miércoles, 30 de abril de 2014

Ubieta / Zipar

La cima de Ubieta (también conocido como Zipar)  está estratégicamente situada entre el valle de Galdames al norte y Zalla por el sur, con lo que disfruta de una excepcional panorámica sobre las Encartaciones. El privilegiado emplazamiento permite divisar los principales macizos de la comarca, así como algunos de sus núcleos urbanos y singulares edificios históricos.

Precisamente, de entre sus varios accesos posibles elegimos el que parte de la Casa de Juntas de Avellaneda, uno de los lugares más representativos de las viejas instituciones forales. El ascenso desde aquí nos ofrece hermosos paisajes y un recorrido sencillo para una mañana suavemente montañera.
  
                DISTANCIA: 10 km.
            DESNIVEL: 370 m. (260-632)  
DIFICULTAD: Baja 6 (3-3-0) 
ITINERARIO: ida y vuelta  Inicio y final: Casa de Juntas de Avellaneda
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, autopista dirección Balmaseda salida Zalla. Se toma la BI-3602 atravesando Zalla y pasando Otxaran, hasta Retola, donde se toma por la derecha la BI-2701 dirección Muskiz y Avellaneda, hasta la Casa de Juntas (rotonda). Bizkaibus A-3334 Muskiz-Balmaseda parada Avellaneda.
VIAS: Camino cementado, pista de piedrilla, campo a través
TRACK: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6732932
Más información:
Guía cartográfica de Bizkaia mapas 31-32






Casa de Juntas de Avellaneda
La Casa de Juntas de Avellaneda alberga en su interior el Museo de las Encartaciones y dispone de  un pequeño parking donde se puede dejar el coche. Aunque el edificio es el resultado de diversas reconstrucciones, el moderno vestíbulo adosado a finales del siglo pasado creemos que perjudica la potencia histórica del conjunto; pero no deja de ser una opinión personal.

Bajo la vigilancia del cercano Garbea, cruzamos la rotonda adyacente hacia un grupito de casas, donde una señal marca el inicio del camino. Iniciamos así la marcha por pista de cemento en muy ligero ascenso.

Dejamos por la derecha un caserío y continuamos subiendo, con el citado Garbea a la espalda, y hacia el sur, la cordillerita que cierra el valle de Zalla. Sin ninguna dificultad ni desvíos que nos puedan despistar, alcanzamos el caserío LUTXAKO.

Caserío Lutxako
VARIANTE: En este punto parte por la derecha un camino que recorta el trayecto en algo menos de 1 km. Esta variante discurre casi siempre bajo arbolado y podemos encontrar algo de barro en épocas de lluvia, pero puede ser útil si queremos variar la ruta al subir o bajar. El camino desemboca en el lugar que después se indica.

Cruzamos un paso canadiense. La pendiente sigue siendo muy suave, con algunos repechos algo más empinados. Gracias a ello la marcha se hace muy cómoda, aunque también algo aburrida, con lo que la amenizamos con algunas buenas vistas que vamos encontrando: la casa-torre de Loizaga hacia el norte, la sierra de Ordunte por el sur, Karranza, Gorbea, Ganeko…

Dejamos una desviación por la izquierda y por la derecha seguimos junto a una valla metálica, tras la cual hay lo que parece una extensa plantación de frutales, poblada por caballos sueltos. Poco más adelante tenemos algunas vistas nuevas hacia el norte: la cercana elevación de Artegi, Muskiz, Lucero y el mar, alternando zonas arboladas y otras más despejadas.
 
Sopuerta, Mello y Muskiz al fondo
Como estamos en terreno de explotaciones forestales, seguramente encontraremos algunas pilas de troncos. Continuamos ignorando siempre los desvíos, que se nos presentan casi siempre por la izquierda, y al fin el firme pasa a ser de piedrilla, lo que se agradece después de tanto cemento, aunque sólo sea durante unos minutos. De nuevo en zona abierta, alcanzamos el alto de Azolla, desde el cual se divisa ya el cono final de Ubieta, coronado por grandes antenas.

En una curva, con excelentes vistas al sur por la derecha, encontramos otro caserío, e inmediatamente un cruce que parecería algo lioso (CRUCE-1). Una señal indica hacia Ubieta (izquierda) y La Magdalena (derecha), y por aquí converge también el camino de la variante de Lutxako, además de la ruta normal que llega desde Gueñes. Obviamente seguimos por la izquierda, y enseguida seguimos junto al vallado de otro caserío.

Camino alternativo por el pinar
Las vistas siguen mejorando, emergiendo por el sur la muralla de Sierra Salbada/Gorobel. Alternando cemento y piedrilla, encontramos un nuevo desvío, también señalizado, donde seguimos por la izquierda, saliendo enseguida a cielo abierto. Es este un tramo que se hace algo pesado, sobre todo cuando el sol aprieta, así que podemos buscarle una pequeña escapatoria. Es posible tomar un senderito que sale por la izquierda y discurre paralelo a la pista: tras pasar una alambrada, y tirando siempre por la derecha en las posibles bifurcaciones, no perderemos el rumbo, y cabe disfrutar unos minutos de marcha menos árida y más sombría.

Último tramo de subida
Desembocamos de nuevo en la pista, justamente en otro cruce (CRUCE-2), también señalizado. Siguiendo las indicaciones, continuamos por la derecha, y unos pocos metros después nos despedimos por fin de la dichosa pista, tomando un sendero que sale por la izquierda, en subida moderada. Un primer tramo discurre prácticamente recto bajo arbolado, para después salir a campo abierto, y con las antenas sobre nuestra cabeza.

La última txanpa es fuertecilla, al principio por una especie de pasillo entre helechos, y luego campo a través, para finalmente alcanzar la cumbre (UBIETA, 632 m.), en cosa de hora y cuarto. 

Junto a las antenas y el curioso buzón con avión y bruja, disfrutamos ahora de lleno de las soberbias panorámicas que hemos ido teniendo parcialmente durante el recorrido: hacia el norte, Galdames en el valle y los montes de Triano detrás; por la izquierda Muskiz, custodiado por Mello y el mar al fondo. Hacia el oeste domina la cumbre de Alen y, tras Armañón y Jorrios, el resto de montes encartados que se extienden hacia Karranza y Cantabria; por la costa se divisa el Cerredo; y en primer término, Sopuerta y el cordal que sigue hacia Artegi. Y así continuamos con los montes de Ordunte, Untzueta, Gorbea, Ganeko... El vecino Larrea lo tenemos muy cerquita siguiendo la cresta.

Galdames y montes de Triano





Cresta hacia Larrea, con Ganeko al fondo






















Vamos, todo lo que en una rápido barrido nos resume este 'A vista de pájaro' de nuestros habituales vecinos de Biendealtura (un día se van a mosquear, lo vereis):


La extraordinaria panorámica, como digo, hace que merezca la pena la caminata más que la marcha misma, que resulta un pelín monótona y más bien poco montañera.

En todo caso, si queremos hacer algo más que volver por el mismo camino, tenemos la opción de seguir el cordal hacia el cercano Larrea (hacia el Este, y curiosamente de la misma altitud), o hacia Artegi (oeste, partiendo del senderito por el pinar que hemos comentado). O bien tomar el atajo mencionado desde el cruce hasta el caserío Lutxako.

lunes, 21 de abril de 2014

Camino '87 17ª Jornada: Villafranca del Bierzo - Cebreiro (26,4 kms.)




Pues ya llegó el gran día.

Yo creo que cuando la expedición partió de Santurtzi hace dos semanas largas ninguno se imaginaba lo que sería llegar a Galicia; ni cuando el Cabrio se las puso tiesas por primera vez, ni mientras cruzaban el páramo de Masa, o aterrizaban en un lugar llamado Melgar de Fernamental. Es lo que tiene el Camino (una de las cosas grandes e insólitas que tiene), que las distancias y las proporciones son tales que escapan a cualquier previsión. Sólo hay que continuar andando y llegar al próximo hito. Y así hasta el final.

El perfil de la etapa es devastador. Con esta longitud y un desnivel de unos 800 metros, ya sería un plato fuerte para esas rutas domingueras que tanto nos molan. Pero es que casi toda la subida se concentra en menos de 10 kms., justo los últimos, con pendientes que alcanzan el 20%. Así que la cosa resulta bastante brutal cuando se llevan muchos días y muchísimos kilómetros a las espaldas… y una mochila bien cargada.

¿No estábamos hartos de las llanuras abrasadoras? Pues toma monte. ¿No queríamos llegar a Galicia? Pues primero hay ganarselo subiendo hasta arriba del todo.

Nos despedimos del plácido Villafranca y, nada más pasar el puente, seguimos en dirección NW, en paralelo a la concurrida y peligrosa carretera nacional y al curso del río Valcarce.

Y aquí hago un inciso, que en una de nuestras entradas habituales sería una variante.

Villafranca desde el Camino duro
Justo después de cruzar el río sale por la derecha un camino alternativo, que se suele denominar el ‘Camino duro’. El nombre no puede ser más descriptivo. Las primeras rampas en dirección a Vilachás ya son intimidatorias, y recuerdo un cartel que decía ‘sólo para montañeros experimentados’ o algo así. El camino remonta de golpe hasta cerca de los 1.000 metros (o sea, unos 700 desde Villafranca), por sendas bestiales engullidas por matorrales gigantes. Este trazado, hecho después de comer a eso de las cuatro de la tarde en el mes de agosto, me llevó a pensar que, antes o después, algún helicóptero de Protección Civil sacaría mi cuerpo de ese infierno, con suerte rumbo a algún hospital. La hazaña se la debemos a Juancar, consumado montañero y, como queda demostrado, siempre equilibrado en sus iniciativas.
Carretera (ahora protegida)

Pero seguro que nuestros amigos no fueron tan locos como para abandonar el trayecto ‘normal’. En tal caso, el camino continúa por la profunda garganta, pasando sucesivas curvas y sin apenas ganar altura. Se pasa primero PEREJE (km. 430) y en otros 4 kms. TRABADELO (km. 434), justo donde desemboca el ‘Camino duro’ tras un descenso vertiginoso. Aquí apenas hemos subido 100 metros desde Villafranca, o sea, nada.

La Faba
Superamos los pequeños núcleos de PORTELA y AMBASMESTAS hasta llegar a VEGA DE VALCARCE (km. 442), última localidad relevante antes de iniciar la ascensión. Aún hay que avanzar otros 3 o 4 kms. hasta el lugar llamado HERRERÍAS, donde de verdad empieza lo bueno.

De aquí a LA FABA (km. 449) hay que remontar los más de 300 metros de desnivel más abrupto, una auténtica ascensión montañera con pendientes que, cuando llevamos 20 kms. previos, mochila completita y unos cuantos días de camino encima, nos lo van a poner bastante difícil.

Ascendemos buena parte por estrecha senda bajo arbolado, un entorno que al
menos nos es muy familiar. La subida, vista objetivamente, es realmente bonita y, junto con el atractivo de lugar tan emblemático, atrae multitudes como si fuera el Pagasarri. Los pobres peregrinos tienen que subir entre una legión de alegres excursionistas que aparcan sus coches tan arriba como pueden. El gracioso neologismo ‘turigrino’ les cuadra perfecto. Es comprensible, y cualquiera tiene derecho a subir al monte cuando quiera, pero da mucha rabia. Por fortuna para nuestra expedición santurtziarra, es probable que hace 25 años no existiese semejante mogollón.

Aún nos quedan otros 300 metros que subir, con pendiente algo más llevadera, para atravesar la muga de Galicia, y coronar O CEBREIRO (km. 453), a 1.300 metros de altitud.

El Cebreiro es sin duda uno de los puntos míticos del Camino. Aunque su cota está por debajo del monte Irago, es la segunda mayor elevación de la ruta jacobea y, sobre todo, la más dura. Y, quizá aún más importante, es la puerta de Galicia, que cruzamos muy poco antes de culminar la subida. Casi nada.

Parece ser que estos peregrinos de 1.987 sufrieron una climatología bastante adversa, pese a ser el mes de julio. Nos cuentan que chuparon frío, y la aldea y sus caminos eran un lodazal. Cabe imaginar a nuestros derrengados amigos llegando, cada uno a su ritmo, desperdigados por las laderas, y con la clásica mezcla de agotamiento y alegría por el obstáculo superado. Quizá maldiciendo por lo largo que se hace ese último tramo medio llano que al final nos separa del ya visible puerto.

Transcribimos íntegras las sensaciones del narrador: ‘El Cebreiro a 1.300 m. de altitud mantiene todavía su fuerza evocadora en el peregrinar. Después de una dura subida por caminos carretales y sendas de cabras te encuentras con la Prehistoria y tradiciones celtas en las pallozas y en su Museo Etnográfico’. Por lo visto, pernoctaron en una de esas peculiares edificaciones, antiguo albergue.


Porque en efecto, al final de la etapa se encuentra la pequeña aldea de O Cebreiro, que conserva las citadas pallozas, construcciones circulares con techumbre vegetal, de origen celta. Hemos visto por ahí cómo un gabacho se preguntaba si ‘serait l´Afrique’, seguramente con mayor dosis de incultura que de mala baba. El entorno ya estaba bastante adecentado después del Xacobeo del 93, pero nos cuentan que en el 87 su estado era más bien de abandono total, poco más que un enorme barrizal perdido entre los montes.

Hay que imaginar que a su llegada no estarían nuestros peregrinos para hacer muchas consideraciones filosóficas pero, visto con la perspectiva del tiempo, coronar el Cebreiro un día brumoso y húmedo, y aterrizar entre las pallozas, en un paraje solitario, tuvo que tener su punto.

Actualmente suponemos que todo se encontrará restaurado y en perfecto orden de revista, aunque tal vez privado de la autenticidad y el misterio de antaño. El turismo, es lo que tiene. En esta página encontramos un montón de imágenes y videos.

El relato que manejamos también se refiere a la iglesia prerrománica de los siglos IX-X, donde ‘se conserva un relicario donado por los Reyes Católicos y el cáliz del famoso milagro del Cebreiro’. Esto es interesante. Por ahí hemos encontrado varias versiones del citado milagro, también conocido como leyenda del Santo Grial de Galicia. La más extendida dice que un día de gran tormenta sólo acudió a misa un
único paisano llamado Juan. El monje, que en ese momento estaba consagrando, parece que no mostró el debido aprecio por el esfuerzo de Juan, y de repente, el pan y el vino se convirtieron físicamente en la carne y la sangre de Cristo. Otros dicen que el pastor murió al llegar a la iglesia; o que el cáliz que se guarda allí es el Grial auténtico, lo cual dicen que inspiró a Wagner para la composición de Parsifal, nada menos.

Pero quedémonos con lo que nos interesa, que es lo del Grial. Porque, para nuestra sorpresa, tendremos noticias relacionadas con el tema en los siguientes capítulos.

Bien, pues hemos completado lo que mucha gente considera la etapa más bonita del Camino y, aunque parezca increíble, ya estamos en Galicia. La odisea que empezó en Santurtzi enfila su recta final. Todavía hay mucho que contar y sobre todo, que recorrer. Pero ya estamos más cerca, y se huele la lluvia y el mar.

viernes, 11 de abril de 2014

Había una vez...

… dos hermanos, buena gente, de cuyas aficiones montañeras no tengo constancia, pero que, según me contaron hace mucho, hacían cada uno una colección.
       
      Por lo visto, Antonio coleccionaba piedras de los diferentes lugares por donde se dejaba caer. No es una colección de minerales, sino de simples pedruscos, trozos de la tierra por donde uno pisa en un determinado lugar. Es bonito, es literalmente traerte un pedazo del sitio donde has estado.

A veces se tratará de cosas significativas, no sé, un mineral férrico de una zona característica, una caliza de una de esas pedreras de alta montaña, un canto rodado de un río determinado…  Pero digo yo que la mayor parte no nos dirán nada por sí mismas acerca de su origen, serán simples piedras que podrían proceder de cualquier sitio, y sólo nosotros le daremos realmente el valor representativo que a la vista no tienen.

Por ese mismo camino llegamos a la colección de Patxi. Si las piedras de una colección van a tener, salvo excepciones, ese carácter aparentemente fungible e intercambiable, el colmo de ese proceso es coleccionar agua.

Patxi coleccionaba agua de distintos sitios, agua que guardaba en frasquitos de cristal, imaginamos que pequeños (por cierto, de dónde los sacaría?), y suponemos también que adecuadamente etiquetados, como corresponde a la personalidad rigurosa y racional de un hombre de ciencia.


La idea me parece sublime. No sólo por lo original, sino porque constituye la esencia misma de una colección. Lo que nos traemos para casa no sólo no sirve para nada, sino que ni siquiera es bonito, todos los frasquitos son idénticos y la colección carece de todo valor. Es como reunir sueños.

Aunque, conociendo un poco al personaje, tampoco me extrañaría que hubiese hecho pasar todas las muestras por un microscopio para elaborar un catálogo detallado con la composición, dureza, mineralización, o cosas por el estilo, de cada una las muestras.

Por qué no se me ocurriría a mi. Ahora tendría la casa llena de piedras y frasquitos que no sabría dónde meter, y en los que sólo yo vería la imagen de lugares y paisajes que recordar.

El deseado

Se ve que hoy andamos con un puntito abstracto que nos lleva a pensar en objetos representativos, o el valor de cosas en apariencia iguales pero que proceden de diferentes sitios… Y de todo esto a los mojones de montaña no hay ni dos pasos.

Ermua, en todo lo alto
Al margen de la alegría que nuestro espíritu experimenta a veces cuando divisamos un vértice geodésico después de una ardua ascensión, yo creo que muchos hemos estado durante demasiado tiempo en un error garrafal. Por lo menos, yo confieso (no sin cierta vergüenza) que hasta hace un tiempo pensaba que los mojones servían para señalar el punto más elevado de un monte.

Pero resulta que, aunque la mayoría de las veces la realidad tiene algo que ver con esta primera impresión, la auténtica función del vértice geodésico es otra muy distinta. En realidad, se trata de puntos
Gaztelu: no está en un monte
desde los que trazan triángulos a partir de los cuales se elaboran las cartografías. Habitualmente están, en efecto, en la cima de las montañas, porque sobre ellos se colocan los aparatos de medición topográfica, y por tanto deben estar bien visibles para poder divisarse desde los otros vértices del triángulo. Pero estas condiciones también se cumplen sin necesidad de encontrarse en una cumbre, como observamos en varias de las fotos que andan por aquí.

Seguramente es también la razón de que no se encuentren allí donde las cimas están ocupadas por antenas o cosas similares, donde el mojón quizá no es necesario. Ni se encuentran tampoco en lugares muy próximos entre sí. Es por ello que hay bastantes más buzones (de los que hablamos en otra ocasión) que mojones.
Y este de Bakio, tampoco

Bueno, y para no ponernos pesados, más detalles sobre el asunto los encontramos en la página del Instituto Geográfico Nacional (IGN). De forma más asequible nos explican el tema en este blog, o en La Coctelera, además de la inevitable Wikipedia. Pero desde el punto de vista didáctico nos ha gustado mucho esta página de Montañas del Sur.

A lo que podríamos añadir que algunos lucen o han lucido algunas decoraciones, como nuestro modesto Malmasín. Pero, ojito, que están protegidos por la Ley 11/1975 de 12 de marzo de Señales Geodésicas y Geofísicas, nada menos.
Ganeroitz, con greca multicolor




Pico Ramos, ni con ayuda de la ley







Así que, nos pongamos como nos pongamos, queda claro que el del Ganeko no era para ayudar a que llegase a los 1.000 metros, no.

MSB

Y vamos con otro volumen de nuestra biblioteca para paseantes ociosos. Se titula, en efecto, ‘Montes y senderos de Bizkaia’ (Everest, 2002), lo firman Javier Cabado y Javier Martínez, y reúne no sólo ascensiones sino también rutas varias por nuestra geografía, en total 37. Con algunas excepciones, la mayoría resultan bastante asequibles en dificultad y longitud (alrededor de los 10 kms.), diríamos que a veces un escalón por encima de lo que usualmente posteamos en el blog.

Tras una interesante introducción general sobre Bizkaia, los recorridos se distribuyen, quizá de forma un poquillo arbitraria, en cuatro zonas (Arratia, Gran Bilbao, Costa, Durangaldea y Encartaciones), con una amplísima ficha de información práctica de cada una.

Los itinerarios se identifican astutamente mediante la inicial de su zona correspondiente, y algunos de ellos se acompañan de un artículo sobre características del entorno (tradiciones, curiosidades, historia). Todos los trayectos se resumen en un mapa a modo de índice.

Pero sobre todo hay que decir que la información sobre los recorridos es exhaustiva y certera al 100%: nos da longitud, desnivel, tiempo total e intermedios, todo con precisión absoluta y descripciones inmejorables. Hay que decir que hemos hecho un par de las rutas propuestas, y hemos cotejado datos de otras conocidas, y la información es perfecta. Vamos, que para nosotros quisiéramos tanta exactitud.

Así que lo único que echamos de menos es quizá algunas otras zonas por donde el libro no asoma aunque, claro, todo no puede entrar en un formato de bolsillo. Igual es que en realidad estamos perdiendo sentido crítico, pero lo cierto es que no encontramos manera de sacarle un defecto, el trabajo es impecable y hasta el prólogo merece ser leído con atención.

Bueno, tal vez el precio me pareció un poco alto, y eso que lo compré en la Feria del Libro de ocasión, como es costumbre de la casa. Pero sin duda merece la pena.

Misterios sin resolver (II)

Como parece que nadie fue capaz de desentrañar nuestro primer misterio, aquí va el segundo.

En mi opinión éste es todavía más raro: no se ve bien, porque es una foto de móvil, pero es una especie de entramado de hormigón que se diría que fue la base de algo, una instalación de tipo industrial, no sé.

Está muy cerquita, en Artxanda, y bastante visible sin tener que meternos en sitios extraños; pero también está en un lugar aislado, lo que quizá incrementa el efecto desconcertante. Veanlo y nos traen Uds. la respuesta.