Hace ya bastantes años que nos
dejó, y tampoco hay un motivo concreto para traer hoy este recuerdo, pero ahí
está.
Desde muy pequeño mis padres me
llevaban al Paga y sus alrededores. A veces íbamos andando desde casa, por el
Peñaskal, otras por La Peña
y Bolintxu, y a veces cogíamos ‘el 4’
(seguro que algunos lo recuerdan) para subir por Rekalde. Me quedan imágenes
bien grabadas, unas confusas, otras muy nítidas, la fuente de Iturrigorri y la
plataforma de giro del autobús, la presa de Bolintxu donde se bañaba la gente
(a mí no me dejaban, claro), un txakolí que no sé si era siempre el mismo o eran
varios… Cuando me hice un poco mayor, ya pasé por completo del monte.
Cuando al viejillo le
prejubilaron, lo primero que tuvo que hacer fue recuperarse de un soponcio; sus
jefes le habían machacado durante meses para que aceptara unas condiciones
bastante sangrantes, y casi no lo cuenta. Pero, una vez pasado el bache, se
dedicó a lo que más le gustaba: subir al Paga acompañado de varios amigos a los
que también habían retirado de la circulación.
Para allá se iba, día sí y día
también, a hacer distintos recorridos, y cuando hacía mejor tiempo, de tanto en
tanto, pillaba el bocata que le preparaba ama (supongo que acompañado de la
bota de vino) y tiraban para el Ganeko, lo que en casa nos parecía una cosa
tremenda, y nos producía cierta intranquilidad hasta que volvía. Su
indumentaria montañera se limitaba al calzado, porque por lo demás iba con ropa
normal, la txapela, un jersey y un abrigo en invierno, y una camisa remangada
en verano.
En eso estuvo un tiempo que no
podría definir, quizá un par de años. Yo en esa época estaba en otras historias
muy distintas, era muy arty, moderno y amigo de jaranas nocturnas. Confieso que
aborrecía todo aquello del monte, no podía soportar ver a mi padre con sus
aparatosas botorras y sus calcetines gruesos yendo siempre al mismo sitio (o
eso me parecía a mí) a subir cuestas y ver campas y árboles. Me resultaban
ridículos sus relatos siempre cuajados de nombres como Arraiz, Arnotegi, Rompeculos… que a mí me sonaban a chino, y me parecían un absurdo adorno para
hablar mucho de un único monte, que para mí era el Pagasarri… y que ni siquiera
sabía muy bien dónde estaba.
Luego las cosas se torcieron, los
colegas del viejo fueron pasando a mejor vida, primero uno, luego otro, y se le
fueron quitando las ganas de subir. Circunstancias familiares muy dolorosas
terminaron de borrar a la fuerza su afición, y ya en sus últimos años estaba
sin ánimo y muy cascado para retomarla.
Y ahora, muchos años después,
resulta que soy yo el que pierde el trasero cada fin de semana pensando en
poder dar una vuelta por algunos de estos sitios o por otros parecidos. La vida
es muy larga y da muchas más vueltas de lo que podemos pensar. Pero, eso sí, aunque
ahora tengamos gore-tex y cortavientos, las botas siguen siendo bastante
parecidas.
Misterios sin resolver (IV)
Es tal el éxito de nuestra
sección ‘Misterios sin resolver’ que estamos sopesando un acuerdo con bwin,
Reta o William Hill para organizar un sistema de apuestas. La cosa tendría así
una repercusión internacional y, de paso, supondría un dinerillo extra para
ibilkat, que buena falta nos hace.
Mientras esto se materializa,
desvelaremos finalmente el anterior enigma, aquel extraño árbol con globitos amarillos: se trata nada menos que de una
asclepias physocarpa, una especie originaria de Sudáfrica o por ahí, que atrae
a las mariposas y es venenosa si se ingiere. Ahí es nada, y estaba en un
jardín privado. Tengo que decir que nadie acertó, y por mucho que busqué en la red, no hubo forma. Tuvo que venir el inigualable Manu a sacarnos de la zozobra y la duda. Es que este hombre es una sorpresa sin fin.
jardín privado. Tengo que decir que nadie acertó, y por mucho que busqué en la red, no hubo forma. Tuvo que venir el inigualable Manu a sacarnos de la zozobra y la duda. Es que este hombre es una sorpresa sin fin.
Ahora traemos algo más facilito.
Este mamotreto de hormigón está en un lugar muy conocido por los paseantes, y
seguro que hay mucha gente que lo ha visto alguna vez. Pero ¿sabe alguien de
qué se trata? Nosotros, que conste, no tenemos ni idea. Y aún más. Hubo hace
muchos años un proyecto descabellado de cierto negocio de hostelería, muy cerca de
esta construcción. Premio al que nos informe sobre el tema.
Nuevos retos
Es notorio que en este blog dedicamos
siempre especial atención al I+D+i. Y, como hemos terminado con las historias del Camino
de Santiago y el examen del GR bilbaíno, estamos ya urdiendo futuras secciones.
Aquí lanzamos algunas ideas, a ver qué os parece:
a) Formas
de cruzar una alambrada Yo no sé vosotros, pero yo alguna vez ya he tenido que dar
un buen rodeo para sortear alguna alambrada infranqueable. Y otras
veces la he traspaso así, por las bravas, con poco estilo y algún enganchón que
llevar a casa de recuerdo. Luego vemos en internet tipos que se saltan las
vallas sobradísimos y con una elegancia envidiable. Seguro que algunos nos
cuentan algún truco para que nada detenga nuestra marcha, y ningún cierre nos
ponga en ridículo.
b) Tipos
de agujetas Esto ya es materia para médicos y fisios. Yo, como simple
sufridor, me limito a constatar que las agujetas no son siempre iguales: según
el perfil de la marcha que hayamos hecho, duelen unos músculos y no otros.
Pongamos esto negro sobre blanco (en este caso, sobre verde) y sepamos dónde
nos va a pegar el latigazo en función de qué monte subamos o bajemos. Como para
una tesis.
d) Y
bueno, se admiten más sugerencias para seguir llenando entradas de blog con nuestras cosas. Que aquí somos demócratas pata negra. Hasta
asamblearios, podríamos decir.
Hasta la próxima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario