martes, 4 de diciembre de 2018

Bastelarra


El humedal de Saldropo es una planicie situada bajo las peñas de Atxuri, a escasa distancia del puerto de Barazar. Fue una vieja turbera formada por sedimentos vegetales, y hoy es un interesante ecosistema que reúne especies que tienen allí su hábitat natural. Partiendo del parking, cerca del Centro de Interpretación, es posible realizar un paseo circular alrededor del marjal, y es ése también punto de partida de rutas de diferente dificultad, incluida la que lleva a la cima del Gorbea por Dulau.

En esta ocasión tomamos este lugar como arranque de una ruta hacia uno de los múltiples escoltas del coloso vizcaíno-alavés. La línea montañosa que rodea al Gorbea marca la divisoria de aguas entre Cantábrico y Mediterráneo, y constituye también una importante barrera para los vientos húmedos del norte. Bastelarra se ubica en el extremo oriental de esta multiforme cadena, junto a sus vecinos Arralde y Eneabe, y desde allí domina una hermosa panorámica de muchas de las cimas del Parque Natural.  

            DISTANCIA: 7,8 km.
            DESNIVEL: 237 m. (627-864)
DIFICULTAD: Baja 5 (2-2-1) Rampas del 20-30%
            ITINERARIO (circular)  Inicio/Final: Saldropo (Barazar)
            VIAS: Pista de cemento y tierra, sendero
ACCESOS: En coche desde Bilbao, autopista A8 dirección Donostia-San Sebastián hasta salida hospital de Galdakano. Se toma la N-240 dirección Vitoria-Gasteiz, sin ninguna desviación, hasta el puerto de Barazar. Junto al restaurante, tomar desvío a la derecha (cartel de madera) sin ninguna desviación durante 1,5 kms. Bizkaibus A3925 Bilbao (Hurtado de Amezaga)-Ubide parada Barazar, y de ahí a pie hasta Saldropo.
TRACK: Wikiloc
            ENLACES CON Otzarreta
Más información:
https://www.mendiak.net/viewtopic.php?t=26245 (subida por el camino de vuelta)
Guía Cartográfica de Bizkaia mapa 64
IGN MTN-50 0087-Elorrio




Junto al humedal de Saldropo tenemos un espacio para aparcar cómodamente, y desde ahí mismo ya tenemos excepcionales vistas sobre Gorbea y Aldamin y, algo más al oeste, Lekanda. Aunque sería posible continuar en coche hasta Otzarreta (unos 2 kms. más adelante), iniciamos aquí la marcha para completar una circular y regresar por el lado contrario del humedal.

Lekanda desde Saldropo

Camino a Otzarreta
Avanzamos por tanto por la pista asfaltada por donde hemos llegado para al cabo de unos 500 metros tomar el desvío (derecha) indicado hacia Otzarreta. Esta parte del recorrido coincide con la que seguimos en su día hacia el hayedo (ver Enlace arriba), en dirección sur y por terreno despejado (y bastante concurrida con buen tiempo). Por la derecha atisbamos al fondo el alto de Bikotzgane y la corona rocosa de Garaigorta y, junto con la siempre dominante cumbre del Gorbea, pronto divisamos también (sur) nuestro objetivo, entre el contrafuerte rocoso de Arralde y la antenada cima de Eneabe.  

Hayedo
Como en 2 kms. desde el inicio –quizá algo más- llegamos a un pequeño aparcamiento junto al hayedo de Otzarreta. Es un lugar realmente mágico, en especial en otoño, cuando queda cubierto por un grueso manto de hojas, bajo las formas inverosímiles de las viejas hayas entre las que discurre el pequeño arroyo. Vamos, un paisaje de postal o, mejor aún, de calendario, que reúne a montones de paseantes y fotógrafos cada fin de semana. Como ya le dedicamos la entrada antes citada (Otzarreta) no nos detenemos más tiempo en este encantador paraje.

Por la pista
La pista asciende muy suavemente por la izquierda del hayedo y seguro que con bastante menos gente, y pronto encontramos un cartel que indica 5,7 kms. hasta Ubide. Tras haber ganado apenas 50 metros, llegamos a otro pequeño aparcamiento (Upete) donde se ve claro que debemos dejar la pista. Aquí hay que evitar confusiones, ignorando el camino que surge por la derecha para atravesar un prado, atravesar un paso en el vallado y tomar un sendero claramente marcado sobre la ladera. La subida es potente, entre helechos y argomas, una sendita reseca y a veces bastante cerrada, con una pendiente alrededor del 30% Las vistas que se van abriendo son soberbias: al fondo, detrás de Eneabe, se levantan las moles de la sierra de Aizkorri, a su izquierda Orixol e Ipizte, y todo el cordal de Anboto hasta Alluitz, que parece artificial de lo nítido que se ve con tiempo despejado. Siguen Saibi, Eskuagatx y la sierra de Aramotz, como digo todo absolutamente claro, diáfano, increíble.
 
Anboto
Parte final del sendero
El primer repecho nos coloca en un camino amplio y verde, que ofrece un sendero que sigue subiendo y debemos tomar. Aunque estamos atajando para evitar rodeos demasiado largos, tras el segundo tramo podemos tomar uno de esos pasillos que van ladeando, teniendo claro que a la primera oportunidad habrá que salirse por la derecha. Así encontramos un desvío marcado con dos cairns, que efectivamente trepa por la derecha para encaramarnos a zona abierta de verdes pastos. Ahora, además del impresionante conjunto anterior, vemos con claridad toda la zona llana de la que hemos partido, y ya volvemos a contemplar –mucho más de cerca- todo el impresionante cresterío desde Lekanda hasta el Gorbea.

Mirando a Alava desde la cima
Enseguida aparece también la muralla de Arralde. Vamos ganando metros suavemente por la campa y de golpe, estamos ya en el buzón (BASTELARRA, 864 m.). Una llegada más bien poco emocionante, pero ahora tenemos también una bonita vista hacia el sur, con la niebla todavía encajonada en los valles alaveses.

Gorbea, Aldamin y peñas de Atxuri










Arralde


Para la vuelta no necesitaremos muchas explicaciones. Hay que bajar hacia el collado que separa Bastelarra y su vecino Arralde, por donde discurre un camino amplio, y tomarlo a la derecha sin más. Pasamos primero junto al aparcamiento de Bastelarra y ya empezamos a bajar con fuerza. El descenso no tiene más interés que la vista de una cornisa rocosa de Atxuri, y pronto estamos de vuelta en Saldropo, contemplando primero el calero, y luego, junto a un segundo parking, el edificio del Centro de Interpretación.

Realmente, salvo que nos interesa mucho conocer el humedal, la parte más interesante del recorrido es la que discurre entre Otzarreta y la cima. Así que, aparte de posibles prejuicios montañeros, tampoco perderemos mucho si iniciamos la excursión en el mismo hayedo, o llegamos a él directamente desde Barazar. Ustedes mismos.

viernes, 16 de noviembre de 2018

Los quince puentes


Imaginemos ese día nublado, a ratos lluvioso, que no invita a planes de monte o excursiones ambiciosas. O esa mañana en que nos pesan demasiado las actividades del día anterior. O simplemente el día en que la pereza finalmente doblegó nuestra voluntad y renunciamos a una ruta chula para estar media hora más en la cama. No pasa nada, estamos a tiempo de salvar la jornada y hacer unos kilómetros cómodos y entretenidos, un buen paseíto para estirar las piernas y de paso conocer algún rincón que seguro se nos había pasado desapercibido.

El curso de ese río que luego es ría, que antes se llamaba Nervión y ahora Ibaizabal, y siempre Ría de Bilbao, nos sirve de itinerario y guía al mismo tiempo. Si vive en Bilbao o alrededores tiene usted el enorme privilegio de tener a su disposición cerca de diez kilómetros (incluso más, si nos ponemos) de recorrido bien bonito, lineal, variado e instructivo. Así que no hay excusa para quedarse en casa.

            DISTANCIA: 9,60 km.
            DESNIVEL: 0 m.
DIFICULTAD: Muy Baja (0-3-0)
            ITINERARIO (lineal)  Inicio: Metro Bolueta Final: Punta de Zorrozaurre
            VIAS: Urbanas
ACCESOS: Inicio: Metro Bolueta. Las paradas más cercanas de Bilbobus son las de las líneas 13 y 40, pero nos pilla cerca cualquier otra por la zona de Txurdi o Santutxu. Final: La línea A4 tiene parada muy cerca del final del recorrido y enlaza con Deusto, donde también hay parada de Metro (Deusto-salida Iruña)
            ENLACES CON GR-228 http://ibilkat.blogspot.com/search/label/GR%20228
Más información:
Ver enlaces en el texto
Guía Cartográfica de Bizkaia mapas 24-33



            La zona de Bolueta está experimentando un importante cambio en los últimos años, transformándose amplios espacios a uso residencial. Nada más salir del Metro nos asomamos sobre el puente del Bokete, con su inconfundible chimenea, que conduce a la margen izquierda para acceder al visible monte Gaztelu y al parque de Montefuerte. Si hablamos de puente es porque ya tenemos aquí al lado lo que todavía es río Nervión o Ibaizabal, que discurre entre verdes orillas, esquivando pequeñas afloraciones rocosas que dan gracia a su cauce. Cruzando la carretera, nos dirigimos hacia los nuevos grandes bloques de viviendas junto a los cuales nos conduce un reciente bidegorri.

El Bokete, desde Bolueta
Nuevos edificios

Todavía río
            Hay un pequeño tramo en que podríamos abandonar el asfalto para bajar al mismo curso del río, pero no merece realmente la pena, lleno como está de maleza y basura. En este tramo inicial recorremos el Camino del Pontón y llegamos al puente que lleva a La Peña (km. 1). El río pierde su abrigo natural y pasa a encontrarse casi completamente inserto en la ciudad. Sin abandonar nuestra margen derecha, pasando frente a la ikastola Abusu, continuamos por el Paseo de los Caños.

Paseo de los Caños
Represas junto al puente de La Peña

            Por esta zona, como se ve, hay algunas pequeñas represas y aquí –como a unos 300 metros desde el puente- se inicia lo que es propiamente la ría de Bilbao, es decir, hasta aquí llegan las aguas del mar con la marea alta, fundiéndose con las que aporta el río. Bueno, por ahí he leído algunas cosas muy distintas, pero esta es la idea que siempre he tenido, y mantendré hasta que alguien me la rebata.

           
No sólo eso. La curva que el cauce describe ahora, justo enfrente del parque de La Peña (Ibaieder) era hace unos cuantos años mucho más pronunciada, pasando muy cerca de los bloques viviendas, y en el centro del curso fluvial se encontraba la isla de San Cristóbal, conectada con las orillas por dos pequeños puentes. Su exigua superficie estaba ocupada por una instalación industrial, y todo ello quedó arrasado por las inundaciones de 1983. Justo después, con idea de minimizar el impacto de las avenidas sobre La Peña, se eliminó sin más la isla y se cambió el trazado del cauce. Vaya, una isla fluvial era justo lo nos faltaba para equipararnos en todo a París, pero a cambio tener una isla desaparecida le aporta un aire mítico que mola mucho (la foto es del blog Los ojos abiertos linkado arriba)

Junto al parque de Ibaieder

             Otra pasarela nos permite conectar con La Peña, y desde ella se puede apreciar muy bien el poderoso encauzamiento de que ha sido objeto la ría desde aquel desastre del 83. Justo después pasamos bajo el inmenso arco del puente de Miraflores. La brutalidad de sus proporciones (altura, pilares, placas de hormigón) se completa con la vista de los túneles ferroviarios que, justo debajo, se introducen en las entrañas de esta pequeña elevación de Miraflores –antiguamente, el principal acceso a Bilbao.
       
Puente de Miraflores

Y los túneles debajo

            No nos olvidamos de la margen izquierda, que es precisamente la que vemos mejor. Dejando atrás el modesto Gaztelu, hemos tenido también una perspectiva sobre la vertiente oriental de Arnotegi, que ya vamos perdiendo, y cerca del puente de La Peña se ha podido ver la desembocadura del Bolintxu, entregando sus aguas a la ría. Por encima de las viviendas que tenemos enfrente se observan en lo alto algunos edificios de Miribilla, y ahora ya nos encontramos frente a Zamakola y Urazurrutia. Porque, señores, estamos llegando a Atxuri, nada menos (km.2,5)

            Pasamos junto a las vías de Eusko Tren y, ya entre calles, lo primero que llama la atención es el coqueto edificio que ponemos aquí debajo, que creo que es una antigua escuela y, enseguida, la estación de Atxuri, en el corazón del viejo Bilbao.

             
            Esto es la pera. Por la derecha queda la plaza de la Encarnación (donde había, o hay, no sé, algún restaurante famoso por las alubias), con la iglesia y el Museo de Arte Sacro. Unos metros después, el espléndido edificio de la antigua Escuela de Artes y Oficios, ahora instituto de Secundaria (creo), y enseguida la iglesia y puente de San Antón. Es penoso que haya muchos bilbaínos, pero muchos, que nunca hayan puesto el pie aquí. A continuación de la iglesia, el Mercado de la Ribera, remodelado varias veces, donde –como en todos los viejos mercados- se arremolinan turistas admirando los pescados y, sobre todo, poniéndose hasta el culo de pintxos.

San Antón, iglesia y puente

El Mercado

            Vale, las fotos son bastante chungas, porque a) en sitios tan apretados las perspectivas no son fáciles, y b) el fotógrafo o sea, servidor, es malo, para qué engañarnos. Pero no tiene perdón no dedicar a una visita estos lugares. Tienen una personalidad brutal. Ya  más relajados, seguimos bordeando la ría para llegar, frente a los soportales clásicos, al singular puente de la Ribera o de San Francisco. La gracia es que desde este punto es de donde se tiene un tiro de cámara más aproximado para reproducir el escudo de Bilbao, con San Antón y su puente. Faltan los lobos, claro, y el fondo luce repleto de bloques de casas, pero bueno.


            Pasando junto al puente de la Merced, con Bilborock en la otra orilla, llegamos enseguida al teatro Arriaga (km. 3,85), enfrente de la soberbia estación de La Concordia o de Santander (y debajo de ella, la vieja estación de La Naja, abandonada hace décadas). Qué queréis que os diga: casi toda mi infancia y buena parte de mi juventud transcurrieron en el tramo que sigue, entre el Arenal y el puente de Euskalduna que encontraremos luego, así que podría enrollarme durante horas hablando de estos lugares, sus edificios, puentes, paseos (y bares, claro). Así que, pasando junto a varios puentes más –Arenal, Ayuntamiento, Zubizuri- dejaremos que las imágenes sustituyan la perorata.

Teatro Arriaga
Ayuntamiento
Zubizuri al fondo, y Uribitarte en la otra orilla

                  El Campo de Volantín tiene un aire romántico que sería imperdonable echar a perder con alguna ‘modernización’: esto no se puede tocar, señores, que nos cargaríamos una seña de identidad insustituible del botxo. Lo mismo que la plaza de La Salve, por mucho que se le vea cierto carácter decadente. Eso no debe cambiar, que para eso tenemos al otro lado de la ría toda la vanguardia arquitectónica y urbanística que nos apetezca. Hay sitio para las dos cosas.

            Pasando bajo el imponente puente de La Salve (km. 5,2), con sus vertiginosas escaleras y sus vistosos murales, nos encontramos frente a frente con la estampa más conocida del Guggenheim, el icono del nuevo Bilbao y todo eso. Visto desde aquí, el perfil es realmente fantástico. Este tramo de la avenida de las Universidades, por donde hace tiempo apenas pasaba nadie, es un agradable paseo con bidegorri anexo, por donde nos aproximamos a la Universidad de Deusto y la pasarela Pedro Arrupe , bajo la sombra de la torre de Iberdrola. Este puente peatonal es una estupenda atalaya que ofrece vistas magníficas hacia las dos vertientes del cauce de la ría; aguas abajo, el horizonte se cierra con Kobetas, Arroletza y el penacho cimero del Eretza.

Puente de La Salve
Avenida de las Universidades
Desde la pasarela: puente de Deusto y Arroletza al fondo

            Ahora bajo el puente de Deusto, donde aún se puede ver la maquinaria elevadora en sus tripas, continuamos hacia la zona ajardinada de Botica Vieja. Ahí ha estado ‘siempre’ el edificio del Tigre, aunque sólo en época reciente, tras ser restaurado, ha merecido la atención de mucha gente. No sabría precisar dónde, pero también por esta zona se encontraba la fantástica cervecera de Deusto (qué gran pérdida) y asimismo se instalaban las barracas, hace muchos, muchísimos años, antes de iniciar un complicado periplo hasta su actual ubicación. El puente de puente de Euskalduna –en honor al viejo astillero desaparecido- (km. 6,8) cierra este tramo, con el Museo Marítimo y por supuesto San Mamés enfrente, tras el cual viene algo muy interesante.

El Tigre y jardines de Botica Vieja
Bajo el Euskalduna: San Mamés y Museo Marítimo

        
Glups
            En la rotonda donde desemboca el puente hay dos hitos sobresalientes: la clínica de Zorrozaurre, y un viejo y enorme edificio industrial en la calle Morgan, que se podría presentar al concurso de los engendros más horripilantes de la arquitectura mundial –aunque seguro que aparecen por ahí arquitectos hablando de racionalismo, líneas puras y no sé qué cosas más. Pero vamos a adentrarnos ahora en Zorrozaurre, la última zona de expansión de Bilbao. Dense prisa, porque esto desaparece a ojos vista.

            A la fecha actual (otoño del 18) hay que dar un rodeo para esquivar las obras, y bordeando los vallados llegamos a nuestro último puente, el de Frank Gehry, último del recorrido y último en levantarse, por ahora. Tenía que haber un puente, porque hace nada se ha terminado de abrir el viejo Canal de Deusto, convirtiendo Zorrozaurre de península en isla. Vamos, que de alguna manera sustituye a la perdida isla de San Cristóbal que decíamos al principio.

            Zorrozaurre es ahora mismo un hervidero de actividad, de transformación y, sobre todo, de demolición, por eso lo de las prisas. Todo ha adquirido un aire nuevo, nervioso, y lo que va quedando del pequeño barrio ribereño y sus numerosos edificios industriales empieza a convertirse también en una isla, rodeada en este caso de cascotes, grúas y excavadoras. Claro que todavía conserva parte del carácter, con sus viejos embarcaderos, las pequeñas casas, poquitas calles estrechas y alguna plazoleta tranquila, allí frente a otro barrio de potente personalidad (Olabeaga-Noruega). Muchos edificios de viviendas se han rehabilitado, casi siempre con buen gusto y respetando el entorno, empiezan a verse bares y alguna tienda poco convencional.

Más o menos a medio camino, en torno a ese gigantesco edificio de Artiach, ha florecido, o mejor explotado, una gran cantidad de espacios donde lo que domina es la creatividad y la innovación en distintas áreas. Si no estoy equivocado, fue Consonni donde todo empezó, y hoy en día estas nuevas actividades han tomado el relevo de las viejas factorías y talleres. Es emocionante observar cómo el barrio recobra vida y, como inevitablemente se perderán algunos de los viejos edificios, dejamos aquí algunas fotos por si usted llega demasiado tarde.







            Si el lector ha tenido la suerte de no haber venido nunca hasta aquí a recoger su coche, le comento que aquí está de Depósito Municipal de vehículos, una deprimente explanada donde la grúa deposita el coche mal aparcado (bueno, algunos de ellos). La zona ya es más abierta, casi todos los pabellones han caído bajo la piqueta y, frente a frente con Zorroza, pasamos junto a un edificio de ladrillo completamente desvencijado, y el gracioso caserío que no hace mucho todavía tenía una presencia respetable. 


El edificio Mefesa es el último que queda en pie, porque justo después la carretera se encuentra cerrada, todas las naves han desaparecido y ya no se puede seguir adelante… ahora, porque ibilkat estuvo allí hace unos años y llegamos hasta la misma punta. ¿Y esa foto? Pues, ejem, se habrá perdido en alguna tarjeta SIM o teléfono víctima de la obsolescencia programada. Pero sí, allí se reúnen los dos brazos de la ría, su cauce natural y el que fue Canal, ahora alternativa al curso de las aguas.

            Pues ahí terminamos (por ahora). Justo donde actualmente se corta la carretera tenemos una parada del Bilbobus A4 que enlaza con Deusto, y si no, volvemos por la misma orilla contemplando de nuevo estos paisajes que nos hablan de un Bilbao que ya está a punto de no volver a existir.
           

sábado, 20 de octubre de 2018

Zengotitagana


El gran macizo del monte Oiz cierra por el sur la comarca de Lea-Artibai, y constituye la divisoria de aguas entre estos dos ríos y la cuenca del Ibaizabal, por el sur. Su larga cresta se levanta hasta más allá de los 1.000 metros de altitud, y se ve colonizada por el parque eólico, que marca su inconfundible silueta, visible desde grandes distancias. La gran prominencia de Oiz da lugar a la inevitable proliferación de antenas que coronan su cima.

En el extremo oriental de la cresta se alza la casi imperceptible cima de Zengotitagana, prácticamente encima de la carretera que lleva a Markina por el alto de Trabakua. A esta pequeña cumbre se accede por rutas de diferente dificultad y carácter montañero. Reunimos en una circular las dos más evidentes, y que cada senderista elija la suya. O hacemos ambas, en subida y bajada, como proponemos a continuación.

            DISTANCIA: 6 km.
            DESNIVEL: 414 m. (402-818)
DIFICULTAD: Media-Baja 7 (4-2-1) Rampas del 40%
            ITINERARIO (circular)  Inicio/Final: Alto de Trabakua (Mallabia)
            VIAS: Pista de tierra y sendero (ida), pista de cemento y carretera (vuelta)
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, autopista dirección Donostia salida Abadiño-Markina. Se toma la BI-633 en dirección Markina hasta el alto de Trabakua. Bizkaibus A-3915, A-3916 (Ondarroa), y A-3512 (Lekeitio) parada Trabakua-Gerea.
            ENLACES CON Oiz (parque eólico)
TRACK: Wikiloc
Más información:
Y estas tres páginas en su primera parte:
(sentido inverso)
Guía Cartográfica de Bizkaia mapa 45
IGN MTN50-062 Durango




Desde Trabakua
En el mismo alto de Trabakua, camino de Markina, tenemos por la izquierda un par de restaurantes, una zona verde con columpios y un amplio aparcamiento. También desde aquí mismo se divisa la cumbre hacia la que vamos a dirigirnos, flanqueada por un par de aerogeneradores. La cosa no parece lejana ni complicada, pero ya sabemos que la imagen a distancia muchas veces engaña.

Iniciamos la ruta desde el final del aparcamiento (Trabaku Goikoa) y, enfrente de los columpios y la fuente, arranca un camino de tierra junto a una valla que comienza a subir por detrás del caserío. El camino se aproxima hasta casi tocar la carretera que sube al barrio de Gerea, pero vuelve a adentrarse en el monte junto a un cartelito que indica ‘Zengotitagana 55 min.’ Será el tiempo de subida clavado (aunque Mendikat indique 45, ja!) Tras un paso
Por el pinar
canadiense medio destrozado tomamos un camino de tierra, reblandecido y con grandes rodadas de camiones, la típica pista de madereros muy trotada, que ya no abandonaremos hasta media subida.

Pasamos junto a una caseta con un curioso grafiti espacial e inscripciones en inglés, y continuamos siempre bajo profundos pinares que se extienden por las lomadas adyacentes, en una estampa majestuosa que la cámara no refleja para nada. En realidad, esta estribación oriental del Oiz se desprende en varias lomas que van a caer al valle por donde discurre la carretera: la subida la haremos por la más afilada y vertical, y la bajada por la más tendida. Acercándonos a un claro por la zona de Atxoste, vemos de frente un amplio cortafuegos y los molinos en su cima. La zona despejada presenta una pendiente poderosa y sí, justo por ahí vamos a subir.

Al norte: Urregarai y Bedartzandi
Lo haremos de momento siguiendo la pista, que empieza a describir varias herraduras. Como por aquí no hay sombra, en días soleados el calor aprieta y la subida se hace durilla. A cambio, las vistas son ya soberbias, divisándose con claridad los cercanos Urregarai y Bedartzandi. Seguimos con varios giros más, incluyendo un posible atajo, hasta una TRIFURCACION, donde la pista se divide en dos, y por la derecha de ambas sale un senderito. Tomamos este último camino, ahora siempre bajo arbolado, con una buena pendiente (sobre el 30%), aunque divertido y agradable. Llegamos de nuevo a la pista, pero la atravesamos
Ya queda menos
(PISTA) para continuar serpenteando por esta arista. La pendiente es cada vez más fuerte, manteniéndose siempre alrededor de esa inquietante cifra del 45%, y también algo resbaladiza. Vamos, que tiene de todo, y a veces hay que utilizar las manos. 400 m. de desnivel en 1 km., un buen ejercicio para una mañanera.

Pasamos una zona abierta con helechos altos y los molinos vuelven a asomar en lo alto, con lo que parece que ya falta poco: juas! los molinos tienen una buena envergadura y la vista engaña, así que todavía nos queda cuesta para echar los hígados. A cambio, las vistas a la espalda son cada vez mejores. Pero tampoco nos desanimemos si sentimos que el desnivel es cada vez mayor: la subida es corta y enseguida llegamos al alto, donde a lo mejor algún tranquilo paseante nos mira con curiosidad, como si hubieran visto un extraterrestre subiendo por camino tan disparatado.

Cima
Por fin llegamos arriba (55 minutos justos, como decía el cartel, para sólo 2 km.), al lado del segundo molino. Una vez en la arista, hay que tirar unos metros hacia la derecha, donde se encuentra un monolito, el vértice geodésico y el buzón (ZENGOTITAGANA, 818 m.). Las vistas son extraordinarias. Por el norte se atisba Ondarroa y hacia el este, los ya vistos Urregarai y Bedartzandi, con el polígono Goitondo en primer término, Urko y Kalamua ya en Gipuzkoa. La hilera de molinos conduce sobre campas rasuradas a la cima de Oiz, que podemos
Parque eólico y cima de Oiz
alcanzar en un paseo que comentamos en esta entrada. Hacia el sur el panorama es grandioso, con el cordal completo de Anboto-Alluitz, y Gorbea y Lekanda algo más lejos.






Al sur: Anboto y todos sus vecinos; Gorbea al fondo

Tranquila pista de bajada
A no ser que tengamos mucha prisa o demasiada aversión a pistas y carreteras, parece más juicioso descender por trazado más amable. Para ello tomamos la pista de piedrilla que recorre los aerogeneradores y junto al último de ellos (ojo con ponerse debajo cuando puede haber hielo) se convierte ya en cemento, empezando a bajar suavemente. Prácticamente todo el descenso será así: un camino cómodo, con desnivel no superior al 20%, sobre cemento y algún tramo de piedrilla y bajo arbolado, algo bien tranquilo para compensar la un poco salvaje subida.

Salimos finalmente a la carretera, algo peligroso por la velocidad de los coches que pasan. Es un tramo que a los más montañeros se les hará largo, porque es monótono y sin apenas ningún aliciente. La ventaja es que si hemos venido en bus, sin llegar al final encontraremos alguna parada para tomarlo de vuelta a casa. Se pasa primero junto a la ermita de San Martín (derecha) y después varias pequeñas zonas verdes, una de ellas vallada. Puede que sea posible encontrar algún camino menos ‘urbano’ por la ladera, pero lo dejamos a quien conozca bien la zona, y nos chupamos completos los 2 kms. justos de carretera hasta llegar a Trabakua. Ya sabe usted, amigo lector: bares con mesitas para descansar, algún buen pintxo y un trago de lo que guste, que todo vale para reponer fuerzas y volver a casa como un pincel.