Untzueta es uno de los montes con una
silueta más llamativa y reconocible de Bizkaia. Se sitúa en el extremo de la
sierra de Mendigisa, que se prolonga hacia el noroeste desde el macizo del
Gorbea. Su airoso perfil es visible desde gran distancia, y su
posición estratégica le valió albergar en tiempos remotos una fortificación de
la que apenas queda ningún rastro. Como tantas otras cumbres de nuestro
entorno, se encuentra coronada por una gran antena, y una de sus laderas
completamente seccionada por una enorme cantera.
Sus vertientes norte y sur miran a los
valles de Zeberio y Orozko respectivamente, y también se encuentran próximos
los territorios de Arrankudiaga y Arakaldo. Desde este último se inicia nuestra
excursión, con buenas pendientes y un repecho final sumamente atractivo.
DISTANCIA: 7,6 km.
DESNIVEL: 605 m. (165-770)
CENTENARIO / Techo
municipal (Zeberio)
DIFICULTAD: Media 9 (6-2-1) Rampas del 30-40%
ITINERARIO (ida
y vuelta) Inicio y final: Ayuntamiento de Arakaldo
VIAS:
Carretera, pistas de cemento y tierra, campo a través
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, A-68 dirección
Vitoria-Gasteiz salida 2 Llodio. Se toma la BI-625 Vitoria (izquierda), y en la primera
rotonda, seguir dirección a Arakaldo. Se cruza la vía del tren y se sube hasta
el casco. RENFE cercanías línea C3 (más 500 m. a pie)
Lo
que llamaríamos el casco urbano de Arakaldo se sitúa en la margen derecha del
Nervión, un poco apartado de las vías de comunicación que unen Bizkaia y Álava.
Estamos en el municipio más pequeño del territorio vizcaino, y su núcleo principal,
tranquilo y montaraz, son apenas un puñado de casas en las cercanías de la
iglesia.
Dejamos
atrás el bonito conjunto arquitectónico y seguimos subiendo por una carretera
asfaltada entre hermosos caseríos, por la zona de Iturriaga. Casi de inmediato
encontramos las primeras marcas blanco-amarillas del PR BI-12
(Zeberio-Untzueta-Arakaldo) donde, bajo un agradable arbolado, tiramos a la
izquierda por pista de cemento.
Goikogane emerge entre las nubes
En
unos minutos, dejamos por la derecha el alto de Kukutza (que dejamos para la
vuelta), y tenemos de frente una gran torreta de electricidad, llegando a un
cruce donde se suelen encontrar grandes pilas de troncos talados. Una cruz
medio borrada indica que el primer camino de la izquierda (junto a un poste) no
es el correcto, así que tomamos el segundo, que sube más claramente bajo un
pinar. Atacamos ahora un tramo largo, como de 1 km., por este entorno boscoso
(son siempre explotaciones forestales), con algunas vistas sobre el Goikogane,
que se levanta al otro lado del río. Como ocurre en este tipo de lugares, hay
que ignorar múltiples desvíos y cruces y seguir la vía principal, que
generalmente es la de mayor pendiente. También hay que decir que esta parece
ser zona de sombra de los satélites, con lo que no hay que fiarse mucho del
GPS.
Sendero
En
zona algo más abierta y con otras especies distintas del pino, se intuye que
nos dirigimos hacia algún tipo de elevación o cordal y poco después debemos
tomar un desvío (DESVIO-1) hacia la derecha por un senderito (creo que hay una marca medio
borrada en una roca). De no coger este camino seguramente daríamos un buen
rodeo, como creo que le pasó al ciclista de ‘lo impresentable’ que linkeamos arriba.
Pero también hay que tener en cuenta que eso de que las marcas ‘nos acompañan
todo el trayecto’, que decía otra página, es completamente falso: hay pocas
–quizá se pintaron en pinos que fueron posteriormente talados- y está muy borradas. O al
menos, así era cuando nosotros asomamos por allí.
El
caminillo no da muy buena espina, sucio y bastante poblado de argomas y zarzas,
pero es corto y enseguida va a dar a otro sendero de tierra, más o menos
amplio, que sube hacia la izquierda. Justo en la intersección (DESVIO-2) hay un cairn,
un pocillo y otro camino que sigue más o menos de frente, todo lo cual será
importante para no pasarnos la intersección a la vuelta.
Aquí
empieza lo bueno. El camino de subida que cogemos es algo bastante terrorífico:
un cuestón de 500 metros prácticamente recto con pendiente sostenida entre el
30 y el 40%. Vamos, para tomárselo con calma. La lástima es que, una vez más,
las fotos no hacen justicia a la subidita y, claro, luego la gente cree que
exageramos.
Ganeko y Gallarraga
Superado
el muro, llegamos a zona algo más amable y también más abierta. Tenemos una
preciosa vista del cordal Ganeko-Gallarraga y se atisba un poco lo que debe ser
nuestra cumbre, que parece bastante lejana. Llegamos a algo que parece una
antecima, la parte superior de una elevación, con un desvío con unos mugarris
por la izquierda, que debemos desechar. Debemos estar avanzando por el límite
entre los municipios de Arrankudiaga y Orozko.
Siguiendo
el camino, pasamos junto a un hermoso pino (éste parece silvestre) y accedemos
a un claro. En este momento ya tenemos enfrente el último cono: un perfil
esbelto y desafiante, que no está lejano, pero sí promete exigir un cierto esfuerzo.
Collado y última pala
Descendemos
así hacia un colladito (Asuntza) junto a un redil, y aquí hay ya que ponerse a
trabajar. El primer tramo es muy pedregoso y más adelante aparece una traza de
sendero que se puede seguir con más comodidad. La pendiente es bien potente,
andará por el 40%. Como a 2/3 de la subida se distingue la pista de acceso a
las antenas, pero oiga, ya llegados hasta aquí no vamos a emborronar el día
cogiendo una pista. O sea, que tiramos para arriba por las bravas.
Los
últimos metros (como 20) antes de alcanzar la pista están cubiertos por roca
suelta, lo que, unido al desnivel, hace que debamos progresar con algo de
cuidado y sin prisas. Llegados a la pista, lo que nos queda no ofrece más
problemas, y alcanzamos finalmente la deseadísima cima (UNTZUETA, 770 m.),
pasando bajo las antenas por un pequeño senderito, atravesando un paso muy
estrecho y superando un escarpe rocoso donde parecen estar los restos de un
castillo. Todo, en cosa de una hora y
20 minutos, más o menos.
Cordal de Mendigisa, Gorbea (dcha.) y Anboto (izda.)
Valle de Orozko
Collado y vista al norte
El
vértice –antenas aparte- es sumamente pequeño y con tremendas caídas casi por
todos lados, incluida una brecha junto al mojón que va a dar directamente al
precipicio. Pero, tal y era de esperar, las vistas son absolutamente increíbles
en todas direcciones, se ve prácticamente toda Bizkaia: el abrupto cordal de la
sierra de Mendigisa conduce hasta Garaigorta y Bikotzgane, con Gorbea por la
derecha y Anboto por la izquierda. Al fondo, hacia el sur, Sierra Sálvada y el
valle de Orozko a nuestro pies. Y, girando al norte, el Ganeko que nos tapa los
montes de Triano (lo único que no se ve), aunque sí asoma la cima del Eretza y,
más hacia el Este, Ganguren, Jata y Sollube. Vamos, montes y valles para
aburrir, que seguro nos retienen un buen rato en la cima.
El
regreso lo hacemos por el mismo camino, con una advertencia y una variante. La
advertencia es que prestemos atención al desvío anterior al cuestón a que nos
hemos referido. En el track lo hemos marcado (DESVIO-2) pero, si no usamos el GPS,
estemos atentos cuando hemos bajado un buen tramo de rampa recta: si observamos
bien, por la derecha viene el sendero que hay que tomar, y un hito nos marca el
camino correcto. Si nos lo saltamos, hay alguna posibilidad de tomar otro
camino por la derecha algo más abajo pero, de no hacerlo, bajaríamos hacia la
zona de Anuntzibai (salida de la autopista), que nos obliga a un buen paseo
para volver a Arakaldo.
Kukutza
La variante –que hemos puesto en el track- no es más
que asomarnos al muy cercano alto de Kukutza. Deshacemos el camino de subida
sin más y, cuando estamos a unos 500 metros de nuestro punto de partida, pasado
el cruce de las maderas y la torreta, por la izquierda tenemos a la vista un
Llodio
pequeño montículo, con un mástil. Estamos en KUKUTZA (265 m.), promontorio también conocido como
Kastillo por la existencia de una antigua fortificación, y cuyo interés está en
ofrecernos una buena perspectiva sobre Areta y Llodio.
El monumento a la Virgen de Orduña es
una gran mole que se erige en el filo de los cortados, dominando el valle donde
se asienta este enclave vizcaino en Alava. Su silueta resulta nítida e inconfundible
desde que se levantó en 1.904, conmemorando el hallazgo de una imagen al pie
del Txarlazo. El mismo hecho es también el origen del Santuario, situado
justamente en la falda del monte; parece ser que en tiempos remotos existió en
este lugar una iglesia que, por ser anterior a la ubicada en el casco urbano,
recibió el sobrenombre de ‘la Antigua’.
En el entorno de la meseta donde se
encuentra el monumento tiene lugar cada cierto tiempo el sorprendente –y
potencialmente peligroso- fenómeno atmosférico conocido como ‘el Bollo’, que
genera imágenes impactantes. La subida al Txarlazo no presenta excesiva
complicación, y nos recompensa de sobra con excepcionales vistas.
DISTANCIA: 8,6 km.
DESNIVEL: 585 m. (350-933) CENTENARIO
DIFICULTAD: Media-Baja 8 (5-3-0)
ITINERARIO (ida
y vuelta) Inicio y final: Santuario de la Antigua (Orduña)
VIAS:
Carretera, pistas de cemento y tierra, campo a través
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, A-68 dirección
Vitoria-Gasteiz salida Llodio. Se toma la BI-625 hasta Orduña, y aquí seguir las
indicaciones hasta el Santuario. RENFE cercanías línea C3
Por
si usted no lo sabía, Orduña es la única ciudad de Bizkaia, es decir, la única localidad del territorio que
tiene oficialmente el carácter de ciudad. Una vez en ella, hay señalización
suficiente para acceder sin problema al Santuario de la Antigua, que se encuentra junto a la BI-3931, unos metros por encima del casco urbano.
En este tranquilo lugar podemos aparcar si hemos venido en coche, y tenemos
fuente donde repostar, si somos del gremio de los olvidadizos. Y tenemos además, así, sin más
trámite, una vista perfecta hacia nuestro objetivo: el monumento en la cima del
Txarlazo, que tenemos por la izquierda mirando hacia el monte. La ascensión no
presentará problema, pero la verdad es que el desnivel parece menor que el que
realmente hay que salvar (cerca de 600 metros).
Inicio del camino
Echamos
pues a andar carretera arriba, y continuamos recto por un camino de cemento por
el que vamos subiendo muy suavemente. Por la derecha se levantan los paredones
rocosos de los vecinos Txolope y Solaiera y algo más hacia el norte Bedarbide,
formando la afilada arista de una muralla que parece infranqueable. Atravesamos
una puerta de madera y pasamos a pista de piedrilla/tierra. Cruzamos después un
paso canadiense y nos encontramos alguna marca blanco-amarilla de PR. Veremos
después alguna más, pero no hay que fiarse mucho, porque hay pocas y no son muy
visibles. En una bifurcación tomamos el camino de la derecha, guiados por unos
cartelitos.
Empezamos
a ganar altura con más decisión y pronto circulamos por amplios lazos que recorren
una ladera sombría. Entre el arbolado vemos a trechos la propia cima del
Txarlazo y sus vecinas ya citadas, dependiendo de la orientación del camino, y
observamos también cómo el valle va quedando abajo. Pasamos sucesivas manchas
de hayedos y robledales por camino generalmente sombrío y fresco. La ascensión
es continua y cada vez más pronunciada.
Ganando altura
En
una curva dejamos un camino por la derecha que parece ser que lleva hacia
Lendoño, y cerca del cual debe encontrarse la fuente de la Escudilla. Y justo en
el lazo contrario salimos a uno de los pocos claros que encontramos en todo el
trayecto, con una buena vista al valle. Pasamos luego un tramo muy empedrado
(en algún momento dudo si será una antigua calzada, pero no estoy seguro), y
nos encontramos una torre eléctrica verde. El camino pasa a ser algo más
estrecho, y en otro giro dejamos por la izquierda un solitario banco.
Fuente de Goldetxo
Poco
más adelante llegamos a la fuente de Goldetxo, con un par de bancos entre
algunas rocas, un sitio agradable donde podemos hacer una parada. Unas rampas más, y hemos superado la parte más exigente. Accedemos así a una profunda
trinchera en la roca, que es el portillo de Goldetxo, o sea, el acceso a las
campas cimeras. Parece que se trata de un paso artificial abierto para permitir
el transporte de carbón entre la meseta y el valle.
Portillo de Goldetxo
Cruzamos
una barrera y ya estamos en la meseta, con unos extensos pastos de altura
salpicados de arbolillos y algunas rocas, y adornados por la muralla rocosa del
muy cercano Txolope. Cerca de las ruinas de lo que parece una antigua borda,
giramos a la izquierda y observamos ya el enorme monumento a la Virgen, asomado
al precipicio.
Virgen de Orduña
En
unos minutos alcanzamos la emblemática escultura que marca la cima (TXARLAZO,
933 m.), lamentablemente rodeada de horribles antenas que podíamos apreciar
desde abajo. Pero la sensación es fantástica, se diría que volamos sobre el
valle, con Orduña a nuestros pies y bien visible el Santuario desde donde hemos
partido. También a la vista tenemos la sierra de Urkabustaitz, Amurrio y, mirando al norte, distinguimos
al fondo el Ganeko, Eretza y Pico de la Cruz, entre otros muchos. Por el lado
contrario, pasando Delika el valle se interna en el cañón en cuyo fondo se
encuentra el conocido Salto del Nervión.
Vista hacia el valle
Cañón de Delika
Un
espectáculo formidable que podemos prolongar con un tranquilo paseo por las
campas, o quizá una fácil incursión para ascender al vecino Txolope, cuyo
tremendo perfil nos ha acompañado durante la ascensión.
Aunque,
en determinadas circunstancias, estos parajes pueden también ofrecernos cosas
realmente increíbles, como pasamos a contar ahora.
El
Bollo
Como
ya saben nuestros lectores habituales (bueno, suponiendo que haya alguno), en
este blog no suele ser frecuente que contemos experiencias personales de las
excursiones. Pero en esta ocasión, creo que merece la pena hacerlo.
El
Bollo es un peculiar fenómeno atmosférico del que me habló el colega Juancar
hace años, y que yo no acertaba a entender bien. Por lo visto, en determinadas
condiciones de humedad y temperatura, los vientos arrastran las nieblas desde
el burgalés valle de Losa a lo largo de la meseta, generando temperaturas que
pueden alcanzar los 15º bajo cero. Al llegar a los cortados sobre el valle de
Orduña, la masa nubosa se calienta rápidamente y desaparece mientras cae, como
si se tratase de una inmensa cascada de algodón. En esta página se cuentan cosas acerca de ello.
El
caso es que el día de nuestra ascensión, sin tener ni idea del asunto, resultó
que allí estaba el Bollo. Se veía de lejos, aun antes de llegar a Orduña y,
bueno, admito que acojonaba un poco. Pero no se podía dejar pasar la
oportunidad de observar el fenómeno en primera persona.
Antes
de comenzar a subir, le portentosa nube dejaba libre el Txarlazo, pero daba la
impresión de ir y venir, cubrirlo y retirarse. Todo ello mientras en el valle
lucía un sol radiante y el día era limpio a más no poder. En la parte superior
del monte ya se distinguía una franja de árboles de un sospechoso color blanco
(si nos fijamos, se ve en una de las fotos).
La
primera mitad de la ascensión fue completamente normal, pero poco a poco se iba
sintiendo un frío cada vez más intenso. Como alrededor de los 750 metros –poco
antes de llegar a la torreta que hemos indicado- la temperatura ya había caído
en picado, y de los árboles congelados comenzaron a caer trocitos de hielo,
como un extraño granizo, procedentes de los árboles previamente congelados,
mientras la niebla penetraba por la ladera.
Por
la fuente de Goldetxo la cosa tenía muy mala pinta, y parecía ir a peor. Se
imaginaba uno una especie de infierno helado en la cima. Llegando a la
trinchera, el entorno era realmente impresionante: viento gélido,
arbustos y hierbas cubiertos de hielo, y carámbanos colgando de las paredes. Y,
una vez en la zona alta, la niebla lo envolvía todo como a jirones, entrando y
saliendo, mostrando y ocultando el monumento en pocos segundos.
La
conclusión es que estábamos justo en el borde del Bollo, que se movía a un lado
y otro, con la inmensa suerte de que, justo al acceder a las proximidades de la
cima, el panorama se abrió y se pudo tener una visión completa del fenómeno.
Primero, sus consecuencias: los árboles y la hierba completamente helados, lo
mismo que el propio monumento, las alambradas, los reflectores… Y allí al lado,
unos metros más abajo, la enorme masa desplazándose con pereza sobre el llano y
cayendo majestuosamente por los cantiles. Un espectáculo increíble que con
gusto dejamos en este video.
Así
que, si la ascensión ya es chula de por sí, si además permite conocer de cerca
este extraño y espectacular fenónemo, pues la mañana no puede estar mejor
aprovechada.