martes, 29 de diciembre de 2015

Peña Cabarga

Cuando un monte se sitúa a poca distancia del litoral, aunque sus dimensiones sean escasas se convierte en un colosal mirador. Si además cuenta con una prominencia importante, y a sus pies se localiza una ciudad de cierto tamaño y una hermosa bahía, el espectáculo visual está garantizado. Todas estas circunstancias concurren en el macizo de Peña Cabarga, una mole caliza visible desde gran distancia y emplazada al sur de la bahía de Santander.

Por los mismos motivos, se trata de una cima muy popular en la zona, casi completamente humanizada y famosa además por las pruebas ciclistas que ascienden las duras pendientes de la carretera que alcanza su cumbre. No queda mucho por tanto para el paseo montañero, pero todavía podemos realizar ascensiones de cierto interés, como la que proponemos a continuación. 

               DISTANCIA: 6,6 km.
            DESNIVEL: 440 m. (125-568)   CENTENARIO
DIFICULTAD: Baja 6 (4-2-1) Rampas del 30%
ITINERARIO: ida y vuelta  Inicio y final: Barrio Tarriba (Pámanes)
            VIAS: Senderos de tierra
ACCESOS: Desde Bilbao, en coche, autovía del Cantábrico dirección Santander, salida 199 (Solares). En Solares se toma la N-634 en dirección Sarón, y en Pámanes, S-560 hacia Elsedo y Cabárceno. Casi al salir del pueblo, se gira a la derecha para subir hasta Tarriba. Aparcar junto a los columpios.
            TRACK: Wikiloc
            Más información:
           

Perfil (subida)

           
Inicio del camino
Según venimos desde Bilbao, ya desde Anero se distingue la resplandeciente peña que, la verdad, impresiona más de lejos que de cerca. Por el camino descrito en ‘Accesos’ llegamos al municipio de Pámanes, y en él, tomando el camino a Elsedo y girando a la derecha, al barrio de Tarriba. Recorremos una calleja longitudinal y fácilmente encontramos unos columpios junto a un camino, donde creo que una señal indica hacia Mina Colorá, o algo así.

El arranque es cómodo, por sendero de tierra, con la vista puesta en la zona kárstica de la parte más alta, y una antena que despunta a lo lejos. En una especie de bifurcación giramos a la izquierda y por firme algo pedregoso ganamos unos metros. De inmediato llegamos a una puerta metálica que cruzamos, y seguimos adelante. Por la derecha queda una granja cerrada con un vallado. Antes de pasarla de largo, tenemos que estar atentos para descubrir por la izquierda (W207) un senderillo que asciende. Abandonamos el camino principal y seguimos esta trocha durante un buen rato, sin interrupción.

Vamos para arriba
La senda es estrecha pero muy marcada, de tierra algo rojiza y con piedras más o menos abundantes, según los trechos. Las calizas afloran cada vez de forma más patente, lo que hace al trayecto más divertido. Por la izquierda quedan las balsas de Valcaba, que no veremos hasta subir bastante más, y a la espalda empezamos a tener buenas vistas sobre el valle y las cordilleras que lo cierran por el sur. Poco después pasamos por un pequeño encinar, con el suelo ya muy rocoso, y de nuevo salimos a campo abierto, mientras la pendiente se suaviza.  Estamos dando un cierto rodeo por la izquierda de la cumbre, con varias elevaciones menores hacia el oeste, y cada vez más numerosas y notables crestas calizas, abruptas y por supuesto solitarias.

Llegamos por fin a otra puerta metálica, con una profunda sima por la izquierda, que veremos mejor desde más adelante. Justo después encuentramos una bifurcación, con sendero más marcado y menos pendiente por la izquierda, y otro algo más confuso, pedregoso y abrupto por la derecha, que es el que tomamos. Unos metros más arriba confluimos con otro camino que cruza de izquierda a derecha, donde debemos girar a la
La antena, todavía lejos
izquierda (W205), y así seguimos, describiendo una amplia curva hacia el oeste. Por la izquierda la pequeña sierra enlaza con la zona de Cabárceno donde se sitúa el popular parque,más allá de Castilnegro.

Ya vemos por la derecha una antena, aunque todavía lejana. Esta curva, en zona despejada y pendiente moderada, va rodeando un par de promontorios rocosos. Llegamos así a una especie de collado más o menos plano, desde donde se divisa un hipotético acceso en línea directa atravesando el karst, pero es ésta una opción sumamente complicada que debemos desechar.  

Pinar y pala de subida
Ahora vamos dando un rodeo que nos aleja de la cumbre, y además perdemos unos cuantos metros, o sea, dos cosas que cabrean un poquillo cuando tenemos el objetivo visible y aparentemente cercano. Nos dirigimos a un pinar, donde encontramos una sucesión de caminillos entre los que deberemos elegir siempre el más marcado, sin perder el rumbo de giro a la derecha. Pronto tenemos a la vista Santander tras los árboles, y nos preparamos para acometer la última pala.

El pino, a mitad de la rampa
Salimos del pinar (W206) y toca picar para arriba, progresando por terreno abierto salpicado de argomas. La pendiente es bastante fuerte (como un 30%), y podemos entretenernos con las vistas a la espalda, y al oeste sobre el cordal antes citado. Un pequeño y solitario pino puede servirnos de referencia porque, aunque nos parezca que llevamos muchos metros ascendidos, todavía nos queda otro tanto, quizá algo más. La ventaja es que podemos zigzaguear cuanto nos apetezca, porque –un poco como en el Gorbea- las antenas de la cima parecen cercanas pero no terminan de llegar.

Cima y mamotreto
Finalmente accedemos a la carretera, y la gracia del monte desaparece por completo, fagocitada por guardarraíles, asfalto y cemento. Remontando por la carretera en curva, accedemos a la cima (PEÑA CABARGA o Pico Llen, 568 m.), totalmente urbanizada, con un edificio con múltiples antenas por la derecha y el pirulí por la izquierda, con lo que parece la base de un vértice geodésico sobre un promontorio rocoso en el centro, que es lo único que parece haberse salvado del estropicio. La construcción principal es el monumento al indiano, una cosa sencillamente horrorosa, una especie de monstruo gigantesco de aspecto inequívocamente franquista, con un mirador circular desvencijado.

Santander a vista de pájaro
Pero no nos pongamos tensos. A cambio, las vistas son excepcionales: tenemos bajo nosotros la totalidad de la ciudad de Santander, la bahía y la costa hacia oriente. Hacia el interior, una mesa de orientación nos facilita el trabajo de identificar las cumbres, entre las que se destacan Peña Rocías, Porracolina y Castro Valnera, marcando la línea del horizonte. Como en su día pillamos una jornada brumosa, hemos de recurrir a una fotillo encontrada por ahí, y que tampoco le hace justicia al paisaje (es chula, pero queda algo rara, no sé, como sin perspectiva).

La ruta marcada prevé el descenso por el mismo camino de subida, aunque en lugar tan próximo a entornos urbanos, las alternativas son numerosas dependiendo de los transportes de que dispongamos.

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