miércoles, 10 de diciembre de 2014

Camino '87 22ª Jornada: Arzúa - Lavacolla (26 kms.)




Aunque estamos a 35 kms. de Santiago y, echando el resto, podríamos llegar en el día, nuestro amigos santurtziarras hacen lo que casi todo el mundo: una etapa hasta muy cerquita de la meta, para dejar para el último día un trayecto corto y llegar en condiciones, incluida posiblemente la Misa del peregrino, que si no recuerdo mal, es a las 12.

Pero aunque parezca que esto ya es pan comido, hay que meterse otra ración de kilómetros que no por cercana a la meta es más fácil que las anteriores.

Cerca de Burres
Salimos de Arzúa junto a la N-547, de cuyo trazado no nos alejaremos mucho durante bastantes kilómetros. En poco más de cuatro pasamos junto a BURRES (km. 565), donde se destaca un cruceiro de los muchos que vamos viendo, y posteriormente visitamos FERREIROS, SALCEDA Y BREA.

En algún punto de este tramo se encuentra la lápida de un peregrino llamado Guillermo Watt, que dejó este mundo 'a una jornada de Santiago'. Nuestros chicos no lo vieron, porque ocurrió seis años después, en 1.993. No sabemos si al pobre hombre le importó mucho que le quedara una sola jornada para abrazar al santo, o le daba igual palmar una semana antes o después. Pero lo cierto es que no se puede evitar un estremecimiento viendo que los ciclos de la vida no se detienen, tampoco en el Camino.

Esta parte de la ruta tiene un punto desesperante, porque el Camino serpentea a un lado y otro de la carretera, visitando pequeñas aldeas, templos y cruceiros, granjas y corredoiras. A cualquiera se le ocurre que sería mucho más rápido (y quizá cómodo) circular simplemente por el arcén, evitando las innumerables curvas y desvíos. Y a buen seguro que alguno ha caído en la tentación de atajar por el asfalto, que no?

Pero ojo con vendernos tan pronto a la civilización para ahorrarnos unos metros de más. Este blog de Indalecio define la situación a la perfección: Conviene saborearlo con avaricia porque será la última vez que el siseo de los pasos viole un espacio tan intimo y misterioso; el Camino se acaba y lo que resta a partir de ahora nada tiene que ver con la magia y la metáfora’

Santa Irene, albergue privado
En 15 kms. desde Arzúa llegamos a O EMPALME (sin chistes) y empezamos a bajar, pasando de inmediato por SANTA IRENE (km. 575). En cierta ocasión servidor y compañía aterrizamos aquí tras una jornada de más de 40 kms. y, con overbooking en el albergue público, descubrimos uno privado justo enfrente, que fue como alcanzar la gloria. Una cena maravillosa con Mozart de fondo, no digo más.

Bajando hacia Arca
Unos 3 kms. de descenso después nos sitúan en Arca, lugar muy frecuentado para pasar la última noche. A nuestro cronista parece que le han entrado las prisas y ya se ha olvidado de citar todo lo que se van encontrando, aunque tampoco es que haya gran cosa. Poco a poco, el entorno puramente rural va diluyendose, los núcleos de población se suceden, todavía dispersos pero cada vez más frecuentes, y se presiente que estamos bastante próximos a la ciudad.

Instalaciones del aeropuerto
Por si fuera poco, en unos 5 kms. de nuevo ascenso desde Arca pasamos junto a un vallado, que pertenece nada menos que al aeropuerto de Lavacolla. Lo del aeropuerto es una señal inequívoca de dónde estamos: justamente a orillas de la civilización, a punto de despertar del sueño. La foto nos indica con qué grado de violencia acabamos de salir de la mística del Camino.

Y, si no es suficiente, observese en el mapa cómo el peregrino se da de narices con la mismísima pista de aterrizaje:


En cosa de un par de kilómetros más accedemos a LAVACOLLA (km. 586), en cuya entrada ‘existe un crucero y un parque de gran belleza’, dice nuestro fedatario. Y añade: ‘Aquí, como indica la tradición, nos lavamos a fondo para entrar en Santiago como el coral’. Recordemos una vez más que estamos en 1.987, y eso de los albergues con ducha era cosa de ciencia-ficción. Así que el aseo, en el río, como los clásicos.

Poco más hay que añadir. De nuevo echamos mano de Indalecio, que lo vuelve a clavar: Tras la cena nos fuimos a descansar, nerviosos porque a día siguiente llegaríamos emocionados a Santiago, con un punto de tristeza porque se nos acaba el Camino’.

2 comentarios:

  1. Santa Irene buen recuerdo, del albergue a Santiago.
    Labacolla ni que comentar as descrito perfectamente la situación.
    En ese punto uno se siente raro ya queda menos o porque te acostumbras al día a día.
    De todas formas es rara la sensación al menos en mi caso que continúe hasta Fisterra.
    1987, otro mundo, el camino se hacía por h...
    Saludos

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  2. En estas últimas etapas la cosa cambia por completo, se pone 'rara' como tú dices. Se siente cercano el final de la aventura y todo se te agolpa en la cabeza. Y es que el Camino es muy difícil de describir, hay que hacerlo.

    Un saludo.

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