domingo, 28 de abril de 2013

Camino '87 4ª jornada: Valdenoceda-Masa (37 kms.)




Una de las etapas más largas de todo el Camino, uno de los pasos más duros, y uno de los paisajes más ásperos. El perfil lo dice todo. Una prometedora jornada que no defraudaría.

Dejamos Valdenoceda rumbo al sur y sin tiempo para pensarlo, tenemos de frente LA MAZORRA, un señor puerto que nos llevará a los 1.000 metros de altitud tras remontar unos 300.

La página de altimetrías que a veces consultamos, hace una literaria descripción del entorno, que no nos resistimos a reproducir parcialmente:

‘No nos equivocamos si consideramos a este puerto como el Mirador por excelencia de la ‘perla de las Merindades’, el maravilloso valle de Valdivielso, que conforma un singular paisaje en el que los prados y las arboledas se extienden bajo la inmensa atalaya vertical de extrañas formaciones rocosas
Iglesia de El Almiñé
del paraje de los Cárcavos, en las laderas de la Tesla. Siempre ha sido bastión invulnerable en épocas de conflicto y paso obligado de comunicación entre la Meseta y el Cantábrico. (...) Una prueba de que nos hallamos en un paso natural para llegar a la Meseta castellana la tenemos en la llamada Calzada del Pescado, que desde El Almiñe - unido prácticamente a Valdenoceda, pueblo en el que damos inicio a nuestra ascensión-, remonta la ladera montañosa hasta alcanzar la ermita de Santa Isabel y un curioso pozo de agua de origen romano’

Prácticamente palabra por palabra, será justo lo que hará nuestra expedición.

Esta vez, alguien debía conocer muy bien la zona porque, efectivamente, eluden la carretera y siguen por la N-232 para girar a la derecha hacie el citado El Almiñé, y en unos 500 metros coger la calzada romana, que se introduce en el macizo acompañando al arroyo Cuesta.

Subiendo la calzada de La Mazorra
Y como hoy nos ha dado por ir a las fuentes originales, copiamos del libro de ruta que avanzan ‘entre valles verdes y cantos rodados con salida a la ermita de la Virgen de la Hoz, patrona de la zona. La calzada se conserva bien a pesar de los siglos y la falta de atención de la mano del hombre, toda ella empedrada con las líneas laterales y mediana perfectamente definidas. Merece la pena subir el puerto recordando historias romanas, cultura, soldados, florecimiento… Hoy día es el camino que usan los del lugar para trasladar sus ganados a la meseta’.

La calzada enlaza en efecto la Meseta con los valles cantábricos, recibiendo, la denominación de Calzada del Pescado o Ruta de la Lana, dependiendo de los usos obvios que se le atribuyan. Así nos lo cuentan esta página y esta otra, en la que firma un interesante artículo el siempre inquieto Iñigo Muñoyerro. 

Realmente, seguir esta ruta le da mucho mayor interés al camino que la aburrida carretera, aunque cabe suponer pendientes más potentes que las adaptadas para los coches –incluso pensando en los trazados de hace 25 años. En efecto, la vieja calzada acorta el itinerario de forma decisiva, pero a cambio de duros desniveles del 20% hasta la ermita de la Virgen de la Hoz a que se refieren los textos anteriores. Así que no está muy claro si nuestros amigos subían precisamente recordando historias romanas, o más bien jurando en arameo.
Ermita de la Virgen de la Hoz

Lo cierto es que la experiencia les quedó muy bien grabada, porque la crónica hace referencia a ella varias veces, y sus protagonistas aún no la han olvidado. Como también era de esperar, queda para la posteridad el puerto rebautizado con un juego de palabras bastante previsible, que no repetiremos.

Tras alcanzar la ermita, hay que recuperar el trazado de la CL-629, para lo cual hay un sendero o camino vecinal (bueno, lo de vecinal suena un poco a broma teniendo en cuenta la densidad demográfica de la zona) que sale por la derecha, y como en 1 km. nos devuelve al asfalto.

Algo más de 3 kms. de rectas nos conducen a PESADAS DE BURGOS (km. 101) topónimo sobre el cual tampoco haremos más bromas. Transitamos por la cota de los 1.000 metros, ya encaramados en la meseta castellana, y llevamos 14 kms. de camino, ascensión incluida. Pero queda todavía tela.

Villalta
En realidad, a partir de este punto ya no encontraremos nada que recuerde a la presencia humana. Bueno, sí, tras la friolera de otros 13 kms., pasando el pequeño puerto de Tamarizos, alcanzamos Villalta, que no es sino una vieja aldea abandonada. Llegamos a un cruce, donde por la izquierda nos iríamos a Poza de la Sal, pero tiraremos para la derecha, para entrar así en el Páramo de Masa. 
Páramo de Masa (vista aérea)

Por si teníamos poca soledad y todavía no nos había sobrecogido un aire de desolación, ahora nada nos librará. Inmensas llanuras que recuerdan a las que se debieron encontrar los pioneros del oeste americano, sol abrasador durante el día y frío polar por las noches, nieblas que aplastan los relieves… tierras duras por las que todavía quedan por recorrer los últimos 10 kms. Un tramo relativamente largo si lo hacemos en una excursión, pero que alcanza dimensiones siderales en medio de esta nada abrumadora.

Llegamos finalmente hasta el pequeño núcleo de MASA (km. 124), un puntito de vida en estas exageradas extensiones, donde concluye la extenuante jornada. Curiosamente, el sello de la Junta Vecinal se estampa otra vez a las nueve de la noche.

Masa
37 kilómetros son muchos kilómetros (bueno, a nosotros nos salen unos 35, pero tanto da), y más cuando se arrastran tres días de camino, varios puertos, algún aguacero, el calor del verano castellano, la indefensión de los páramos. Quizá por estos recios parajes terminaron por desbordarse, de golpe y sin disfraz, todas las enormes cargas que impone el Camino.

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