Situado justo encima del núcleo
principal de Gautegiz-Arteaga y muy próximo al río Oka (Urdaibai), Ereñozar es
un monte muy fácilmente reconocible, que forma un cono casi perfecto cubierto
por espesa vegetación, coronado por una ermita. Sus entrañas se encuentran
horadadas por la cueva de Santimamiñe, cuya boca se encuentra justamente en la
falda del monte, y encabeza una pequeña y confusa alineación que separa los
valles de Oma y Ereño.
De los dos accesos posible a la cima, en
esta ocasión optamos por el más sencillo, un breve y cómodo paseo desde Ereño
que incluso se puede hacer en coche hasta muy cerca de la cima. Tras un tramo final
entretenido, disfrutamos de fantásticas vistas junto a la ermita, donde antes
parece que existió un castillo. Todo el entorno está cuajado de leyendas,
curiosas historias y presencia humana desde el Paleolítico.
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DISTANCIA: 3,9 km.
DESNIVEL: 210 m . (240-447) CENTENARIO
DIFICULTAD: Muy Baja 4 (2-1-1) Rampas del 30% (tramo final)
ITINERARIO (ida y vuelta) Inicio
y final: Ereño
VIAS: Carretera, pista de cemento,
empedrado, sendero de tierra
ACCESOS: Desde Bilbao, autopista Bilbao-Behobia
dirección Donostia-San Sebastián salida Amorebieta-Gernika. Después, BI-635
dirección Gernika, y aquí, BI-2238 dirección Lekeitio. Pasando Gautegiz-Arteaga
(se puede atajar por la BI-3223) seguir dirección Lekeitio hasta encontrar
indicación a Ereño (derecha). Bizkaibus A-3514 y A-3515 hasta Gernika, y A-3532
Gernika-Ereño (Elexalde)
TRACK: Wikiloc
TRACK: Wikiloc
Más información:
Guía Cartográfica de
Bizkaia mapas 10-11
Perfil (ida) |
Iglesia y hórreo en Ereño |
El núcleo de Ereño de donde partimos es un pequeño
grupo de casas organizado en torno a una de esas iglesias descomunales que a
veces vemos por ahí (San Miguel, claro). Junto a la iglesia hay un hórreo
restaurado delante, y tenemos sitio para aparcar sin problema. Por todas partes
se observa el color rojizo de la famosa caliza o mármol de Ereño. Nada más llegar ya tenemos a la vista un
cartelón marrón que indica la dirección que debemos tomar, saliendo por la
derecha de la carretera, una vez pasada la iglesia.
Cima a la vista |
Estamos en un camino asfaltado que desciende girando a
la derecha, pasando en primer lugar junto a un aparatoso frontón, entre
caseríos y vallados con ovejitas. Alguna vez ya lo he comentado: me encanta
esta sensación de caminar entre caseríos en invierno, con el fresquito de primera hora de
la mañana, mientras las viviendas parece que se desperezan y aparecen humos de
leña. En realidad Ereño está situado en el final del cordal de Illuntzar, y hay
que bordear/atravesar un pequeño vallecito para enlazar con la siguiente
elevación, que es justamente Ereñozar.
La cima y la ermita son visibles al principio, hasta
que bajamos más allá del frontón, y también está bastante claro el camino:
describimos una curva amplia (en realidad, la primera mitad de una zeta muy
clara) para luego empezar a ascender por la ladera, todo ello a la vista desde donde
estamos. Hay algunas marcas azul y naranja, que confirman que estamos en el
camino correcto.
El pueblo va quedando abajo |
En efecto, el camino asfaltado empieza a ganar altura
suavemente, con lo que casi se termina todo lo que hay que contar, porque será
así hasta cerca del final. Así, nos entretenemos con las vistas. A la espalda
va quedando el núcleo de Ereño, junto al afilado piquillo de Geranda, y algo
más arriba distinguimos detrás de las casas una cantera (la antigua la vimos al
llegar por la carretera). La pista –sosa y sin más aliciente- sube entre
pinares y describe una curva pronunciada como se ve en el mapa. Tras un tramo
recto empiezan a aparecer algunas rocas, dando la sensación de estar
acercándonos a los altos. Otra curva nos sitúa en un pequeño rellano, con un panel
informativo sobre la cima y las construcciones medievales que se erigieron
allí.
Último tramo |
Aquí termina la pista apta para coches y empieza la
ascensión digamos montañera. Para empezar, hay un camino empedrado con una
barandilla de madera, y pendiente moderada. La cosa tiene su gracia, porque la
subida es sumamente sombría, y el empedrado, lejos de facilitar la marcha, la
dificulta en grado sumo: la piedra es tan resbaladiza que sólo quedan dos
opciones: o bien ir agarrados a la barandilla (lo que parece muy poco montañero),
o intentarlo por una especie de senderito que discurre por los márgenes, y que
tampoco es muy cómodo por la proximidad del ramaje. Así que lo mejor será ir
optando por una u otra solución, según los tramos.
Llegando a la cima |
Afortunadamente, el camino pasa a ser un sendero
normal, cuajado de rocas, pero de tránsito más sencillo y digamos tradicional.
Y sin más, de repente, accedemos a la cima (EREÑOZAR, 447 m.), con la ermita
sobre una pequeña extensión que recuerda un poco al vecino Atxarre, aunque aquí
circundada por un pequeño muro de piedra que debe ser vestigio –más o menos
restaurado- de la vieja fortaleza medieval sobre la que nos ilustra otro panel.
Por lo visto, en épocas antiguas eran aún más belicosos que ahora, y muchas de
nuestras cimas albergaron diversos tipos de fortificaciones.
Gernika, y Gorbea al fondo |
Lo excepcional del panorama compensa sin duda de sobra
lo poco emocionante de la ascensión: Ereño y el mar (lo que debe ser
Ibarrangelu y Natxitua), Illuntzar y Nabarniz, Bedartzandi, el valle de Oma
medio tapado y al fondo Oiz; Gernika, con Anboto y Gorbea a lo lejos, el río
Oka y los humedales de Urdaibai, con Arteaga en primer término, Sollube, el
cordal de Atxarre… una barbaridad, uno de los espectáculos más impresionantes
que pueden verse, no digamos si hemos pillado uno de esos días radiantes.
Ría de Gernika, con Arteaga en primer plano |
La ermita es sencilla, con un pórtico abierto hacia
Urdaibai y una campana de esas que a la gente le encanta tañer. En esta página se ofrece abundante información sobre el
edificio. El lugar está repleto de leyendas y mitos, algunos vinculados a su
patrón, San Miguel, en su lucha contra el diablo; otras, relacionadas con las
supuestas sepulturas existentes en el subsuelo, o con el carácter mágico de las
aguas que caen desde el tejado. Como en tantos otros lugares, se establece la
obligación de visitar la ermita para espantar presencias malignas.
En la misma base del monte se encuentra la boca de la
famosa cueva de Santimamiñe, con pinturas rupestres y muestras de asentamientos
prehistóricos. Desde la propia cima se deja ver el sendero que desciende por
esa otra vertiente y que va a dar directamente junto al acceso a la cueva. Es
la otra opción para llegar aquí, bastante más exigente, y que contaremos otro
día. Esta vez nos conformamos con regresar tranquilamente por el camino de
subida aunque, dado lo breve de la excursión, nos quedará tiempo de sobra para
conocer algunos de los muchos lugares interesantes del entorno.
Mientras tanto, otros echan un sueñecito con amatxu.
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