Las rutas por esta zona interior de
la reserva de Urdaibai son todo un clásico en los paseos familiares. Y es que
en un espacio de dimensiones muy asequibles se reúnen multitud de atractivos,
todos ellos directamente relacionados con la naturaleza, y que se pueden
visitar, uno tras otro, en una tranquila caminata por terreno apenas ondulado
entre paisajes rurales que casi resultan tópicos de Euskadi.
Proponemos un trayecto
circular sencillo y muy interesante por buena parte del valle de Oma, en el
curso del cual iremos conociendo algunos de estos focos de interés. Y, como
veremos, con sólo desviarnos unos minutos del trazado, tendremos a nuestra
disposición la completa oferta cultural y naturalística de este encantador
rincón de Bizkaia.
DISTANCIA: 6,5 km .
DESNIVEL: 190 m . (50-240)
DIFICULTAD: Muy Baja 3 (1-2-0)
ITINERARIO: circular Inicio y final: Parking de Basondo (caserío
Lezika)
VIAS:
Carretera, pistas de tierra
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, autopista A8
dirección Donostia-San Sebastián salida Amorebieta-Gernika. Después, BI-635
dirección Gernika, y aquí, BI-2238 dirección Lekeitio. En 2 kms., en Kortezubi,
girar a la derecha por la
BI-4244 (señal a Cuevas de Santimamiñe) Bizkaibus A-3513 Bilbao-Gernika-Lekeitio
parada Elejalde (Kortezubi) y de ahí a pie hasta Basondo
Más información:
Guía cartográfica de
Bizkaia mapas 17-18
Según llegamos a nuestro punto de
partida, ya nos empezamos a hacer la idea de que en esta ocasión nos las van a
poner como a Felipe II: nos recibe un parking de generosas dimensiones, donde
muy mal tienen que estar las cosas para no encontrar plaza; junto a él, el hermoso
caserío Lezika con restaurante, terracita y columpios. Y al lado, los carteles
nos indican que allí mismo tenemos la cueva de Santimamiñe, a los pies del
airoso Ereñozar. Incluso hay más cosas, pero vamos a dejar todo esto para el
final.
Retrocedemos unos pocos metros por la carretera por
donde hemos llegado, y de inmediato una señal nos indica la dirección al Bosque
pintado de Oma (2,8 km .s).
Hacia allí nos dirigimos, saliendonos del asfalto por la izquierda, tras la
primera curva, y con una moderada rampa. Continuamos por una pista de gravilla
con una alambrada por la izquierda enfilando hacia el arbolado: primero pinos,
luego eucaliptos, otra vez pinos. La pendiente es casi imperceptible.
Vamos así remontando, casi sin sentir, hasta los cerca
de 190 metros
de lo que el mapa denomina Goikogana, máxima altitud del día. En las pocas
zonas abiertas que encontramos tenemos alguna vista por la izquierda sobre la
pequeña cordillera que delimita el valle por el Este, con Bustarrigan como
principal elevación.
Bajada hacia el Bosque pintado |
Tras un par de kilómetros, empezamos a bajar, y nos
encontramos un cruce, también señalizado, con unas rocas que impiden el paso de
vehículos. Estamos ya casi a las puertas del Bosque pintado, y creo
recordar que en este punto se encontraba un mapa, repetidamente destruido y
ahora desaparecido. Aquí se gira a la izquierda y se inicia una fuerte bajada,
con el camino delimitado por una valla de madera, y algunos escalones.
Sin más misterio, nos encontramos de lleno ante la
muy popular obra de Agustín Ibarrola: el Bosque pintado, al que todo el mundo
llama ‘animado’, ‘encantado’ y mil cosas más. Se trata de una obra que responde a
la etiqueta de ‘land-art’, es decir, actuaciones estrechamente relacionadas con
la naturaleza, sea por los materiales, su localización o la interacción entre
el artista y el medio natural. En este caso, todo ello al mismo tiempo. Como ejemplo, unas foticos a voleo:
Al final, son trazos aplicados en el tronco de los árboles formando sucesivos trampantojos (o sea, efectos ópticos) con figuras a veces humanas, a veces geométricas o de otro tipo. El resultado es un conjunto vistoso que termina envolviendonos, al encontrarnos del todo sumergidos en el bosque. Tampoco se puede decir que se haya ocasionado daño al entorno, porque se trata de una plantación de pino Monterrey que data de los años 50 y no tiene mayor valor. Y también recordamos que la obra ha tenido que ser restaurada varias veces, no sólo por el deterioro normal, sino por la repetida actuación de vándalos y descerebrados que al parecer no comulgan políticamente con el autor.
Por mi parte, reconozco que la cosa no me entusiasma
demasiado, pero bueno, tiene que haber de todo. Y ahí va uno de los muchos videos que pueden encontrarse por ahí:
Una vez contemplado el curioso lugar en la medida que
nos haya apetecido, vamos preparando la continuación de la ruta. Al fondo y
casi en línea recta según hemos llegado se encuentra la zona de los ojos. La
recorremos a lo largo y donde terminan las pinturas descubrimos otra cruz de
señales que nos indica el camino hacia Oma, que seguirá hacia la derecha y en
bajada.
Descenso hacia Oma |
VARIANTE: En esta intersección, si giramos a la
derecha en unos cinco minutos alcanzaremos una vieja ferrería y molino a
orillas del Omaerreka, pequeño cauce que surca el valle y en el que llegó a
haber varias de estas instalaciones que aprovechaban el curso fluvial para el
trabajo del hierro y la molienda.
Caserío |
A la salida de la aldea un panel informa sobre el
karst de Urdaibai, que se extiende por el noreste a todo lo largo de los
valles, hasta más allá de donde hemos iniciado la ruta. Poco más adelante, otra
señal nos indica el camino hacia el sumidero de Bolunzulo, un interesante
rincón de interés geológico sobre el que se informa exhaustivamente en esta página. Y es que, como se ve, en la reducida zona que
estamos recorriendo no faltan cosas que ver y de las que aprender.
Siguiendo la misma dirección por la carretera, flanqueada por una especie de acera enlosada, descubrimos la pequeña ermita de San Pedro, del siglo XVI. Tras remontar unos pocos metros, el pequeño alto nos sitúa justo entre los
valles de Oma –de donde venimos- y Basondo –a donde nos dirigimos-, con una
buena perspectiva sobre ambos. Ahora volvemos a descender, con Ereñozar y los
caseríos de Basondo al frente, la zona boscosa que antes hemos recorrido por la
izquierda, y sucesivos pastos con animales.
Un último y suave repecho nos devuelve al punto de partida, dando por concluido el recorrido.
Ermita de San Pedro |
Un último y suave repecho nos devuelve al punto de partida, dando por concluido el recorrido.
Pero, como casi nunca nos conformamos con la ruta
pedestre, y hoy tenemos una amplia oferta de visitas y actividades, además de
lo ya conocido, no podemos olvidarnos de:
El acceso está perfectamente señalizado. Partiendo del
aparcamiento nos dirigimos hacia la falda del monte entre algunas mesas y
árboles para alcanzar la entrada en muy escasos minutos. Las visitas están
limitadas, así que conviene informarse antes, pero merece la pena porque, en mi
opinión, el recorrido es uno de los más entretenidos que se pueden hacer en
nuestro territorio y cercanías. También los alrededores son perfectos para dar
cuenta del bocata, aunque es cierto que suelen estar petados de gente.
Retrocediendo unos metros por la carretera por la que
hemos llegado, nos encontramos el Refugio de la fauna de Basondo, donde podemos
observar en semi-libertad distintas especies de animales, incluidos bisontes.
El lugar no es muy extenso, resulta más amable que un simple zoo, y la gente
que se encarga de los animales es encantadora y facilita cualquier información.
Un sitio ideal para ir con críos.
Vamos, que no está mal para las vacaciones (el que las tenga). Y casi todo gratis.
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