jueves, 21 de diciembre de 2017

Atalaya del Buciero

El Buciero es una península pero es casi una isla: sus únicas conexiones con tierra son una playa y una marisma, la playa de Berria y la marisma de Santoña. Sin embargo, este caprichoso accidente orográfico, de forma ligeramente ovalada, forma una masa potente, con picos que se levantan bastante por encima de los 300 metros sobre el mar que lo rodea. Protegido por vertiginosos acantilados, como ya intuyeron sus antiguos pobladores constituye una fortaleza natural inexpugnable que protege tanto la entrada de la bahía como el pueblo de Santoña que se recoge a sus pies.

Con estas características no es sorprendente que se nos ofrezca un espacio atractivo para el senderismo, que reúne atractivos paisajes tanto marinos como montaraces que se pueden recorrer sin demasiada dificultad. Aprovechamos parte de las interesantes rutas diseñadas por el Ayuntamiento de Santoña para conocer algunos de estos lugares.

              DISTANCIA: 7,1 km.   
DESNIVEL: 245 m. (75-318)
DIFICULTAD: Baja 5 (2-2-1) Rampas del 30-40%
            ITINERARIO (circular)  Inicio y final: Fuerte del Mazo (Santoña)
            VIAS: Camino asfaltado, senderos de tierra
ACCESOS: Desde Bilbao, autopista dirección Santander salida 177 Cicero-Treto-Santoña. Se toma la N-634 hasta Santoña. Aquí, seguir dirección al Paseo marítimo y al final de subimos hacia el fuerte de San Martín. Se gira a la izquierda en dirección al Fuerte del Mazo y en 1,5 km. tenemos por la izquierda un pequeño espacio donde aparcar. 
TRACKWikiloc
Más información:
https://www.turismodecantabria.com/ficherosGaleria/esp/.../mapa-turistico-santona.pdf
(2ª parte)
IGN MTN50-0036


Panel informativo y cimas, junto al Polvorín
El Polvorín del Helechal era un antiguo depósito de armas y munición que servía a las fortificaciones napoleónicas que aún hoy salpican el también llamado Monte de Santoña. Lo que queda de los antiguos edificios se utiliza actualmente como cuadras y casa de aperos, y enfrente tenemos un pequeño espacio donde aparcar. Desde aquí vemos también en un pequeño alto el Fuerte del Mazo (o de Napoleón), la más significativa fortificación del interior de esta península, que visitamos al final de la excursión. Y tenemos también a la vista las dos principales elevaciones de la zona: por la derecha, con su corona rocosa, las cumbres de Buciero y Ganzo; por la izquierda, la Atalaya a la que llegaremos en un rato, culminada con una pequeña edificación.
Inicio del sendero

Unos metros después del Polvorín tomamos un camino asfaltado que desciende por la derecha, por donde siguen varias de las rutas que recorren los alrededores. Aquí hay que prestar un poco de atención para abandonar la carretera por la derecha y tomar un sendero con la indicación ‘Ecosistemas del bosque’. Es justamente esta ruta, señalada con las marcas de PR y un punto rojo, la que seguiremos en la primera parte de nuestro itinerario. En este tramo iremos alternando camino bajo arbolado con zonas abiertas junto a alguna casa, pastizales y vistas a las cimas principales.

Por el encinar
En unos 400 metros ya nos encontramos bordeando por el norte una loma y nos internamos definitivamente en el tupido bosque característico del litoral cantábrico y dominado por las encinas. Hay que decir que más o menos por aquí hay un vacío en el track, seguramente por haber perdido la señal, pero el camino no tiene pérdida por resultar muy evidente y estar perfectamente señalizado. El sendero es amplio y cómodo, en ligera subida y con algunas zonas de roca. Aunque encontramos numerosos desvíos a derecha e izquierda, no abandonamos nuestro camino, incluso aunque uno de ellos esté indicado con una señal que indica ‘Atalaya’.

Variante: Faro del caballo

Cuatro Caminos, con señal
Pronto llegamos al cruce conocido como CUATRO CAMINOS, donde enlazamos con la pista que circunvala la península. Y aquí se nos ofrece una muy interesante alternativa: si seguimos de frente, por sendero debidamente señalizado, en unos minutos estamos en el acceso al famoso Faro del Caballo, uno de los emplazamientos emblemáticos del municipio, y uno de los parajes más espectaculares de la costa de Cantabria.

Empezamos a bajar
Contando que Cuatro Caminos se encuentra a cerca de 200 metros sobre el nivel del mar, es este desnivel el que hay que descender para llegar al faro, y obviamente lo mismo lo que habrá que remontar de nuevo hasta el camino. No es tarea fácil y, tras unas decenas de metros de sendero, la operación se completa descendiendo los famosos 700 escalones (763 según alguna fuente) tallados en la roca por presos del cercano penal del Dueso. El descenso resulta vertiginoso, por un estrecho pasillo al borde de impresionantes acantilados, hasta llegar a la plataforma en que se asienta el faro. Y si aún queremos más, otro tramo de escaleras (unas cien de propina) no conduce directamente al mar, de profundas y azulísimas aguas en las que los más valientes pueden incluso darse un chapuzón.

Las magníficas fotos y video de esta página ayudan a hacerse una idea de la maravilla que podemos encontrar allí abajo.



Porque, claro, luego hay que subir de nuevo, lo que requiere tiempo y buenas piernas. De manera que, aunque es obligado hacer mención del faro llegados a estos lugares, parece más recomendable visitarlo ex profeso en una excursión más sencilla, por lo cual no lo he incluido en el track ni en el mapa.

Atalaya y camino de vuelta

En el cruce de Cuatro Caminos hay que seguir la ruta girando al norte para tomar el amplio sendero, a la derecha si hemos visitado el faro, o a la izquierda en caso contrario, siguiendo ahora las marcas verdes y azules. El camino sigue siendo sencillo y cómodo, en muy ligera bajada durante algo menos de 1 km.

Señales junto al desvío
Ahora hay que prestar mucha atención para descubrir una señal direccional que indica que debemos abandonar el camino por la izquierda (DESVIO-2). Es el punto más complicado de todo el recorrido, por lo enmarañado de la vegetación y la escasez de marcas -algo que no ocurre en ningún otro lugar de los itinerarios. La orientación (siempre hacia arriba) es evidente, pero es importante no perder la trayectoria, porque el entorno es sumamente confuso. De manera que es mejor ir despacio y no avanzar mucho si no vemos marcas de algún tipo (hay algún cairn y alguna cinta en los árboles). Pero además los primeros 200 metros son también muy verticales (alrededor del 40% de desnivel), y la progresión requiere un cierto esfuerzo.

Últimos metros
Tras este primer tramo, la cosa se suaviza al llegar más o menos a los 260 metros, una zona con grandes rocas por la izquierda. A partir de aquí el camino vuelve a hacerse más amable y fácil de seguir, y en unos minutos alcanzamos la cima (ATALAYA, 318 m.), ocupada por puesto de vigilancia de piedra y de dimensiones respetables.

Vista al oeste: Berria, Argoños, Mijedo, Noja...

Desde luego, ha valido la pena, porque las vistas son excepcionales. Hacia el oeste contemplamos la marisma de Santoña y Montehano, Argoños, el Gromo y la playa de Berria, los montes de Mijedo y la playa de Trengandín, las puntas de la Mesa y Quejo Menor, ésta última ocultándonos en parte cabo de Ajo, que se divisa al fondo. Hacia el sur las cumbres de Ganzo y Buciero nos ocultan la vista de Laredo, y hacia el norte, tras las lomas saturadas de vegetación se adivinan los acantilados que caen sobre el mar.

Camino de vuelta
Junto a la propia fortificación arranca el sendero de bajada, al principio sombrío y zigzagueante, con abundante roca, posteriormente cada vez más lineal y despejado. La verdad es que el descenso se hace algo largo y aburrido, cambiando de dirección un par de veces para después enfilar hacia el oeste, con alguna vista ocasional hacia el Mazo, que es a donde debemos llegar. Con la colina del Águila por la derecha, llegamos a un lugar llamado Yusa (Llusa según el mapa) con varios caseríos y prados con vacas. Aquí giramos a la izquierda y el camino pasa a ser de cemento. Ya cerca del Dueso, se deja por la derecha una estrada y en la siguiente intersección se gira a la izquierda. El último tramo, en ligera subida, nos aproxima ya al fuerte y a nuestro punto de partida, completando la ruta en unas dos horas (sin descenso al faro).

Fuerte del Mazo

Como decía al principio, el Fuerte del Mazo (o de Napoleón) se encuentra en un altozano muy próximo al Polvorín de donde hemos partido, así que le dedicamos una breve visita.

Como todas las fortificaciones de la zona, fue levantado por los franceses a principios del siglo XIX, al parecer para proteger otra más importante, situada en el Dueso. Está rodeado por una muralla en cuyo interior alberga varios edificios y efectivamente parece un emplazamiento perfecto para defender las zonas bajas. Sinceramente, al margen de su valor histórico, la visita sólo merece la pena si, como en esta ocasión, nos pilla a mano para algún otro plan más atrayente.

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