sábado, 21 de marzo de 2015

Gaztelugatxe

La silueta del tómbolo de Gaztelugatxe es seguramente el más famoso paisaje natural de Bizkaia, y el acceso a su ermita por las escaleras del Via Crucis, una visita obligada, casi tópica, para quien quiera conocer lo más característico de nuestro territorio. Hay pocos lugares tan espectaculares, donde nos sentimos sobrecogidos por el batir de las olas bajo nuestros pies. 

Para llegar a donde la leyenda sitúa la huella de Juan el Bautista proponemos un cómodo paseo desde Bakio, al margen de las carreteras más frecuentadas, conociendo parte de este tramo del litoral, tranquilo y poco visitado, donde el mar se encuentra de lleno con el mundo rural, y los caseríos se asoman a los acantilados.

               DISTANCIA: 4 km.   
            DESNIVEL: 180 m.  (0-180) 
DIFICULTAD: Ninguna 1 (1-0-0)
ITINERARIO: Lineal  Inicio: Playa de Bakio                                                                                                                 Final: Ermita de San Juan de Gaztelugatxe (Bermeo)
            VIAS: Urbanas, carretera asfaltada, senderos, escaleras 
ACCESOS: Ida: Desde Bilbao en coche, autovía dirección Mungia-Bermeo. En Mungia se toma la dirección a Bermeo por la BI-631, y en el cruce de Bidebieta, BI-2101 hasta Bakio. Bizkaibus A-3518 Bilbao-Bakio 
                            Vuelta: Bizkaibus A-3524 Bermeo-Bakio (Eneperi)
ENLACES CON Burgoa
TRACK: Wikiloc
Más información:
Guía Cartográfica de Bizkaia mapas 1-4



           
Es sabido que Bakio es una de nuestras localidades favoritas de la costa de Bizkaia. Buenas épocas hemos pasado allí, y nos sigue recibiendo con su estupenda playa, el agradable ambiente de sus bares, y algunos buenos amiguetes. Así que no se puede pedir más.

Playa de Bakio
Nos situamos en la carretera BI-3101 que recorre el pueblo de punta a punta, y la tomamos en dirección a Bermeo. Por esta vía, bautizada como Sanpelaioko bide nagusia, dejamos por la derecha el parking y por la izquierda la playa, donde desagua el arroyo Ondarra. Pasamos una rotonda, con algunos chalets que miran al mar por la izquierda, y llegamos enseguida al mirador de Askada, poco después de la Peña roja. Estamos ya encima de la playa, con el perfil de Jata cerrando el horizonte.

Ahora dejamos la carretera para tomar un caminito asfaltado por la izquierda de un chalet rodeado por un muro blanco. Un logo redondo nos indica ‘Mendialde’. Remontamos unos metros y dejamos por la izquierda el acceso a la depuradora, incrustada entre los peñascos en el paraje conocido como Kanterape. En el alto, junto al vallado de esta instalación, aparece un vértice geodésico y una cruz de piedra, justo encima del acantilado. Desde aquí tenemos hacia el Este la primera vista de San Juan de Gaztelugatxe, que no parece muy lejano.


Camino hacia Atxulo
Volvemos al camino vecinal para seguir por un entorno netamente rural, con algunos caseríos dispersos, y bajamos hacia la pequeña hondonada que forma el arroyo Oiagarreka, que cae hacia el mar a través de una hendidura en la zona denominada Atxulo, marcada con un hito.

Volvemos a ascender, ahora con más fuerza, y nos internamos en un pinar. Entre los árboles tenemos una bonita vista del peñón y, algo más adelante, de la isla de Aketz o Aketxe, de donde una vez tuvo que ser rescatado un colega,
Ya estamos cerca
cuya temeridad le llevó a lugares de donde sólo pudo salir en un helicóptero de la Ertzaintza, hay que ver.

Tras haber alcanzado la cota 180, enseguida se atisban los vallados del aparcamiento de Eneperi (topónimo que por cierto no aparece en ningún mapa, que sepamos), y llegamos a la trasera del conocido restaurante-cervecera. El lugar es bonito a rabiar pero, si se me permite, el encanto que tenía antes de su reforma (o sea, hace ya bastantes años) era todavía mucho mayor: el destartalado caserío, las jarras de cerveza que entraban como si nada, atardecederes en los vetustos bancos mirando al mar, sin casi nadie alrededor… Quienes lo conocieron –en esos tiempos, más bien poca gente- sabrán de lo que hablo. Pero, en fin, sigamos con la ruta.

Bajando hacia el mar
Aquí tampoco hay lugar a confusión, porque todo está perfectamente señalizado, hasta ese punto el tirón turístico ha transformado este lugar. Los carteles nos conducen hacia la izquierda, por un camino de cemento impreso a modo de losas rojizas, que desciende claramente, con el restaurante a un lado y un caserío al otro.

El descenso es pronunciado, y el camino está abierto en una pequeña trinchera, rodeado de arbolado y protegido con una valla de madera. Ya con el promontorio y la ermita de frente, y de nuevo con una señalización muy clara, dejamos el cemento para tomar por la derecha un senderito que desciende
Islote de Aketz
con una buena pendiente. El camino tiene un agradable aire montañero, el desnivel es relativamente fuerte y tiene zonas algo embarradas y con piedra, por lo que hay que ir con algo de cuidado. Tenemos una buena vista sobre Aketz y la ensenada pedregosa de enfrente y, poco después, de nuevo sobre Gaztelugatxe.

Salimos así al acceso para vehículos que viene desde mucho más al Este. Tras un aparcamiento, hay una especie de caseta con fuente y WC, y un gran escudo de piedra. Junto a él nace una sendita que trepa hasta enlazar con el camino que lleva a los caseríos, aunque hay que advertir que es bastante escarpado y no exento de cierto peligro.  

Y ya no queda más que remontar los doscientos treinta y tantos escalones del Vía crucis. Tampoco se pueden ya describir las sensaciones inigualables que proporciona este lugar: los vientos marinos y el duro oleaje que se cuela entre los arcos naturales, ciertos momentos de vértigo, las salvajes playas de piedras a ambos lados del istmo artificial, los infinitos pliegues del acantilado, la plataforma Gaviota y cabo Matxitxako, el mar abierto que vamos contemplando mejor a medida que subimos… Y, claro está, la ermita con su famosa campana, las tres cruces sobre un promontorio y el acogedor refugio, que ocupan la cima de este increíble islote.


Como se agotan los adjetivos, mejor colocamos uno de los muchos videos que circulan por ahí. Este es del blog de Raimon, que suele tener imágenes interesantes. Aunque en este caso la calidad de la imagen no es excesiva, nos ha gustado porque resulta natural, y además el tiempo es algo chungo y el mar está revuelto, lo que le da más carácter al entorno. Vean:



Y como hemos diseñado una ruta lineal, a partir de aquí cada uno opta por lo que mejor le parezca. Casi en cualquier caso será imprescindible remontar de nuevo hasta Eneperi, donde bien podemos darnos un homenaje (la cervecera sale algo más barata, pero no esperemos gangas), o continuar por donde hemos venido hasta Bakio, que tampoco es mal plan. Para los más aguerridos, a los que les habrá sabido a poco el paseo, podemos subir del restaurante hasta la carretera Bakio-Bermeo, donde tiramos a la derecha y, en unos 500 metros, alcanzamos la ermita de San Pelayo, donde enlazamos con la ruta al cercano Burgoa, que ponemos arriba.

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