sábado, 24 de febrero de 2018

Atxulaur

En el sur del territorio de Bizkaia, escoltado por las grandes moles de Oderiaga y Gorbea, se encuentra el macizo kárstico de Itxina, biotopo protegido que asemeja a una meseta elevada sobre grandes murallas rocosas. Es uno de los espacios naturales más espectaculares de la montaña vasca, y sólo la contemplación de sus fantásticos paredones exteriores ya resulta impresionante.

En la siguiente excursión solamente nos asomaremos al interior de este mágico paisaje, penetrando por una puerta natural, utilizada durante siglos por pastores, leñadores o carboneros: el Ojo de Atxulaur, por el que, a decir de las leyendas, transitaron además ladrones, brujas y todo tipo de seres fantásticos. La aproximación desde el barrio de Urigoiti (Orozko) permite contemplar la fortaleza de Itxina durante todo el trayecto, hasta penetrar en su interior.  

            DISTANCIA:  9,20 km.
DESNIVEL: 665 m. (450-1117)
DIFICULTAD: Media 10 (6-3-1) Rampas del 30%
            ITINERARIO (ida y vuelta)  Inicio y final: Urigoiti (Orozko)
            VIAS: Pista de cemento y tierra, senderos, karst
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, autopista A68 dirección Vitoria-Gasteiz salida Llodio-Orozko. Se toma la BI-3513 en dirección Artea-Areatza y, llegados a Ibarra, desvío derecha hacia Urigoiti. (El Bizkaibus A-3613 nos deja en Ibarra, con lo que todavía faltan más de 3,5 kms. por carretera, o 2,5 por sendero hasta Urigoiti).
TRACK:
Más información:
Guía Cartográfica de Bizkaia mapas 57-63
IGN MTN50-087




Vamos a admitir que esto de empezar la ruta a Atxulaur desde Urigoiti es una rareza: casi todos los itinerarios que encontramos en internet parten de Pagomakurre, lo que supone ahorrarse casi 400 metros de desnivel y un buen trecho de distancia. Así que avisados quedáis. A cambio, la alternativa que presentamos permite, entre otras cosas, conocer este montaraz barrio de Orozko. Realmente, una de las muchas gratificaciones que proporciona hacer ibilkat –ninguna económica- es conocer estos pequeños núcleos que se desparraman por las laderas de nuestros montes, lugares tranquilos, con vistas bellísimas y extraordinarios caseríos de todos los formatos. Sólo por eso merece la pena acometer estas excursiones. Pero, ya que estamos aquí, vamos a patear un poco.

Itxina, desde el principio
Unos metros más arriba del barrio encontramos un pequeño aparcamiento, con un cartel advirtiendo sobre la avispa asiática, pero ni por esas vamos a echarnos atrás (bueno, siempre que no nos ataque ninguna). Nada más empezar a andar, el camino se bifurca, y hay que tomar la pista de piedrilla de la izquierda (puede que por la derecha también se pueda ir), pasando junto a una especie de txabola con el rótulo Bidatxe, o algo asi. La pista tiene tramos de cemento, una pendiente a veces moderada y su único aliciente son las vistas que tenemos a ratos. La primera es la de las paredes de Itxina, que se yerguen, blancas e inexpugnables, por la derecha. A la espalda se va abriendo la perspectiva sobre los montes de Arno, donde enseguida se distingue el menhir de Kurtzegan y la cima del Kolometa. Por lo demás, el tramo resulta aburrido y algo duro. Se describe una amplia curva hacia el norte, y la panorámica por detrás se va abriendo hacia el valle del Nervión, Untzueta, Ganeko, o el cercano Garaigorta.

Vista atrás: Oderiaga y compañía
Pasamos un poste con señales del PR BI-33, ruta por los barrios de Orozko, y nos vamos poco a poco acercando a la muralla de Itxina. Aunque el camino no resulta demasiado atractivo, se compensa con la perspectiva, cada vez más cercana, de las paredes rocosas, aunque todavía no podemos contemplar bien las atxas. Cruzamos un vallado abierto con una aparatosa escalera lateral y, cuando llevamos unos 20 minutos de camino, un cartelito anuncia que falta una hora hasta Atxulaur –aunque será un poco menos.

Las Atxas
Ahora vamos a campo abierto con algunos espinos y rocas que afloran, un paisaje clásico de las zonas kársticas. Muchos metros más abajo podemos distinguir el área recreativa de Larreder, en la pista que lleva a Pagomakurre. Con un corto y duro repecho sobre cemento, la pista finaliza y entramos en un amplio pasto con algunos caballos. A falta de camino, aquí podemos seguir la rodada de coches, que conduce, sin dejar nunca de subir, hacia el lateral de un vallado. Seguimos en paralelo al cierre y ahora sí, las atxas son bien visibles, impresionantes, levantándose hasta casi los 1.000 metros, unos 300 por encima de donde nos encontramos.

Viejas hayas
Terminada la alambrada, recuperamos una senda estrecha y serpenteante, con un desnivel bastante más suave, y entramos en un hayedo. Aunque no tengo ni idea de hayas, estas que vemos no son las esplendorosas que podemos ver en Otzarreta o en Upo, trasmochas y con troncos enhiestos y firmes. Estas hayas parecen antiquísimas, sus ramas crecen en desorden y tienen enormes troncos, chatos y nudosos, vencidas muchas veces por el tiempo, tronchadas por la mitad, pero conservando vida en cualquier rincón. Y tampoco tienen el monopolio, sino que conviven con otros arbolitos de hoja caduca. El camino se ha vuelto más amable y mucho más bonito, una entretenida trocha a los pies mismos de la muralla de Itxina, y hemos dejado por la izquierda el camino que viene desde Pagomakurre, con un cartel tirado.

El Ojo, desde abajo

Último tramo
Pero ahora falta llegar al Ojo, que se encuentra cerca de una mancha de arbolado que se encarama hacia lo alto de la cresta, una ventanita que enseguida podemos distinguir.  Vemos un terraplén que sube recto hacia nuestro objetivo, pero lo dejamos para la vuelta, pasamos de largo la vertical del Ojo para describir una curva y acometer la subida por el flanco. Hay que llegar hasta un cairn en medio del camino y allí torcer a la derecha, para acometer la subida por un muy bonito y cómodo caminillo que va ladeando y ganando metros sin esfuerzo.

Ya sólo queda remontar la parte final por un senderito frontal y zigzagueante, y enseguida estamos en el OJO DE ATXULAUR, en cosa de 1:20 desde el inicio. El lugar es, desde fuera, una enorme puerta que invita al paseante a penetrar en Itxina, macizo emblemático de la montaña vasca y, como aquel, repleto de leyendas mágicas. Parece ser que el Ojo estaba custodiado por un toro de fuego o zezengorri, que era en realidad el alma en pena de un ladrón que guardaba allí sus botines. La puerta, una vez traspasada, pasa a ser, vista desde dentro, una espectacular ventana que nos ofrece una panorámica excepcional hacia el norte y Este, incluido naturalmente el Anboto.

Una vez alcanzado el objetivo, un sendero nos lleva a un cruce señalizado desde el que podemos explorar el atrayente entorno kárstico que tenemos a la vista, salpicado de pequeñas hoyas, calizas repartidas de forma caótica y mil
Por la cresta
recovecos que hacen de Itxina un laberinto delicioso, aunque nada recomendable con meteorología adversa. Pero como más adelante espero dedicarle una entrada específica, ahora nos dedicamos a otra cosa.

Por ejemplo, ya que estamos, una cosa sencilla que podemos hacer es encaramarnos a la cima que tenemos justo encima del arco. Aunque hay un camino más corto (y fácil), ya que estamos en el cruce lo que hacemos es girar a la derecha para ganar –poco a poco y con cuidado, como siempre en este tipo de lugares- la cresta rocosa que se extiende desde la muralla hacia dentro. Según ascendemos vamos retrocediendo
Atxulaur Haitza
hacia el Ojo, pero ahora por la parte alta, paralelos al sendero, guiados por un par de hitos. Así cresteando sobre roca relativamente sólida y sin hendiduras peligrosas en esta zona, encontramos el minúsculo buzón de ATXULAUR HAITZA o Atxulogana (1.117 m.), que está justo encima y a un lado de la puerta. Las vistas son por tanto las mismas, pero incluso más espectaculares.

Anboto al fondo
VARIANTE: Desde este punto cabe prolongar (y complicar bastante) la excursión en dirección oeste, continuando por la cresta hacia las cimas más sobresalientes de Urtutxe (como 1 km. por terreno abrupto) y el vertiginoso Axkorrigan, aunque ya estamos hablando de una ruta mucho más exigente que sobrepasa el alcance de nuestra pequeña excursión.

Urigoiti
Para la vuelta, como casi siempre, introducimos un par de pequeños cambios en la ruta. Primero, para bajar de nuevo hasta el Ojo, en vez de seguir la ruta anterior, tras retroceder unos metros desde la cima encontramos por la izquierda una sendita muy marcada que zigzaguea por la pendiente y nos conduce en un pispas hasta el arco rocoso. Desde ahí, optamos también por ignorar el sendero por el que llegamos y tiramos por la bajada directa, un poco a tumba abierta y con fuerte pendiente, por la que atajamos unos metros. Las dos posibilidades están en el track, así que cada uno elige lo que le apetezca para subir o bajar.  

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