La silueta del tómbolo de Gaztelugatxe
es seguramente el más famoso paisaje natural de Bizkaia, y el acceso a su
ermita por las escaleras del Via Crucis, una visita obligada, casi tópica, para quien quiera
conocer lo más característico de nuestro territorio. Hay pocos lugares tan
espectaculares, donde nos sentimos sobrecogidos por el batir de las olas bajo
nuestros pies.
Para llegar a donde la leyenda sitúa la
huella de Juan el Bautista proponemos un cómodo paseo desde Bakio, al margen de
las carreteras más frecuentadas, conociendo parte de este tramo del litoral,
tranquilo y poco visitado, donde el mar se encuentra de lleno con el mundo
rural, y los caseríos se asoman a los acantilados.
DISTANCIA: 4 km.
DESNIVEL: 180 m . (0-180)
DIFICULTAD: Ninguna 1 (1-0-0)
ITINERARIO: Lineal
Inicio: Playa de Bakio Final: Ermita de San Juan de Gaztelugatxe
(Bermeo)
VIAS: Urbanas, carretera asfaltada, senderos, escaleras
ACCESOS: Ida:
Desde Bilbao en coche, autovía dirección Mungia-Bermeo. En Mungia se toma
la dirección a Bermeo por la BI-631, y en el cruce de Bidebieta, BI-2101 hasta Bakio.
Bizkaibus A-3518 Bilbao-Bakio
Vuelta: Bizkaibus A-3524 Bermeo-Bakio (Eneperi)
Vuelta: Bizkaibus A-3524 Bermeo-Bakio (Eneperi)
ENLACES CON Burgoa
TRACK: Wikiloc
Más información:
Guía Cartográfica de
Bizkaia mapas 1-4
Es sabido que Bakio es una de nuestras localidades
favoritas de la costa de Bizkaia. Buenas épocas hemos pasado allí, y nos sigue
recibiendo con su estupenda playa, el agradable ambiente de sus bares, y
algunos buenos amiguetes. Así que no se puede pedir más.
Playa de Bakio |
Ahora dejamos la carretera para tomar un caminito
asfaltado por la izquierda de un chalet rodeado por un muro blanco. Un logo
redondo nos indica ‘Mendialde’. Remontamos unos metros y dejamos por la
izquierda el acceso a la depuradora, incrustada entre los peñascos en el paraje
conocido como Kanterape. En el alto, junto al vallado de esta instalación,
aparece un vértice geodésico y una cruz de piedra, justo encima del acantilado.
Desde aquí tenemos hacia el Este la primera vista de San Juan de Gaztelugatxe,
que no parece muy lejano.
Camino hacia Atxulo |
Volvemos a ascender, ahora con más fuerza, y nos
internamos en un pinar. Entre los árboles tenemos una bonita vista del peñón y, algo más adelante, de la isla de Aketz o Aketxe, de donde una vez tuvo que
ser rescatado un colega,
cuya temeridad le llevó a lugares de donde sólo pudo
salir en un helicóptero de la Ertzaintza, hay que ver.
Ya estamos cerca |
Tras haber alcanzado la cota 180, enseguida se atisban
los vallados del aparcamiento de Eneperi (topónimo que por cierto no aparece en
ningún mapa, que sepamos), y llegamos a la trasera del conocido restaurante-cervecera.
El lugar es bonito a rabiar pero, si se me permite, el encanto que tenía antes
de su reforma (o sea, hace ya bastantes años) era todavía mucho mayor: el destartalado
caserío, las jarras de cerveza que entraban como si nada, atardecederes en los
vetustos bancos mirando al mar, sin casi nadie alrededor… Quienes lo conocieron
–en esos tiempos, más bien poca gente- sabrán de lo que hablo. Pero, en fin,
sigamos con la ruta.
Bajando hacia el mar |
El descenso es pronunciado, y el camino está abierto
en una pequeña trinchera, rodeado de arbolado y protegido con una valla de
madera. Ya con el promontorio y la ermita de frente, y de nuevo con una señalización muy clara,
dejamos el cemento para tomar por la derecha un senderito que desciende
con una
buena pendiente. El camino tiene un agradable aire montañero, el desnivel es
relativamente fuerte y tiene zonas algo embarradas y con piedra, por lo que hay
que ir con algo de cuidado. Tenemos una buena vista sobre Aketz y la ensenada
pedregosa de enfrente y, poco después, de nuevo sobre Gaztelugatxe.
Islote de Aketz |
Salimos así al acceso para vehículos que viene desde
mucho más al Este. Tras un aparcamiento, hay una especie de caseta con fuente y
WC, y un gran escudo de piedra. Junto a él nace una sendita que trepa hasta
enlazar con el camino que lleva a los caseríos, aunque hay que advertir que es
bastante escarpado y no exento de cierto peligro.
Y ya no queda más que remontar los doscientos treinta
y tantos escalones del Vía crucis. Tampoco se pueden ya describir las
sensaciones inigualables que proporciona este lugar: los vientos marinos y el
duro oleaje que se cuela entre los arcos naturales, ciertos momentos de
vértigo, las salvajes playas de piedras a ambos lados del istmo artificial, los
infinitos pliegues del acantilado, la plataforma Gaviota y cabo Matxitxako, el
mar abierto que vamos contemplando mejor a medida que subimos… Y, claro está,
la ermita con su famosa campana, las tres cruces sobre un promontorio y el
acogedor refugio, que ocupan la cima de este increíble islote.
Como se agotan los adjetivos, mejor colocamos uno de los muchos videos que circulan por ahí. Este es del blog de Raimon, que suele tener imágenes interesantes. Aunque en este caso la calidad de la imagen no es excesiva, nos ha gustado porque resulta natural, y además el tiempo es algo chungo y el mar está revuelto, lo que le da más carácter al entorno. Vean:
Y como hemos diseñado una ruta lineal, a partir de
aquí cada uno opta por lo que mejor le parezca. Casi en cualquier caso será imprescindible remontar de nuevo hasta Eneperi, donde bien podemos darnos un
homenaje (la cervecera sale algo más barata, pero no esperemos gangas), o
continuar por donde hemos venido hasta Bakio, que tampoco es mal plan. Para los
más aguerridos, a los que les habrá sabido a poco el paseo, podemos subir del restaurante
hasta la carretera Bakio-Bermeo, donde tiramos a la derecha y, en unos 500
metros, alcanzamos la ermita de San Pelayo, donde enlazamos con la ruta al
cercano Burgoa, que ponemos arriba.
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