a un camino y rodadas de bicis, es el punto más confuso de la ruta: hay que ir atravesando el bosque digamos en diagonal, hacia la derecha pero sin dejar de ganar metros poco a poco. Una zona donde afloran algunas rocas puede servir de referencia, pero poco más podemos añadir. El trayecto vienen a ser unos 200 metros hasta que encontremos el límite del arbolado y una zona verde de hierbas altas.

       
Las canteras, los dos tajos y los rellenos
     En este punto tenemos ya a la vista las inmensas paredes verticales de la cantera, y el abismo a su derecha. Observamos con toda claridad los dos pasillos que forman los bancos de trabajo, que recorren los tajos en toda su longitud, uno más bajo y de mayor anchura, y otro a media altura. Dependiendo de por dónde hayamos salido a campo abierto deberemos subir o bajar un poco más para alcanzar el acceso a la cantera y a la vira superior (ACCESO), por donde continúa nuestro camino. A primera vista, da la sensación de que deberemos pasar de costado y pegados a la roca, como en las pelis de aventuras, pero no es para tanto. A medida que nos acercamos podemos ver que el banco tiene una anchura de dos o tres metros, con lo que es posible caminar por él sin ningún problema.

            Pero vamos a advertir otra vez que, al menos por concepto, no deja de ser un lugar peligroso: la repisa no tiene ninguna protección en absoluto y la caída en vertical (40 o 50 metros) no necesita de más explicación. Aunque probablemente podamos pasar por ahí un millón de veces sin que pase nada, no es imposible que pueda haber un desprendimiento, o nos pueda asustar algún animal suelto (aunque suelen estar más bien en la bancada inferior), o se produzca alguna otra circunstancia imprevista, y el lugar no es apto para bromas. Y, por supuesto, en ningún caso se debe transitar en caso de mal tiempo, poca visibilidad, viento fuerte, ni obviamente con niños.

 
Llegando al banco superior
            

Por el pasillo










Hechas todas las advertencias, tomamos este pasillo por el que avanzamos otros 200 metros con la sensación de estar colgados en el aire, con una intimidante pared vertical al lado y un vacío sobrecogedor por nuestra derecha. Se siente uno diminuto, como un punto en este disparatado lugar que con tanta frecuencia vemos desde las calles de Bilbao. Y por añadirle alguna emoción más, a medio camino deberemos atravesar una pequeña y rudimentaria alambrada. A cambio, nada nos estorba la vista sobre la ciudad, que tenemos a nuestros pies desde un increíble mirador.

Colgados sobre Bilbao
   
         Recientemente se comentaba que el Ayuntamiento estaba pensando en acondicionar la zona para el tránsito de personas, imaginamos que con la instalación de barandillas y cosas así; pero personalmente pienso que, pese a las medidas que se puedan adoptar, podría ser mucho peor que estos caminos se llegasen a popularizar porque, por muchos elementos de seguridad que se instalen, nunca dejará de ser un sitio peligroso.

            Superada la zona más aérea, el último tramo del camino se aleja un poco de los cortes y empieza a girar hacia el interior. Dejamos por la izquierda un camino herboso que sigue ladeando Gangoiti hacia el área recreativa, y empezamos a descender, ya por una pista amplia y tranquila. En unos minutos pasamos junto a un viejo cartel de ‘prohibido el paso’ y llegamos a un CRUCE.

   
Cruce 
        
VARIANTE: Si consideramos que hemos tenido suficiente, el camino que baja por la derecha se dirige rápidamente hacia el barrio del Peñaskal, donde también termina nuestra excursión, aunque a los pocos metros un desvío por la derecha nos llevaría a la bancada inferior de la cantera, a donde también podemos asomarnos a curiosear.

            Tomamos ahora la pista que sigue por la izquierda, atraviesa el arroyo Elgera (Elekorta) y empieza a remontar suavemente por la ladera del Paga. Este camino se utilizó para dar salida a parte de los camiones que trabajaron en la Supersur, rumbo al cercano vertedero de Artigas, y ahora se encuentra en perfecto estado, homologable a otras pistas que recorren estos montes.

Sendero
            Atravesamos una puerta y terminamos de subir en un nuevo cruce, señalizado y con un panel informativo, donde debemos seguir unos metros de frente, en dirección a Arraiz. Enseguida encontramos por la derecha una langa verde (DESVIO), que atravesamos para salirnos hacia un senderito de aspecto antiguo y poco frecuentado. Esta senda, más bien poco vistosa, va bordeando Asundi, una especie de discreta antecima de Arraiz, que es donde ahora nos encontramos.

En un desvío, dejamos un camino que sigue por la izquierda y tiramos por la derecha en ligera bajada, para seguir por una pequeña zona arbolada. De repente, tenemos una impresionante vista lateral de la parte de la cantera que hemos recorrido antes, con los gigantescos rellenos que se están haciendo, y Arnotegi detrás. Observamos un peñasco descarnado y enseguida empiezan a aparecer nuevos cartelitos de peligro, aunque totalmente roñados y en los que nada se puede leer. Ya estamos muy cerca de la cantera que podríamos llamar pequeña, que se recuesta en la ladera de Arraiz..

Rellenos, con Arnotegi al fondo
El entorno se abre bajo un tendido eléctrico y tenemos de nuevo buenas vistas sobre Bilbao, con la autopista muchos metros abajo. Aquí empezamos a bajar por un sendero estrecho, pedregoso e irregular, a veces con bastante pendiente. Atravesamos una valla (hace unos meses estaba derribada) y salimos a una especie de mirador sobre esta parte de la cantera, a media altura, donde se observan los tajos completamente verticales, las enormes paredes y el peñasco anterior. 

Ya estamos justo encima de la autopista y el senderillo sigue bajando, serpenteando y cuajado de rocas sueltas y zarzas resecas. Llegamos así al pie de la cantera con lo que parece un lío de caminos que salen en todas direcciones. Aquí llega desde los altos la pista que bajaba directa desde el cruce de la variante. A su lado, de nuevo el Elgera, junto a una bocamina cerrada con una verja y muy cerca, esa especie de tsunami de piedras que son los rellenos, y otro camino que va a dar a una explanada extraña.


Cantera pequeña
Pero a no ser que queramos explorar más sitios raros, tenemos que tomar la carretera que pasa bajo la autopista y, ya en zona urbanizada, alcanzamos la rotonda del final del barrio del Peñaskal, donde podemos tomar el bus de vuelta, y además tenemos fuente. Por cierto que –aunque hay quien sostiene otra cosa- en este preciso lugar hubo en su tiempo una plataforma giratoria, único medio para hacer posible que los autobuses cambiasen de dirección, dado lo estrecho de la calle. Me cuentan que en Elantxobe existe (o existía) una cosa similar.

Aunque, ya puestos, también podemos tomar el autobús un poco más abajo, y dejarnos sorprender por las pequeñas casitas que todavía subsisten, edificios sencillos a veces colgados de las laderas, con escaleras imposibles, recovecos y pequeñas huertas que conservan el carácter de este alargado barrio del sur del botxo. Y hasta podemos contemplar, unos cuantos metros más adelante, la fuente de Iturrigorri, uno de los símbolos jatorras de Bilbao, y que además da nombre a equipo señero del fútbol base.

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