miércoles, 14 de mayo de 2014

Punta de la Mesa

La localidad de Noja reúne cada año a miles de veraneantes, atraídos por sus fantásticas playas y la belleza de sus paisajes. Por la proximidad a nuestro territorio, una gran parte de los visitantes procede de Bizkaia. Pero, al margen del bullicio y de la clásica oferta turística, todavía atesora el encanto de algunas grandes fincas, casonas y palacetes que todavía perviven, y ciertos rincones que, a pesar de todo, siguen ofreciendo imágenes inesperadas.

Uno de estos lugares es el camino que enlaza las dos playas más famosas del municipio, Ris y Trengandín. Bordeando la línea litoral, recorremos senderos arenosos, viejos pinares e insólitas calas, para completar un sencillo paseo que nos sitúa en el mismo corazón del pueblo, junto a la hermosa iglesia de San Pedro.

                DISTANCIA: 3,1 km.
            DESNIVEL: 0 m.   
DIFICULTAD: Ninguna  (0)
ITINERARIO: lineal  Inicio: Playa de Ris  Final: Paseo de Trengandín
ACCESOS: Desde Bilbao, por la A-8 dirección Santander salida 184 Beranga-Noja-Isla. Se toma la CA-147 en dirección a Noja. Al entrar en el casco urbano, en la avda. de Santander hay que tomar la desviación a la izquierda hasta la playa de Ris. Autobús de Alsa desde Termibus: consultar en http://www.termibus.es/horarios.php?idi=es
VIAS: Urbanas, sendero
ENLACES CON Brusco
TRACK:  http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6832800 
Más información:
Cartografía de Cantabria mapa 4



            Aparte de las características archiconocidas por todos (playas, ambiente veraniego y marchón), el municipio de Noja tiene algunas peculiaridades que resultan llamativas. Esta artículo las explica muy bien: por una parte, su insalvable componente estival, por el que en plena temporada pasa de 2.000 a 70.000 habitantes, nada menos, con la consecuencia lógica de que el resto del año es algo así como un pueblo fantasma. Fijo que alguno se mosquea, pero si tienen Uds. dudas dense una vuelta en otoño, sin ir más lejos.

            También es chocante que todo parece (y es, en realidad) muy nuevo. No existe un casco antiguo como tal, y lo poco que sobrevive anterior al boom turístico (o sea, a los años 60 ó 70) son algunas casonas dispersas y ciertas impresionantes fincas con palacetes en su interior, como podremos ver después.

            Y finalmente, lo que más nos interesa para nuestro paseo es que, a pesar de la tremenda presión urbanística y la proliferación de segundas viviendas, la línea de costa no ha sufrido los efectos devastadores de otras localidades, y los edificios dejan un espacio más o menos razonable que permite disfrutar un poco del litoral.

            Bueno, y tras el momento sociológico-urbanístico, vamos con la ruta.

         Comenzamos la marcha junto a la espléndida playa de Ris, desde donde divisamos ya algunos islotes rocosos que le otorgan personalidad y refuerzan la belleza de su entorno. El más extenso, llamado San Pedruco, cuenta con una ermita, es accesible en marea baja y merece la pena la visita. Por la parte derecha del arenal, el asfalto continúa por la trasera del hotel Pineda, para salir enseguida al mismo borde del mar. Aquí cerquita se encontraba el pub Cocolú, uno de nuestros favoritos del pueblo -y hay muchos.

 
Alejandonos de la playa de Ris
           La carretera finaliza poco después, con un cartel informativo de la ruta que vamos a recorrer, junto a un paso en un muro, por donde empieza el recorrido propiamente dicho. El camino es completamente arenoso, rodeado de hierba y pequeño matorral. Muy pronto se divide, abriendo brazos secundarios que se dirigen preferentemente hacia la línea litoral.

            Enseguida caminamos junto a los pequeños acantilados repletos de pliegues y hendiduras características de esta parte de la costa de Cantabria. Tenemos a la vista parte de la playa y sus islotes, con la preciosa bahía cerrada por el oeste por Isla y cabo Quejo. Por cierto, que uno de estos peñascos recibe el nombre de Moja el Rabo, dicho sea sin otra intención que la mera curiosidad.

Bunker
En pocos minutos estamos junto a la punta Garfanta, y nos encontramos en las dunas colgadas, salpicadas de vegetación enana, que asientan sobre los pequeños acantilados. Enseguida nos encontramos un bunker o casamata de vigilancia costera, similar a los muchos que se desperdigan por el Cantábrico. Como todas estas construcciones, fue levantada en los años 40 del siglo pasado, en previsión de una posible invasión aliada (la intuición de Franco, ya se sabe). Ésta nos ofrece una imagen muy plástica, con el perfil del Buciero al fondo.

             Las formaciones rocosas se suceden, y observamos el trabajo de milenios del mar, abriendose paso entre las calizas, poderosas y casi siempre cortantes. Llegamos así al punto más oriental de la ruta, la Punta de la Mesa. Se trata de un pequeño cabo de roca desnuda, una especie de meseta que se interna en las aguas, cayendo en vertical en su parte más sobresaliente. Tampoco hemos de pensar en alturas vertiginosas ni dimensiones ciclópeas; el promontorio resulta modesto y no impresiona, pero presenta una bonita silueta que explica por sí misma su nombre.

Punta de la Mesa

            Inmediatamente, tenemos a la vista el resto del recorrido: sucesivos salientes, con zona arbolada hacia el interior, y el núcleo urbano de Noja al fondo, con la playa de Trengandín y el macizo de Mijedo tras ella. Aunque el camino principal discurre unos metros tierra adentro, los senderitos más arrimados al borde nos van conduciendo entre roquedos y pequeñas manchas de encinar que resulta divertido atravesar, a veces sorteando el ramaje en pasajes muy angostos.

           
Una de las calas
Así vamos pasando dos o tres pequeñas y encantadoras calitas, rodeadas de las caprichosas rocas erosionadas por el mar. Tras algunos minutos de entretenida travesía  llegamos a una cetárea o vivero, del que se conservan apenas algunos muros.

            Ya se va viendo que nos acercamos al final, con las casas bastante próximas, y nos espera la cala más amplia. Un inmenso eucalipto de tronco inabarcable en mitad del sendero nos conduce a un camino menos agreste, que empieza a discurrir junto al vallado de la finca Arnaiz, que parece no tener fin. Así pasamos junto a esta playita, de la que se desprende el islote de Peña Pombera.

Junto a Peña Pombera         
El camino pasa a ser más herboso y, pasando otra cala (Ensenada de Noja) y la punta Cañaverosa, nos encontramos ya en el extremo occidental de la playa de Trengandín, donde hace años (ahora no sé) se montaban fiestones estupendos con hogueras y tal. Y ya estamos al pie de distintas urbanizaciones muy cercanas al centro del pueblo. 

      Finalizado el paseo, tenemos la posibilidad de enlazar por ejemplo con la ascensión al Brusco, en el link que ponemos arriba, o con el camino que recorre toda la enorme playa -que es parte Trengandín, y parte Helgueras-, y del que hablaremos en otra ocasión. Si tenemos que volver a Ris, podemos hacerlo por el interior, por la calle Pinares, desde la que podremos contemplar algunos magníficos ejemplos de la arquitectura civil que comentábamos al principio.

Playa de Trengandín

            Y naturalmente, encontrandonos a un paso del corazón de la villa, tenemos a nuestra disposición toda la amplia oferta hostelera que puede esperarse de un municipio turístico, aunque haríamos dos precisiones: 1) lo que decíamos al principio sobre el 'pueblo fantasma', si es que vamos fuera de temporada, y 2) ojito con la ORA y los parquímetros, porque los munipas tienen el lápiz bien afilado, y más si tenemos matrícula o distintivos de Bilbao… aunque esto último lo negarán siempre, claro.

Para terminar, en esta página hay un bonito video de Noja en general. Y decir también que nuestra ruta de hoy resulta que tiene la distinción de sendero azul, que es una cosa de la que no habíamos oído hablar hasta ahora.

Pero como aquí siempre estamos alerta sobre posibles disparates político-ambientales, contaremos también que, para no desentonar con la moda de hace unos años, también aquí, justo por esta zona, se proyectaba un puerto deportivo. Fijo que el éxito hubiera sido aún mayor que el de Laredo, y de paso se hubieran cargado estos magníficos paisajes que acabamos de recorrer. Es que no falla.




1 comentario:

  1. Hola Jose Luis.

    Agradezco mucho tu aportación porque además soy muy aficionado a la cosa de la jardinería, aunque sea a nivel doméstico. Así que tendremos a mano tu blog, que a primera vista parece muy interesante. Y seguro que a nuestros amigos de las mañaneras también les mola.

    Aquí nos tienes para lo que desees. Un saludo.

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