miércoles, 18 de febrero de 2015

Armintza-Bakio

El tramo de costa entre el marinero pueblo de Armintza y la localidad playera de Bakio es quizá el más solitario y agreste de la parte oriental del litoral vizcaino. Sucesivas elevaciones se desprenden hacia el mar formando promontorios y pequeñas radas, y densos bosques ocupan casi toda la línea marítima, abrupta y difícilmente accesible. A medio camino, la vieja central nuclear de Lemoniz apenas recuerda ya polémicas y confrontaciones, pero sigue ocupando una enorme extensión que debiera ser recuperada.

Hacemos este cómodo recorrido combinando carretera y senderos, procurando siempre circular lo más cerca posible de los rompientes, enlazando así estos dos puntos de la costa vasca, tan diferentes, cada uno con sus atractivos. 

                DISTANCIA: 13,6 km.  
            DESNIVEL: 290 m.  (0-292) 
DIFICULTAD: Media-Baja  8 (2-5-1) Dificultad de orientación (último tramo)
ITINERARIO: lineal  Inicio: Puerto de Armintza  Final: Playa de Bakio
           VIAS: Carretera, senderos y pistas de tierra
            ACCESOS: Ida: Desde Bilbao, Metro parada Areeta y Bizkaibus A-3451 hasta Armintza (final). En coche, autopista dirección Mungia. Se toma después la BI-2120 dirección Plentzia hasta Andraka y aquí BI-2153 dirección Lemoiz/Armintza. También por Getxo y Plentzia, siguiendo después hacia Gorliz y Andraka. Vuelta: BI-2101 hasta Mungia y autopista a Bilbao. Bizkaibus A-3518
ENLACES CON Ermua, BurgoaGaztelugatxe
TRACK: Wikiloc
Más información:
Guía Cartográfica de Bizkaia mapa 4
  


           
Como ya hemos iniciado varias excursiones desde el pintoresco puerto de Armintza (Ermua, Urizarmendi), no insistiremos sobre lo agradable y acogedor de esta localidad marinera. Que luego dicen que tenemos subvenciones municipales, y no.

Dejamos atrás Armintza
Nos situamos en la carretera BI-3152 que recorre a lo largo el pueblo y enfilamos al Este en dirección a Bakio. Dejamos por la izquierda una bonita ensenada y abandonamos ya el núcleo urbano, para empezar a subir suavemente. Por la derecha queda un pabellón industrial relacionado con un proyecto de parque eólico marino, que desconocemos si seguirá con vida. Bueno, y como curiosidad, apuntar que más o menos enfrente del acceso al barrio de Zubitxu (o sea, internándonos por el eucaliptal que tenemos por la izquierda) encontramos en su día el primer 'misterio sin resolver' que trajimos al blog. Y que, por cierto, sigue sin resolverse.

Pero está visto que estamos perdiendo un poco el hilo.

La nuclear y otras sorpresas

Caseríos en Gorteta
A nuestra espalda, según vamos ganando algunos metros, van apareciendo algunas pequeñas elevaciones hacia el oeste y sur, Ermua, Etxandarri y Urizarmendi. Tras un par de curvas, ya se atisban algunas instalaciones relacionadas con la nuclear de Basordas (Lemoniz): líneas eléctricas, zonas de descampado y un pabellón por la derecha, que parece estar en uso. Por la izquierda hay un par de caseríos en la zona denominada Gorteta y enseguida encontramos por la derecha el primer DESVIO-1 para huir de la carretera.

Hay una especie de explanada de cemento y una puerta que atravesaremos, mientras por la derecha se divisan claramente Jata con su cordalito y Burgoa al fondo; por la izquierda, tras amplias extensiones de
La nuclear
plumeros, tenemos la única visión de la central de que dispondremos, relativamente lejana. La historia de la nuclear creo que es bastante conocida como para contar más, pero merece la pena echar un ojo a este interesante y muy curioso artículo
, que nos cuenta cómo era el paraje antes de la monstruosa instalación. Después de décadas, ahí sigue el mamotreto, esperando que alguien aporte una solución lógica a semejante aberración.

El camino se interna por el monte, bastante limpio, bajo la sombra de altísimos eucaliptos, pero produce una sensación de desolación. Es como si fuera una zona minera abandonada, con pistas en desuso, torretas eléctricas y finalmente un tétrico vallado, que sin duda debía ser el límite exterior del recinto de la nuclear. Conociendo un poco la historia, se puede uno imaginar a policías y guardas haciendo la ronda por la zona, rodeados por la espesura.

Por la selvita
Llegados a una BIFURCACION, dejamos por la derecha el arroyuelo Momategi y giramos a la izquierda. El sendero se va cerrando cada vez más (quizá deberíamos poner lo de ‘dificultad de tránsito’) y hay que hacer un poco de zarzing, que siempre es sano, salvo que empecemos a encontrarnos arañas, que eso es otro cantar. Con una muy leve traza de sendero y el sonido que nos llega de la cecana carretera, alcanzamos un claro y de inmediato unos bloques de hormigón, quizá la base de alguna torreta que no llegó a levantarse. De ahí sin más incidencia, al asfalto.

Nos encontramos en el fondo de una pronunciada curva, donde hay que estar atentos para volver a dejar la carretera apenas unos metros más adelante (DESVIO-2). Aquí se inicia otro camino hacia el interior, que progresa por una especie de estrada, ancha y cómoda, que discurre entre un agradable arbolado de caducifolias (vamos, que no sé la especie).

Remontando unos metros aparecen unos caseríos (IKATZA) y hacia ellos nos dirigimos torciendo hacia la izquierda. Son tres o cuatro severos edificios de piedra con una pequeña ermita, un lugar con un punto inquietante (cuando anduvimos por allí, completamente desierto) pero también atractivo, que nos suscita una de esas dudas de nomenclatura que tanto nos gustan: según la Cartografía de Bizkaia, éste sería el barrio de Saraketxo, pero me inclino más por el nombre de Ikatza que aparece en algún cartel y en el Sigpac. Por cierto, ya que estamos, por el camino que hemos dejado por la derecha se llega al núcleo rural de Txatxaminta. La gracia está en que hay una pintura que pertenece al Museo de Bellas Artes que hace referencia a esta aldea, y la firma Dani Tamayo, que en tiempos fue mi profe de dibujo. Pero nos hemos vuelto a enrollar, vaya día.
 
Caserío en Ikatza

Ikatza parece ser precisamente el último de los caseríos, espléndido, que observamos por la izquierda según bajamos por un camino flanqueado por bolardos de piedra, que le dan un aspecto aristocrático. Tras otra puerta, volvemos de nuevo al asfalto. Seguimos la BI-3151 hacia la derecha, siempre en dirección a levante. Describimos una nueva curva, pasando por encima de la cola del embalse de Urbieta, con una bonita
Embalse de Urbieta
vista a ambos lados sobre la lámina de agua. Las gaviotas se ponen ciegas en la zona más próxima al mar mientras, fieles a sus costumbres, generan un tremendo escándalo.






Mucha carretera, poca diversión

Vamos ahora por la orilla contraria remontando suavemente, siempre por la carretera. Hay que señalar que esta vía es muy poco frecuentada, pero ojo, porque sobre todo los fines de semana es lugar muy apetecido para el curveo de moteros que sueltan gas que es un gusto, y hay que andarse con cuidado. Y por si a alguien le interesa (que supongo que no), este recorte nos habla de la inauguración de este tramo, hace cosa de cuarentaytantos años.

VARIANTE: En unos 200 metros tras el cruce del embalse un senderito sale por la izquierda e internándose en el bosque, remonta la pequeña colina de Basobaltza y ataja claramente la siguiente curva, antes de volver de nuevo a la carretera. Nos cuentan que también hay por esa zona algunos viejos túneles. Como no seguimos esta opción, la dejamos apuntada por si alguien decide investigar.

Mucha carretera
Hay que reconocer que el tránsito por carretera, que serán en total unos 5 kms., se hace largo y aburrido, y hay que buscar alicientes. Aproximandonos a las últimas estribaciones de Jata, vamos ganando algo de altura, y pronto aparecen por la derecha los caseríos de Portume (o Sarakoetxe). Dejamos después el desvío que lleva hacia Billabaso y Mungia, y nos acercamos más o menos a la mitad del trayecto total, mientras abandonamos el municipio de Lemoiz para entrar en Bakio. Como por la izquierda se suceden las explotaciones forestales, podemos tomar algún camino por el que huir temporalmente del asfalto, aunque habrá que evitar despistarse para no perdernos en lo que suelen ser laberintos de pistas entrecruzadas que a veces obligan a dar rodeos absurdos.

Un tramo casi recto nos lleva a la máxima altitud del día (unos 290 metros), y encontramos un desvío por un camino de cemento que baja por la izquierda. Parece que es zona de rutas de BTT, que tal vez pudiésemos utilizar en parte pero, lo mismo que indicábamos antes, tampoco lo podemos garantizar.

Desde el mirador
Enseguida llegamos a un mirador algo desvencijado sobre el mar, que ofrece una estupenda panorámica  sobre Bakio, Gaztelugatxe y Aketz, y observamos las pequeñas lomadas que nos separan de nuestro objetivo. Seguimos los últimos metros de carretera que nos quedan (unos 600 desde el mirador), hasta el fondo de una curva en herradura, donde por fin tocamos tierra (DESVIO-3). Tomamos allí un camino por la izquierda, tras aproximadamente 10 kms. de marcha desde Armintza.

Y al final, el laberinto

Hacia el bosque
El sendero desciende muy suavemente en entorno tranquilo y agradable, bajo los omnipresentes eucaliptos, a veces combinados con pinos, con algunas manchas de arbolado silvestre. Pronto vemos por primera vez el núcleo urbano de Bakio, que parece muy cercano, aunque la sensación no es del todo correcta.

Lo que al principio era paisaje algo más abierto vuelve a convertirse en espesura y sombra, al tiempo que empiezan a surgir caminos aquí y allá. Esto es uno de esos laberintos madereros a los que nos referíamos antes, donde es muy difícil orientarse con los múltiples cruces. Así que aquí –aunque se trate de un lugar muy cercano a la civilización- yo creo que se puede disculpar el tirar de GPS con el track que ponemos arriba, del que hemos intentado suprimir los habituales errores.

Eucaliptos a tope
Por decir algo, dejaré algún dato que muy vagamente puede servir de orientación. En general, los caminos que tiran hacia la izquierda (aunque no todos) es más fácil que lleven a lugares sin salida o a rodeos para volver al mismo punto. Los de la derecha nos llevarán normalmente en la dirección que queremos, aunque pueden también provocar algún rodeo, y en el peor de los casos, podrían llevarnos hacia Bakio digamos por la zona de la iglesia. Lo único que puedo recordar es que a los pocos minutos de empezar se encuentran dos caminos que se bifurcan de frente, momento en el que sí hay que girar por un tercero a la izquierda (CRUCE). Y otra pista: si encontramos un cartelito que pone ’10’ (parece de caza), vamos bien.

Acantilados hacia el oeste
A falta de más pistas que ofrecer, disfrutamos del entorno: vamos por un espeso bosque, recorriendo más o menos en dirección al mar esas pequeñas y tupidas elevaciones que vimos desde el mirador, y que forman el minúsculo e irregular macizo de Azkarreta. El firme es el arenoso propio de las plantaciones de eucalitpos, y en general vamos en llano o bajando muy ligeramente.

Unos minutos después del cartelito que decíamos, el camino parece más limpio y se arrima decididamente al acantilado, donde tenemos algunas vistas interesantes: un par de veces podemos asomarnos a promontorios desde donde se tienen algunas buenas perspectivas sobre las puntas de Zikintze y Frailatx o Frailetxe. Esta parte del camino es la más vistosa.

En un momento determinado (DESVIO-4), tenemos que remontar una pequeña rampa de cierto desnivel y, volviendo hacia el interior, nos encontramos con un claro donde confluye un camino que procede de la carretera. Justo aquí hay también un poste del que han desaparecido las flechas direccionales (cómo mola cargarse las señales, a que sí), pero que sirve para orientarnos. Nos volvemos de nuevo hacia el litoral, con una nueva atalaya desde donde tenemos
Ya asoma Bakio
una preciosa vista de Bakio y Gaztelugatxe, ya muy próximos. Seguimos bajando en una especie de amplia 'S', y encontramos la primera marca de hojita roja de uno de los itinerarios de Bakio. Ya vamos bajando con pendiente bastante más fuerte, el firme es terroso y bastante descarnado, y también algo resbaladizo.

Y por fin, casi de golpe, llegamos al casco urbano. Accedemos a una carreterilla (Birjilanda Bidea) junto a la casa Lafita (arquitectura vanguardista de los 60, que lo sepas), y que ya tomamos a la derecha en bajada para llegar hasta el muelle. En total, unas dos horas y media, quizá algo más, que ya se sabe que la precisión en los tiempos no es lo nuestro.



Y qué decir de Bakio. Ya hemos visitado en alguna de nuestras salidas este pueblo al que le tenemos tanto cariño, y todavía lo haremos algunas veces más. Sólo añadir que, pese a habernos metido un pateo majo en esta ruta litoral, sería imperdonable no añadirle un paseíto a lo largo de la playa sintiendo la brisa y disfrutando del mar. Porque además, en el otro extremo del arenal también hay bares donde reponer fuerzas, y allí mismo podemos tomar el bus de vuelta.

lunes, 9 de febrero de 2015

Camino '87: The End

Ha sido muy divertido escribir este reportaje, relato o lo que realmente sea. Me ha permitido conocer lugares, historias, anécdotas, y en muchos momentos se me han entremezclado recuerdos propios con los datos que me iba encontrando. Ha sido como vivir un poquito otra vez el Camino.

Como indicaba al principio, hemos intentado reconstruir lo que fue aquel Camino de nuestros amigos santurtziarras hace 25 años. Hubiera estado bien disponer de algún tipo de diario (a lo mejor hay alguno oculto por ahí) para conocer mejor los detalles y encajar las situaciones en su justo momento. Pero, con la sola base de eso que hemos llamado hoja de ruta –de contenido escueto y casi siempre impersonal- y comentarios que hemos ido recogiendo, se ha hecho lo que se ha podido.

Al hilo de esto, un pequeño comentario sobre la privacidad. Como se ha visto, no he puesto un solo nombre de nuestros protagonistas. No sé, a lo mejor les hubiese gustado o, más probablemente, les hubiese dado igual. Igual hay gente de todas las opiniones. Pero como uno es especialmente escrupuloso con la vida privada de cada uno, ante la duda, los hemos convertido a todos en anónimos. Al menos, hasta que alguien nos diga lo contrario.

Sí me han pedido expresamente que aproveche el viaje para dejar un recuerdo para Raquel, que estuvo en aquella aventura y nos dejó hace unos años. Lo hago con muchísimo gusto porque, además, tuve la suerte de conocerle personalmente.


Creo que estos chavales –ahora más mayorcitos, desde luego- tuvieron mucho mérito en emprender semejante aventura en esas épocas, cuando nada ofrecía la más mínima facilidad a los peregrinos, y el Camino era cosa de lunáticos. Pero, sobre todo, creo que fue una experiencia única, algo que vivieron ellos y prácticamente nadie más, y eso es algo muy grande, algo que no se olvida nunca.

Aun sin el ingrediente de lo insólito que ellos disfrutaron (y también sufrieron), cuando hoy es algo más o menos habitual, que todo el mundo conoce y mucha gente hace, el Camino sigue siendo una experiencia excepcional. Como actividad física, digamos deportiva, también cultural (para algunos, religiosa), pero sobre todo humana, en términos tanto sociales como individuales o psicológicos, es algo que no tiene parangón, al menos si nos referimos a actividades que están al alcance de cualquiera.

La convivencia con personas de toda edad, nacionalidad, profesión o ideología se combina con algo que –si se me permite la cursilería- se podría llamar introspección personal, la experiencia de horas interminables con uno mismo, con sus pensamientos, con su forma de vivir los paisajes, de sentir el cansancio, de soñar con el siguiente pueblo… son sensaciones que sólo se experimentan aquí.

Quienes han hecho el Camino saben bien de qué hablo, y los que no, harían bien en conocerlo. Si toda esta serie ha podido servir para refrescar recuerdos de los primeros, o para animar a los últimos a hacerlo, damos el pequeño esfuerzo por bien empleado.

Un saludo y buen Camino.