Bien, a todo el mundo salta a la vista que el Camino de Santiago ni es un paseo ni se puede hacer en una mañana (ni en dos o tres), con lo que parece algo del todo ajeno a este blog. Pero como esto no es una cosa científica, ni siquiera seria, pues vamos a contar algo de la ruta jacobea.
Además, si queremos buscar un hilo conductor con nuestras rutas habituales, no hay más que mirar un poco en muchos de los senderos que hemos visitado para encontrar las famosas flechas amarillas que indican el camino a los peregrinos. Euskadi, y específicamente Bilbao y sus alrededores, son lugares que atraviesa el llamado Camino del Norte, así que es algo que tiene bastante o mucho que ver con nuestros asuntos pedestres.
Así que vamos a traer aquí, no sé durante cuanto tiempo ni exactamente cómo, una especie de relato de una experiencia (o más bien, aventura) de las miles que podrían contarse sobre el Camino. Nos ha llegado mediante una ‘colaboradora’ –sí, de esos colaboradores que tenemos, que colaboran más bien poco-, que lo vivió en primera persona.
Tranquilos, que no es una cosa rara, ni muere nadie ni se aparecen santos. Es sólo (o nada menos que) un Camino de Santiago realizado por un grupo de chavales hace la friolera de 25 años, cuando esto era un poco cosa de locos. Como los datos que tenemos son más bien escasos, iremos intentando reconocer lugares, recordar anécdotas o sensaciones, o simplemente imaginar y sumergirnos en lo que pudo ser una ruta de 600 kms. hecha a pelo.
Tiramos para ello de una especie de resumen escrito expost por uno de sus protagonistas, más bien escueto, pero que nos sirve de guía, junto con cosas que nos han contado en persona y algunas fotos. La información la completamos tirando de mapas y algún librito que andaba por casa, en especial la Guía del Peregrino de Millán Bravo, información de internet y, cuando es posible, experiencias propias de unos u otros lugares.
Y bueno, en el improbable caso de que alguno de sus protagonistas lea esto y quiera aportar algo (documentos, fotos, opiniones, lo que sea), estaremos encantados de incorporarlo.
Quede claro también que esto no es para nada una guía (de ellas han centenares en Internet, algunas excelentes), ni una experiencia personal, sino ajena, un relato de algo que hicieron otros y que me parece digno de contarse. Y si, de paso, nos sirve para conocer o reconocer algunos lugares o simplemente pasar el rato, pues tanto mejor.
Yo he estado en el Camino dos veces, la primera en 1995 y, no obstante ser una de las experiencias más bonitas e intensas que he tenido nunca, en algunos lugares aquello se parecía bastante al Paga un domingo soleado. En especial, desde que uno se aproximaba a la muga de Galicia (el famoso Cebreiro), el mogollón era impresionante, gente en bici, coches de apoyo, caminantes de una sola jornada… Dentro de lo que cabe, había albergues y servicios suficientes para atender a los peregrinos, los lugareños se habían puesto las pilas y era fácil comprar pan o fruta en muchos caseríos; todo resultaba bastante civilizado. Y en los años posteriores, imagino que toda esta infraestructura habrá crecido todavía más.
Pero esa situación es bastante reciente, se inicia con el Xacobeo del 93, cuando se organiza una red de albergues de forma más o menos racional y el Camino empieza a recibir atención de los poderes públicos -con logo incluido. Hasta entonces no había prácticamente nada, el peregrino tenía que buscarse la vida para encontrar dónde comer y sobre todo dónde dormir (una iglesia, un pajar, o simplemente, a la fresca), y los mapas eran escasos y bastante deficientes. Quien conozca el Camino seguro que se sobrecoge un poco al pensar en cómo sería recorrer 600 kms. sin apenas compañía y sin las facilidades que ahora disfrutamos.
Y aquí reside precisamente el interés que pueda tener lo que vaya apareciendo en este nuevo apartado: el Camino hecho por un grupo de chavales cuando casi nadie lo hacía, de Santurtzi a Santiago (o sea, de un santo apocopado a otro) con poco más que un mapa y una mochila.
Nos ponemos en situación
Corre el año 1987. En Madrid gobernaba un tal Felipe González -ahora es muy mayor y lo habreis visto a veces en la tele. España acababa de entrar en la Unión Europea , y por lo tanto la peña estaba ya pagando IVA desde el año anterior.
La tasa de paro era sólo un poco menor que la actual (el juvenil rondaba el 50%, para variar), y en Euskadi todavía se arrastraban las duras consecuencias de la reconversión industrial. De todo esto hace tanto tiempo que es probable que ni siquiera existiera ‘La noche de…’ con Félix Linares y sus rótulos matadores. Por cierto, que justo este año el Consejo de Europa declara la ruta jacobea como ‘itinerario cultural europeo’ -también con logo, claro.
Con este panorama, unos veinte chavales de Santurtzi pertenecientes al grupo cultural Cares deciden emprender una especie de locura: llegar a Santiago de Compostela a pata partiendo de la misma plaza del pueblo, recorriendo una cosa llamada Camino de Santiago, que por entonces pocos sabían lo que era. A título personal añadiré que en mi cole había un tipo llamado Txema, majete pero al que todos teníamos por un poco chiflado; éste debía ser el único que sabía lo que era el Camino, de hecho lo hizo, y tenía en cartera otros proyectos que parecían igual de disparatados.
No son todos los que están |
Nada mejor que el titular de la ‘usanza medieval’ que vemos en el recorte para ilustrarnos sobre el grado de conocimiento que se tenía en la época sobre el Camino. Se diría que iban disfrazados de juglares, tañendo extraños instrumentos.
Que un grupo de jóvenes haga el Camino de Santiago no tiene nada de relevante. Que lo hagan desde Santurtzi, donde viven, en principio tampoco porque, como sabemos, el Camino de la costa o del Norte pasa muy cerquita de allí. Que sin embargo lo hagan por el Camino francés, es decir, cruzando Castilla, ya tiene su aquél, porque hay que desplazarse muy al sur por itinerario improvisado. Y que todo esto lo hiciesen en 1.987, pues ya es algo bastante insólito.
El grupo rondaba los 18-20 años y les acompañaban dos o tres digamos monitores, que a su vez sabían del tema lo que pudieron llegar a currarse a base de imaginación y algún mapa. Porque claro, entonces no había Internet, ni blogs, ni Google Earth, y el GPS tal vez lo conociese algún enterado de los marines americanos.
En lo que se refiere al Camino, para hacernos una idea de su popularidad en esas épocas, diremos que en 1.987 se registraron 2.905 peregrinos. En 2.011, por poner un ejemplo, la afluencia fue de 179.919 (fuente: Wikipedia). O sea, que por cada peregrino que se encontraban nuestros amigos en el trayecto, hoy nos topamos con más de 60. Queremos suponer que las flechas amarillas ya existían; pero, eso sí, en el Camino Francés, que esta gente no alcanzaría hasta … la provincia de Palencia, o sea, todavía un poquito lejos del monumento a la sardinera.
La ruta se había programado en tres partes, a su vez subdivididas en jornadas de unos 30 kms. de media al día. Imagino que habrán dispuesto de mapas más o menos detallados, en especial para diseñar el primer tercio, pero sí sabemos que el libro de cabecera era la Guía del peregrino, antes citada. Un servidor también se dejó llevar por ella y, bueno, aunque hay quien decía que contenía errores, tampoco nos hemos puesto a comprobarlo, y yo diría que suministraba bastante información.
Intentaremos en adelante ir contando cosas acerca de ese Camino como una novela por entregas, o sea, por etapas. Procuraremos ir trazando el mapa del recorrido, destacando los puntos que llevaban establecidos y bueno, los datos que surjan sobre lo que vayamos encontrando.
Espero que os guste. Buen Camino.
Cuentas las cosas de forma muy amena, además parece que uno camina por esos lugares por el que nos llevas, así pues será interesante seguir la aventura de este intrépido grupo.
ResponderEliminarSaludos.