viernes, 31 de mayo de 2013

Vía Verde de Atxuri

A diferencia de la mayoría de los antiguos trazados ferroviarios de Bizkaia que hoy en día constituyen las Vías Verdes, el que alcanzaba el municipio de Mungia no estaba vinculado con la minería. El tren era utilizado para el tráfico de pasajeros y, especialmente en sus orígenes, para el transporte de productos agrícolas, con lo que constituía un importante enlace comercial de las fértiles comarcas de Uribe hacia Bilbao y su entorno industrial. El fin de esta ruta llegó con la ampliación del aeropuerto de Sondika (hoy Loiu), que acabó con lo que quizá hoy sería una buena alternativa de comunicación para una zona cada vez más poblada.

La Vía Verde, corta y casi llana, es muy frecuentada por paseantes de todas las edades, y permite una suave caminata recorriendo prados y caseríos escondidos entre infraestructuras y algunas industrias, mientras rememoramos la ruta del viejo ferrocarril.


DISTANCIA: 8 kms 
            DESNIVEL: 50 m. (25-75)

DIFICULTAD: Ninguna (0-2-0)
ITINERARIO: ida y vuelta Inicio y final: Mungia (Parque Uriguen)
VIAS: Camino asfaltado
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, autopista BI-631 (túnel de Artxanda o Santo Domingo) salida Mungia. Bizkaibus A3516
Más info:
Guía cartográfica de Bizkaia mapas 9-16



Si llegamos a Mungia en coche, no habrá que buscar mucho para encontrar el punto de inicio de la excursión: nada más abandonar la autopista, la calle Lauaxeta nos introduce en el casco urbano con una zona arbolada por la derecha. Ése es justamente el parque Uriguen que, aunque no forma parte de la Vía Verde, merece una visita.

Parque Uriguen
El parque, surcado por diversos caminos, cuenta con un amplio muestrario de especies arbóreas, tanto autóctonas como exóticas, y varias esculturas en madera. Unos minutos de tranquilo paseo por esta preciosa zona verde nos servirán de aperitivo para nuestra ruta, y podremos también admirar el cercano caserío Landetxo Goikoa, una de las joyas de la localidad. Datado al parecer de 1.510 y con una vistosa fachada de madera, pasa por ser el más antiguo de Bizkaia –aunque este o parecido título también lo hemos visto reivindicado en algún otro lugar, ejem.

Vamos abandonando el parque, atravesando un puentecillo de madera. Por la izquierda vemos entre casas un amplio aparcamiento, situado precisamente donde se ubicaba la estación del tren. Y como por aquí todo evoca a los caminos de hierro, salimos a la calle Telmo Zarra quien, aparte de futbolista, era también de familia ferroviaria. Unos metros a la derecha de una rotonda, unos postes rojiblancos marcan, ahora sí, el inicio de la Vía Verde.

Nada más empezar, pasamos un túnel bajo la autopista. En el suelo tenemos un carril central para bicis/patinetes, y las marcas de distancia, que suelen resultar bastante útiles. Iniciamos un tramo recto siguiendo las marcas de un GR, siempre en paralelo a la carretera (izquierda) y al arroyo Atxuri (derecha). El camino resulta sombrío y fresco, y dejamos un par de desviaciones con pequeños puentes por la derecha, por una de las cuales se desvían las anteriores marcas. Por esta zona se encuentra el disperso barrio de Atxuri, donde en tiempos parece que existieron unos cuantos molinos, de uno de los cuales se conservan algunos restos.

Cuando aún no hemos llegado al kilómetro de recorrido, pasamos otro túnel acompañados del río y, ahora con la autopista a la derecha, una zona de descanso con algún banco nos ofrece las primeras imágenes de verdes campas y algunos animales, que se irán repitiendo en adelante. Por la izquierda, un bosquecillo invita a hacer una incursión por agradables senderos, aunque finalmente volveríamos a aproximarnos al casco urbano.

Zabalondo
Continuamos otra vez casi en línea recta, con algunas vistas a la espalda sobre Jata y Sollube, que disfrutaremos mejor a la vuelta. Al llegar al segundo kilómetro, nos encontramos con el antiguo apeadero de Zabalondo. Según hemos leído, aquí siguen viviendo los familiares de loa antiguos encargados del paso a nivel. Porque efectivamente en este punto el antiguo trazado ferroviario se cruza con la carretera hacia Mungia –acceso normal desde Bilbao antes de abrirse la autopista.  

Seguimos después bajo otro pequeño túnel, y el camino se empina muy ligeramente, describiendo una amplia curva para rodear una zona de pabellones industriales. Por aquí ganamos algo de altura y por tanto mejoramos las vistas; el camino adopta un aire más rural y desciende la afluencia de paseantes.


Tras otro tramo con varias curvas, pasamos dos cruces en que debemos seguir las oportunas señales de ‘ibilbidea’. Vamos ahora recorriendo las laderas más bajas del Berreaga, que va remontando por la izquierda hacia la conocida urbanización de Laukariz.

Zona verde en Maurola, fin de trayecto
Llegamos así al final de nuestro trayecto, en la zona de Maurola, marcado por otra línea de postes igual a la del inicio, tras la cual hay una pequeña zona verde con fuente y algunos bancos. Esta pequeña campa, una especie de promontorio sobre la antigua carretera, no parece recibir la misma atención que otras áreas recreativas, encontrandose con frecuencia con la hierba crecida, y muy embarrada cuando llueve. A cambio, tenemos vistas algo más amplias y, tras una pausa y un trago de agua fresca, emprendemos el camino de vuelta.

VARIANTE: Si queremos prolongar un poco más la ruta, descendiendo a la carretera y siguiendo la misma dirección que traíamos (sur), llegamos en unos 500 metros al área de servicios de Artebakarra. La opción es también válida si no queremos volver a pie, porque aquí disponemos de parada de Bizkaibus, aunque también la encontraremos muy cerquita de nuestro punto de llegada.

Sollube, llegando de vuelta a Mungia

El regreso a Mungia nos sorprenderá con algunas perspectivas diferentes de las que antes no pudimos disfrutar y, tras los 8 kms. de tranquilo periplo, podemos completar la jornada en esta encantadora localidad, con una variada oferta de servicios y actividades de todo tipo.

El viejo tren

Como uno siempre ha tenido cierta afición a esto de los trenes, no dejamos pasar la ocasión sin apuntar algunas cosillas sobre el antiguo trazado ferroviario que hemos recorrido en esta ruta, a lo largo de la cual también habremos encontrado algún panel informativo al respecto.

El recorrido completo era el que se detalla en este mapa,




aunque otro ramal partía de la estación de Lutxana (hoy de Metro Bilbao) para confluir en Sondika. En esta interesante página de spanishrailway se describe con sumo detalle la historia de esta línea, con todo tipo de datos. Hay que decir que también hemos echado un vistazo a un librito editado hace años por Eusko Trenbideak, pero contiene tal cantidad de avisos y advertencias sobre el copyright que hemos temido que nos manden al FBI como al tipo ese de Megaupload; así que, sintiendolo mucho, ni lo citamos siquiera.

Pero si queremos saber más, en Transportes de Euskadi encontramos también algunos datos y, de forma más pormenorizada, en este trabajo, del que por cierto es autor uno de los responsables del libro citado (o más bien, no citado).

Realmente, parece sorprendente que una comarca como la de Mungia, que ha experimentado tan gran crecimiento en las últimas décadas, carezca de conexión ferroviaria con Bilbao. Pero es que en el desarrollismo de los años 60 y siguientes la tendencia era a favorecer la carretera y cargarse las líneas de tren existentes, o sea, que preocupaban más bien poco cosas como la contaminación o la sostenibilidad. Y claro, hoy en día, cuando volvemos al tranvía y a potenciar de nuevo el tren, resulta que no hay un duro para financiar proyectos más racionales.

Pero hay por la comarca un importante movimiento que reclama la recuperación de esta vía de comunicación para Mungia y su entorno, como se manifiesta por ejemplo en esta web, y asimismo lo apoyan colectivos como Butroi Bizirik.

Aunque bueno, seguro que si se pusiera en marcha semejante iniciativa, saldrían también detractores por todas partes. Y es que parece que ponerse todos de acuerdo en algo es tarea imposible.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Triano

Desde el último cuarto del siglo XIX el área montañosa situada al Oeste de la ría de Bilbao fue objeto de una intensísima explotación minera, que fue decayendo hacia mediados del XX, hasta desaparecer a finales de la década de los 60, al agotarse definitivamente el mineral que guardaba en sus entrañas. La afluencia de miles de trabajadores a esta industria dio lugar a la creación de poblados mineros, muchos de los cuales han subsistido hasta la actualidad, siendo entre ellos La Arboleda y Triano algunos de los más significativos.

La amplia extensión situada en las faldas de los montes de Triano o de Galdames presentaba en los años 70 el aire decadente y misterioso de las explotaciones recién abandonadas, con numerosas instalaciones dispersas entre viejos pozos inundados y profundas heridas abiertas en la tierra. Con los años, el paisaje ha evolucionado, con una popular y vistosa zona de esparcimiento en su mitad oriental, y la occidental, menos conocida, ocupada por el campo de golf de Meaztegi, cuyo perímetro recorremos en el siguiente paseo.


DISTANCIA: 5,8 kms 
DESNIVEL: 100 m. (314-416)
DIFICULTAD: Ninguna (0-1-0)
ITINERARIO: circular  Inicio y final: La Arboleda
VIAS: Senderos de gravilla y tierra, camino de cemento y carretera
ACCESOS: De Bilbao a Trapaga por la A8 y N-634 dirección Santander. Bizkaibus A3144, A3336 y A 3337. RENFE línea C2. En el cruce frente a la iglesia se toma la dirección a La Arboleda por la BI-3755 hasta encontrar a la izquierda el funicular de La Escontrilla, que asciende hasta Larreineta. De aquí a La Arboleda a pie (1 km.) o Bizkaibus A2221. En coche, seguir sin ninguna desviación la misma vía hasta el final.
Más información:
Sobre la zona minera en general:
Guía cartográfica de Bizkaia mapa 23





            Según llegamos a La Arboleda, por la derecha distinguimos una rotonda y la carretera de acceso al Meaztegi Golf, cuya puerta está también a la vista. En esa dirección tenemos que abandonar el barrio minero, descendiendo unos metros, y dejando por la izquierda unas cuantas casas, huertas y chabolas.

Sendero a la izquierda de la puerta
Justo al lado de la puerta del campo de golf arranca por la izquierda un sendero de gravilla, que será por donde iniciemos la ruta. El camino avanza durante cosa de dos kilómetros por el lindero sur del campo, con muy suaves subidas y bajadas y sucesivas curvas, en alguna de las cuales encontramos pequeños regatos que descienden de la ladera.

La mayor parte del tiempo vamos encajonados entre los prados que caen por la izquierda y un muro de zarzas y argomas que nos separa de las instalaciones deportivas. La consecuencia es que apenas tenemos vistas, y deberemos encaramarnos al talud lateral para disponer de una buena perspectiva sobre el propio campo de golf y, hacia el norte, sobre parte del Abra y el Serantes.
 
Campo de golf
Aunque no tenemos certeza de ello, el camino tiene toda la pinta de haber sido abierto al tiempo de la construcción del Meaztegi (por lo visto, diseñado por el famoso Ballesteros), y su estado de conservación es bastante deficiente, con surcos y amplias zonas descarnadas por falta de desagües adecuados. El proceso de deterioro es muy visible en los últimos cuatro o cinco años, con lo que parece que nadie pone mucho interés en mantenerlo en condiciones.

Tras un trayecto que se hace algo aburrido, acometemos una subida algo más pronunciada, y poco
Casas y huertas en Picón
después de pasar junto a un hermoso y solitario castaño, llegamos al final, accediendo a un camino de cemento (CRUCE). Por la izquierda nos iríamos al cercano barrio de Picón, pero giraremos a la derecha en bajada para seguir el sentido del círculo que pretendemos trazar. Para que no falte el apunte geo-administrativo, diremos que nada más salir de La Arboleda hemos abandonado el municipio de Trapaga para transitar por Ortuella, y ahora pasamos a Abanto, por donde seguiremos hasta pasar Triano.

Por la izquierda contemplamos varios fotogénicos peñascos junto a casas diseminadas por la ladera, y dejamos un par de caminos a fincas privadas. Por aquí coincidimos con un tramo de una de las rutas de Peñas Negras (balizas marrones) y enseguida estamos de nuevo junto a la valla del golf, al lado de uno de los greens o como se llamen.

Atravesando Triano
Llegamos así a TRIANO, pequeño barrio con casas de una o dos alturas, de origen minero y bien conservadas, a ambos lados de la carretera, con unos columpios y un par de bares. A la salida del pueblo hay un caserío con la leyenda ‘Aleluia, gora Jauna!’ en la entrada, junto a una especie de escultura y un pequeño velero; combinación bastante insólita sobre cuyo origen agradeceríamos que alguien nos aportase alguna información.

Por aquí ya tenemos mejores perspectivas: tras algunos pastos en los que suelen practicar los aficionados al aeromodelismo se sitúa el campo de golf y a su espalda, las laderas por cuya parte baja hemos ido circulando antes, y parte de la cordillera de Triano al fondo. Siguiendo la carretera, llegamos a un cruce, donde desechamos el camino que lleva a Las Calizas, y tenemos que girar a la derecha para volver hacia La Arboleda, siguiendo la señal de tráfico.

Enseguida tenemos por la izquierda una extensa zona minera en la que se encuentra la Mina Carmen. El más aparatoso desmonte, que tenemos muy cercano, continúa en una depresión que se extiende hacia el norte por la Orconera y Cadegal. Todo está surcado de caminos antiguos, con apenas algo de matorral, varias pozas y algunas ruinas. Sobrecoge la soledad y abandono de estas tierras, un paisaje que debe ser similar al que tenía el resto de la zona hace unas décadas, con las explotaciones recién paradas y antes de que tanto el hombre como la naturaleza hubieran dulcificado su aspecto.
Zona minera hacia el norte


Vista hacia el Abra

Ahora, circulando por la acera o saliendonos de ella para explorar mejor la zona, empezamos a tener buenas vistas sobre las localidades de ambas márgenes de la ría y parte del Abra, con Ermua y Jata como telón de fondo, mientras de frente vamos contemplando Larreineta, Bitarratxu y el Mendibil, con su inconfundible torre de comunicaciones. Por la derecha, tras la valla tenemos siempre el campo de golf, en el que ahora se integra la antigua balsa del Escorial.

Ruinas de Burzako-Matamoros
Unos metros más adelante, encontramos por la derecha las ruinas de BURZAKO-Matamoros, uno de los poblados mineros antaño más importantes. Los muros de los viejos edificios parecen hablarnos de las terribles condiciones de vida de los trabajadores, sobre las cuales no nos resistimos a reproducir este comentario de Julián Zugazagoitia en 1.930: 'Los mineros no tenían casa; se albergaban en los barracones de los capataces, en cubiles que los cerdos rechazarían; allí comían o se surtían de los géneros averiados y podridos de la cantina, adquiridos a precios que el capataz imponía'. Entre otras maravillas que podemos leer en esta página.

Aunque podemos continuar por la carretera para pasar junto a Larreineta y regresar a nuestro punto de partida, sugerimos abandonar el asfalto para internarnos por una zona interesante y entretenida. Justo después las ruinas citadas aparece por la derecha un camino herboso, marcado con una pequeña placa sobre una roca, por el que vamos a ganar unos metros entre dos espectaculares peñascos, en la zona conocida como La Naviza.

La Naviza
Pasamos bajo el primero de los picos, con un par de charcas en que crecen carrizos, protegidas por vallados de madera. Por la izquierda seguimos un senderito que asciende hacia el segundo peñasco por una especie de escalera. Este recodo resulta realmente bonito, rasurado pero natural, con varios paneles informativos, un mirador hacia Larreineta y excelente vista hacia la zona de los lagos.

Aunque en todo momento se puede volver a la muy cercana carretera, continuamos girando en dirección a La Arboleda, con otro pequeño mirador, hasta salir junto al campo de fútbol; aquí torcemos a la izquierda y, siempre con las casas a la vista, regresamos finalmente al simpático barrio, donde damos por concluida la ruta.
Vista sobre los lagos y Mendibil

Está claro que el recorrido no tiene nada de montañero, ni es muy emocionante, ni debemos esperar paisajes demasiado espectaculares, pero nos servirá para conocer un poco más lugares llenos de la historia de nuestro duro pasado minero. Y si lo que buscábamos era un paseíto para abrir el apetito y premiarnos después en los conocidos restaurantes de La Arboleda, el plan resulta perfecto.

sábado, 18 de mayo de 2013

Camino '87 5ª jornada: Masa-Villadiego (30 kms.)




Yo creo que la mochila es la pesadilla del peregrino. Con el paso de los días se pueden soportar decentemente el atracón de kilómetros, el calor, el frío y el agua, las pendientes que hay que salvar, incluso –para mi, lo más importante- se acaba interiorizando que nuestro cometido durante determinados días será  casi en exclusiva andar y andar, sin otro objeto que alcanzar el siguiente hito. Pero hacer todo esto con una mochila que nos parecerá que pesa una tonelada, es ya algo heroico.

En infinidad de lugares veremos recomendaciones sobre el equipamiento que se debe o no llevar; pero tengamos en cuenta que hoy día circularemos por lugares por donde ya es costumbre que transiten peregrinos, con lo que cada no muchos kilómetros disponemos de cosas básicas que nos puedan faltar. En 1987 ni tan siquiera había albergues para pasar la noche, con lo que cabe imaginar que las mochilas de nuestros amigos iban bien cargadas de todo para recorrer caminos por los que nadie pasaba.

El pie no es mío, off course
Tras cuatro días de marcha y 124 kms. encima, incluidos varios puertos respetables, está claro que las amenazas se habrían manifestado con toda su crudeza. Entre otras cosas, las ampollas habrán hecho su aparición entre la segunda y tercera jornada, haciendo que parezca imposible dar un paso más. Sin embargo, esto tiene remedio: las ampollas se cosen, se quema la aguja con un mechero, se pincha la ampolla y se deja el hilo dentro, de lado a lado, haciendo de drenaje. Luego aparecerán más, y repetimos la operación. Esto lo aprendí yo precisamente de la gente de esta expedición y, aunque parezca una cura propia de una tribu amazónica no contactada, es mano de santo.

Para la quinta jornada tenemos preparados otros 30 kms. Salimos de Masa en dirección oeste, siguiendo la BU-601, una carretera secundaria seguramente con poco o ningún tráfico, para alivio de la compañía, que ponía de relieve la incomodidad (y peligro) de seguir vías más frecuentadas.

Vista de La Nuez de Arriba

Unos 9 kms. de caminos rectilíneos y monótonos nos acercan a la NUEZ DE ARRIBA (km. 130), tras atravesar una especie de paso entre dos colinas, siempre rondando la cota 1.000 metros. Hemos encontrado esta pequeña joya, donde se nos cuentan cosas deliciosas de este mundo rural , que parecen sacadas de un relato de Delibes. Otro tramo parecido nos lleva a superar un pequeño puerto junto al cual hoy se extiende un parque eólico, como otros tantos por estas tierras, algo que hace 25 años sonaría a
A la sombrita
crónicas marcianas. Enseguida estamos en un pueblo con el simpático nombre de COCULINA y vamos girando hacia el sur, a la vera del río Hormazuela. 

Pronto abandonamos este cauce para tomar el del Brullés, que en poco tiempo nos conduce a la población del mismo nombre. Ahora siempre en suave descenso, más kilómetros de nuevas rectas nos conducen en dirección SW hacia la comarca de Villadiego, dejando primero por la izquierda VILLAUTE (km. 149) y más adelante
Villaute
ARENILLAS.

Aunque vayamos citando sucesivas poblaciones, observese que entre unas y otras hay distancias de 8, 10 kilómetros, incluso más, lo que implica muchas horas de tránsito por grandes extensiones despobladas. Si a ello añadimos que casi todas estas localidades cuentan con unas pocas decenas de vecinos, hay que pensar que al paso de nuestra expedición se encontrarán más peregrinos que habitantes.

El relator combina con maestría la vena poética con una corriente sutil pero bastante evidente de mala uva cuando describe cómo las tierras cambian de color, desde el verde de las Encartaciones ‘hasta el negruzco en el páramo sediento y tortuoso pleno de zarzas, carrascos, jaras y tomillos de la Nuez, Coculina, Arenillas…’  Aunque no conocemos la zona, no hace falta más, estamos viendo realmente por los ojos de los caminantes. Impecable.

Pero de Arenillas apenas nos queda 1 km. (o sea, un soplo) para alcanzar VILLADIEGO (km. 154), capital de la comarca, donde damos por concluida la jornada. 

Teniendo en cuenta los enérgicos desniveles de las etapas anteriores, estos 30 kms. de llaneo quizá habrán resultado mucho más llevaderos, con permiso del sol y las temperaturas de julio. A estas alturas de la aventura, seguramente una jornada de este tipo sirve para ir encontrando el ritmo personal de marcha, algo
Villadiego
fundamental, y puede ser importante para asumir la carga psicológica de saber que tenemos que andar siempre, que nos queda mucho, muchísimo por recorrer, y que esto tiene algo de esfuerzo ilimitado, porque la meta está tan lejos que resulta prácticamente inexistente. Diríamos que la meta es continuar, más que llegar.

La ausencia de obstáculos relevantes, y la experiencia de los tramos interminables por las llanuras para enlazar pueblos diminutos sería también una buena preparación para lo que esperaba en los próximos (bastantes) días.

El cronista debió también verle el lado bueno, o es que la jornada terminó mejor de lo esperado, porque
San Lorenzo
reverdecieron las inquietudes culturales. Así, se recupera la cita de lugares de interés histórico, como la iglesia de San Lorenzo y el palacio de los Velasco.


Palacio de los Velasco








Estamos a menos de 40 kms. de Burgos, con lo que ya se intuye la proximidad del Camino francés. Pero, como vamos atajando por una especie de diagonal, todavía tardaremos un poco más en contactar con él.

domingo, 12 de mayo de 2013

20 formas de subir al Paga

Nuestra biblioteca se enriquece con un nuevo libro: ‘Guía Pagasarri (y Ganekogorta)’ de Alberto Muro (Sua Edizioak, 2012), de publicación por tanto reciente, 115 páginas y un mapa resumen, con infografía idéntica a la de ‘Montes de Bilbao’, ya comentado aquí.

El libro bien se podía haber llamado ’20 caminos para subir al Pagasarri’, porque eso es exactamente de lo que se trata, 20 itinerarios para llegar al Paga desde Alonsotegi, Sodupe, Llodio o Bilbao. Así que en principio la denominación de ‘guía’ puede dejarnos un poco descolocados.

Como es lógico, entre estos trayectos se incluyen los más populares y clásicos, aunque también descubrimos otros más interesantes y menos trillados, en especial entre los bastantes (creo que seis) que parten de Llodio y cercanías. Dado que la mayoría son recorridos más o menos largos, las descripciones son más bien sucintas, y habría que ver si sería posible seguir las rutas sólo basandonos en ellas. Lo probaremos.

Siguiendo el esquema del citado ‘Montes de Bilbao’, cada apartado incluye una nota de accesos y un cuadrito con datos, y aquí sí que hay que hacer algún comentario.

Se incluyen algunas informaciones habituales, como tiempo o desnivel, pero no la distancia en kilómetros, que personalmente preferimos por ser más objetiva que los tiempos. Y también se incorporan algunos datos menos usuales, como la referencia a la cartografía y, sobre todo, la localización de puntos de agua, que siempre viene bien.

Pero lo que no nos cuadra es la valoración del grado de dificultad: todas las rutas (las 20) están calificadas como de ‘ninguna dificultad’, lo que a fin de cuentas invalida por completo el dato. Además, amigo Alberto, crees realmente que presenta la misma dificultad (o sea, ninguna) subir al Paga desde Sodupe, con Gallarraga y Ganeko por medio, o desde Llodio por el Kamaraka, que la subidas típicas desde Rekalde o Basurto? Vale, igual para ti sí, pero se supone que tienes que informar a un lector medio, y no a un montañero experimentado.

Rapapolvo aparte, el libro demuestra un intenso conocimiento de nuestros montes más próximos, y nos descubre variantes poco conocidas, que con gusto iremos probando.


Coleccionistas de cimas…

Esto del monte engancha mazo. Uno, que es más bien advenedizo, hace tiempo que siente dentro el venenillo que contiene el  pequeño desafío de subir ahí arriba. Yo creo que cuando uno ve de lejos un mojón y algo se le remueve dentro diciendo ‘tengo que ir ahí’ o ‘cómo se llamará ese sitio’, ya está atrapado y cada vez va a querer más y más.

Servidor es un poco vago y, quizá también por deficiencias organizativas, tampoco encuentra tiempo para hacer todo lo que quisiera; pero puestos a tachar cimas, conocemos algunos casos notables de gente que nunca tiene bastantes muescas en sus botas, como nuestro amigo Pedro, cuyo interesante blog enlazamos, que va a tener que ampliar el espacio en la nube para que le quepan todas las cumbres. O como el colega Ramón que, aunque no tan voraz, también colecciona éxitos montañeros.

Precisamente para fomentar esta afición a conocer nuestro montes y realizar al tiempo una actividad deportiva y sana se organizó el Concurso de los Cien Montes. Por si alguno todavía no lo sabe, se trata de un concurso no competitivo ideado en 1.949 en el que se propone ascender 100 cimas en un mínimo de cinco años y máximo de diez, con una serie de condiciones. Como existe un catálogo de cimas puntuables, de ese listado proviene el absurdo nombre de ‘montes centenarios’ que todos utilizamos.

Me parece una idea bien bonita, a la que se ha ido apuntando muchísima gente durante casi medio siglo, y que no decae. Nosotros tenemos el reglamento y el catálogo en pdf, pero como no sabemos subirlo al blog, nos remitimos a la página de Mamur que lo explica muy bien, aunque hay otras muchas.

Personalmente, creo que ando cerca de los 40 (montes, no años), así que, al ritmo que llevamos, no me admiten en la Hermandad ni a base de sobornos.

… y de buzones

Porque, quien acumula cimas, acumula también buzones –aunque no siempre va lo uno con lo otro, como ya comentaremos otro día.

Hace poco encontré por casualidad esta página, donde se recopilan fotos de un montón de buzones. Una cosa curiosa que nos ha gustado mucho porque, si nos fijamos bien, los hay realmente originales y artísticos, todo un muestrario.

Hay quien dice que lo de los buzones proviene precisamente del citado Concurso de los 100 montes, pero lo cierto es que los hay también en muchas cimas que no son centenarias. Igual alguien nos puede ilustrar con alguna otra información al respecto.

Pero el caso es que parece que el tema también suscita afición, como se ve también en este blog de las argomas. Incluso La gaceta portuguesa, a la que hemos robado la fotico de al lado, nos sugiere ese divertido juego de palabras y conceptos entre buzones y buzos que, con cierto toque surrealista, encontramos desarrollado en este otro blog.

Por nuestra parte, aportamos también algunas imágenes (aunque sin buzo), para que no se diga que no participamos en las iniciativas ajenas.

Biderdi, aire neoclásico


Sasiburu, jatorra












Burgoa, marinero

Gangoiti, discretito, pobrecillo



Katillotxu, sobrio pero moderno
















En muchos sitios hay dos...

Atxarre, algo desvencijados

 
Ganeroitz, espectacular








Y hasta tres...

Mandoia, bien surtido

¿Conoce alguien una cima con cuatro buzones? Venga, a ver esos archivos.

jueves, 2 de mayo de 2013

Mandoia desde Bedia

El conjunto de pequeñas elevaciones que encuadramos en la comarca de Nerbioi-Ibaizabal presenta una situación central entre Bilbao y los parques naturales de Urkiola, al Este, y Gorbeia, al sur, con sus emblemáticas cimas.

Mandoia, con sus 637 metros, constituye la cumbre más relevante de este macizo, aunque por sus características orográficas quizá no nos ofrece las panorámicas que pudieran esperarse. Sin embargo su ascensión configura una ruta montañera tan genuina como asequible, cualquiera que sea el punto de partida que elijamos, entre los muchos posibles.

En esta ocasión optamos por iniciar la marcha desde el norte, y alargaremos la ruta algo más de lo imprescindible, para hacer un recorrido por sus boscosas laderas.

DISTANCIA: 6,5 kms 
DESNIVEL: 380 m. (255-637)  CENTENARIO
DIFICULTAD: Baja 5 (3-2-0)
ITINERARIO: ida y vuelta  Inicio y final: Ereño (Bedia)
VIAS: Pista de tierra y senderos
ACCESOS: En coche, desde Bilbao, autopista A8 dirección Donostia, hasta salida Vitoria-Gasteiz N-240. En Bedia, justo después de la iglesia, se gira a la derecha. Se sigue la carretera pasando un puente sobre el Ibaizabal y después otro sobre el tren. Se pasa el barrio de Eroso-Ugarte y en la bifurcación siguiente se toma la dirección a Ereño. Eusko Tren línea Bilbao-Donostia parada Bedia. Varias líneas de Bizkaibus. En caso de ir en transporte público, hay unos 3,5 kms. hasta Ereño.
Más información:
Guía cartográfica de Bizkaia mapa 43



            Para empezar, tenemos que irnos a Bedia, localidad cercana a Bilbao y bien comunicada, desde la cual nos desplazaremos hasta el pequeño y montaraz barrio de Ereño. No vayamos a confundir este punto con la población del mismo nombre, más allá de Urdaibai, porque entonces haremos una tournée turística muy bonita, pero no subiremos al Mandoia.

Ermita en Ereño
El puñado de casas de Ereño se agrupa a casi 400 metros de altitud junto a la coqueta ermita de San Martín Obispo. Por cierto, que este señor debía ser alguien realmente importante, porque nos venimos encontrando edificios religiosos bajo su advocación en sitios muy dispares. Justo al lado tenemos la tachuela de Zeata (o Ereñoko Atxa) y, de frente según hemos llegado, el camino que debemos seguir, único posible, por el costado de la ermita. Al fondo vemos la picuda silueta del Gazteluzar y, a su izquierda, el Mandoia, que veremos mejor unos metros más adelante.

Iniciando la marcha, pasamos muy poco después junto a la fuente de Atxandi, y continuamos siempre en la misma dirección (sur),
Sendero
con algunas curvas y una pendiente moderada y continua, alrededor del 20%. El camino es en general pedregoso, aunque alterna con algunas zonas más de tierra y otras herbosas. Así seguimos un rato, desechando toda posible desviación; en realidad sólo hay un cruce que puede inducir a confusión, y en él hay que tirar por la derecha, siguiendo junto a un vallado.

El tramo completo es como de 1,5 kms., y se puede hacer algo monótono, aunque el entorno es arbolado y agradable, predominando el pino, como ocurrirá el resto del día. Las vistas son escasas, excepto a la espalda, donde siempre distinguimos la pequeña aldea bediatarra (o bediarra?) de donde hemos partido.

Artanda y Ganeko desde el collado
Salimos finalmente a una pista de cemento, donde giramos a la derecha en subida, y en pocos metros llegamos a un pequeño COLLADO, que no estamos seguros de que sea el que Mendikat llama Bazterreko Landa. En los últimos minutos hemos venido bordeando una colina que constituye una especie de antecima del cercano Gazteluzar, y aquí hacemos un pequeño inciso sobre la toponimia. La Cartografía de Bizkaia denomina Kastillozar a esta loma, y nada menos que Munurrutu a lo que la gente conoce como Gazteluzar. No vamos a enmendar la plana a quienes hacen los mapas, pero –como hemos visto en otras ocasiones- parece que hay excesiva distancia entre las denominaciones oficiales y las que todo el mundo utiliza, incluidas fuentes tan fidedignas como puede ser Mendikat.

VARIANTE: Desde este collado el mencionado Gazteluzar es fácilmente accesible. Hay que tomar la pista que sale por la derecha, para bajar y situarnos entre las dos elevaciones, y de ahí remontar por un senderito la potente pendiente que lleva directamente a la cima.

Seguimos. En el cruce que encontramos en el collado desechamos por la derecha primero un senderito y luego otro camino más ancho, y seguimos digamos de frente, por la dirección marcada con una flecha rosa -sin duda una marca de los madereros, pues estamos en plena zona de explotaciones de este tipo. Ahora nos adentramos en un bonito camino de ladera que va faldeando por la vertiente occidental del Mandoia, un sendero prácticamente llano que discurre también por bosque.

Sentido práctico
VARIANTE: En el mismo collado encontramos otro sendero que llega por la izquierda, en un claro. Si lo tomamos iremos serpenteando en fuerte subida por la ladera, con una alambrada por la izquierda. Remontandolo hasta el final, nos sitúa en la arista oriental del Mandoia y, cumbreando hacia la derecha, alcanzamos la cima. Es la ruta más directa a la cumbre, ahorrandonos un par de kilómetros; pero nos perdemos un agradable paseo por los bosques, así que proponemos guardar este camino para la vuelta.

El recorrido por la ladera resulta agradable y fácil, rodeados de grandes árboles (algunos pinos de altura impresionante) y con escorrentías que descienden por la roca. Aquí tenemos alguna vista fugaz de los vecinos Upo y Artanda, con el Ganeko al fondo y, si nadie lo ha retirado, encontraremos también el prodigio del ingenio que vemos en la foto: ¿qué hacemos ante un tronco caído que cierra el paso? ¿retirarlo, quizás? Nada, sierra por aquí, sierra por allá, y tira para delante. Qué mofa.

Pasamos a zona algo más abierta, y encontramos una fuente con un desvío justo después; y poco más adelante, otro camino que cruza de derecha a izquierda, con un hito en este último lado. También por cualquier de estos dos caminos podríamos, girando a la izquierda, alcanzar la cima, pero seguiremos un poco más adelante.

Tras cosa de un kilómetro de llaneo, salimos finalmente al punto que buscábamos: un extraordinario MIRADOR sobre la cabecera del barranco de Lekubaso. Sobre el fondo de las siluetas que se elevan por el Oeste más allá del valle de Zeberio, entre las que destaca el afilado Untzueta, se erige un monolito dedicado a un montañero, cuyo nombre lamento no recordar. Desde luego, el lugar es inigualable como homenaje a un mendizale.

Ahora hay que prestar un poco de atención. Por la izquierda sube un camino que da un cierto rodeo para ganar el cordal, pero lo vamos a desechar. Retrocedemos una decena de metros por donde hemos llegado y tomamos el sendero ligeramente verde que arranca por la derecha, separandose del nuestro poco a poco y
De nuevo por el pinar
muy ligeramente por encima. Ahora seguimos unos 400 m. de tranquilo paseo, casi llano, de nuevo entre el pinar, observando a veces por la izquierda el camino de ida.

Así llegamos a un DESVIO, donde tenemos que tomar el camino que sube por la derecha. La traza de sendero se va borrando poco a poco, y el tránsito resulta dificultado por numerosas ramas caídas que hay que ir sorteando. Encontramos un vallado abierto que atravesamos para salir a otra pista, que tomamos hacia la izquierda, en subida casi recta y con desnivel suave.

Avanzamos entre repoblaciones forestales y vallados que delimitan un cuartel de caza, con suave pendiente y prácticamente en línea recta. Por la izquierda llega uno de los caminos que antes desechamos.

Llegando a la cima (izquierda)

Montes de Durango
Y casi sin darnos cuenta, de repente vemos por la izquierda el vértice geodésico (MANDOIA, 637 m.), tras un paso en la valla tipo escalera, y un árbol. Las vistas son amplias, aunque sólo hacia el sureste, con la imagen completa de los montes de Durango como telón de fondo. Según vayamos avanzando después iremos ampliando la perspectiva.

Los alrededores de la cumbre presentan enormes cortados, y por la izquierda tenemos un espectacular promontorio rocoso al que tal vez no resulte muy recomendable encaramarse, sobre todo si las condiciones meteorológicas no son idóneas.

Bajada por la arista
Para iniciar el regreso, seguimos el senderillo que se dirige hacia esta atalaya y, dejandola por la derecha, continuamos cresteando como se ve en este video (que por algún oscuro motivo, no podemos poner directamente). El entorno es a veces algo caótico, debiendo sortear troncos abatidos y numerosas ramas; pero merece la pena, porque vamos disfrutando de todas las perspectivas posibles sobre el valle, incluida la vista sobre el Gorbea, que ahora aparece formidable por nuestra derecha, parapetado tras la muralla de Itxina.

El trayecto es divertido y apenas perdemos altura. Al fondo del valle vemos Bedia y el hospital de Galdakano. Para saber dónde hay que girar para empezar a descender hay que llegar hasta el final del cordal, donde nos encontramos un vallado, y ahí tiramos a la izquierda, bajando con fuerte pendiente, justamente por el trazado que proponíamos como subida en la segunda variante.  

Nos encontramos con un sendero terroso que tomamos a la derecha, y que nos conduce con rapidez al COLLADO donde hemos comenzado la travesía por las laderas. A partir de aquí, deshacemos el camino de ida para volver a nuestro punto de partida, que iremos teniendo a la vista buena parte del tiempo.