El monumento a la Virgen de Orduña es
una gran mole que se erige en el filo de los cortados, dominando el valle donde
se asienta este enclave vizcaino en Alava. Su silueta resulta nítida e inconfundible
desde que se levantó en 1.904, conmemorando el hallazgo de una imagen al pie
del Txarlazo. El mismo hecho es también el origen del Santuario, situado
justamente en la falda del monte; parece ser que en tiempos remotos existió en
este lugar una iglesia que, por ser anterior a la ubicada en el casco urbano,
recibió el sobrenombre de ‘la Antigua’.
En el entorno de la meseta donde se
encuentra el monumento tiene lugar cada cierto tiempo el sorprendente –y
potencialmente peligroso- fenómeno atmosférico conocido como ‘el Bollo’, que
genera imágenes impactantes. La subida al Txarlazo no presenta excesiva
complicación, y nos recompensa de sobra con excepcionales vistas.
DISTANCIA: 8,6 km.
DESNIVEL: 585 m. (350-933) CENTENARIO
DIFICULTAD: Media-Baja 8 (5-3-0)
ITINERARIO (ida
y vuelta) Inicio y final: Santuario de la Antigua (Orduña)
VIAS:
Carretera, pistas de cemento y tierra, campo a través
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, A-68 dirección
Vitoria-Gasteiz salida Llodio. Se toma la BI-625 hasta Orduña, y aquí seguir las
indicaciones hasta el Santuario. RENFE cercanías línea C3
TRACK: Wikiloc
Más información:
Guía Cartográfica de
Bizkaia mapa 69
Mapa IGN
MTN50-111-Orduña
Perfil (ida) |
La cima desde el Santuario |
Por
si usted no lo sabía, Orduña es la única ciudad de Bizkaia, es decir, la única localidad del territorio que
tiene oficialmente el carácter de ciudad. Una vez en ella, hay señalización
suficiente para acceder sin problema al Santuario de la Antigua, que se encuentra junto a la BI-3931, unos metros por encima del casco urbano.
En este tranquilo lugar podemos aparcar si hemos venido en coche, y tenemos
fuente donde repostar, si somos del gremio de los olvidadizos. Y tenemos además, así, sin más
trámite, una vista perfecta hacia nuestro objetivo: el monumento en la cima del
Txarlazo, que tenemos por la izquierda mirando hacia el monte. La ascensión no
presentará problema, pero la verdad es que el desnivel parece menor que el que
realmente hay que salvar (cerca de 600 metros).
Inicio del camino |
Echamos
pues a andar carretera arriba, y continuamos recto por un camino de cemento por
el que vamos subiendo muy suavemente. Por la derecha se levantan los paredones
rocosos de los vecinos Txolope y Solaiera y algo más hacia el norte Bedarbide,
formando la afilada arista de una muralla que parece infranqueable. Atravesamos
una puerta de madera y pasamos a pista de piedrilla/tierra. Cruzamos después un
paso canadiense y nos encontramos alguna marca blanco-amarilla de PR. Veremos
después alguna más, pero no hay que fiarse mucho, porque hay pocas y no son muy
visibles. En una bifurcación tomamos el camino de la derecha, guiados por unos
cartelitos.
Empezamos
a ganar altura con más decisión y pronto circulamos por amplios lazos que recorren
una ladera sombría. Entre el arbolado vemos a trechos la propia cima del
Txarlazo y sus vecinas ya citadas, dependiendo de la orientación del camino, y
observamos también cómo el valle va quedando abajo. Pasamos sucesivas manchas
de hayedos y robledales por camino generalmente sombrío y fresco. La ascensión
es continua y cada vez más pronunciada.
Ganando altura |
En
una curva dejamos un camino por la derecha que parece ser que lleva hacia
Lendoño, y cerca del cual debe encontrarse la fuente de la Escudilla. Y justo en
el lazo contrario salimos a uno de los pocos claros que encontramos en todo el
trayecto, con una buena vista al valle. Pasamos luego un tramo muy empedrado
(en algún momento dudo si será una antigua calzada, pero no estoy seguro), y
nos encontramos una torre eléctrica verde. El camino pasa a ser algo más
estrecho, y en otro giro dejamos por la izquierda un solitario banco.
Fuente de Goldetxo |
Poco
más adelante llegamos a la fuente de Goldetxo, con un par de bancos entre
algunas rocas, un sitio agradable donde podemos hacer una parada. Unas rampas más, y hemos superado la parte más exigente. Accedemos así a una profunda
trinchera en la roca, que es el portillo de Goldetxo, o sea, el acceso a las
campas cimeras. Parece que se trata de un paso artificial abierto para permitir
el transporte de carbón entre la meseta y el valle.
Portillo de Goldetxo |
Cruzamos
una barrera y ya estamos en la meseta, con unos extensos pastos de altura
salpicados de arbolillos y algunas rocas, y adornados por la muralla rocosa del
muy cercano Txolope. Cerca de las ruinas de lo que parece una antigua borda,
giramos a la izquierda y observamos ya el enorme monumento a la Virgen, asomado
al precipicio.
Virgen de Orduña |
En unos minutos alcanzamos la emblemática escultura que marca la cima (TXARLAZO, 933 m.), lamentablemente rodeada de horribles antenas que podíamos apreciar desde abajo. Pero la sensación es fantástica, se diría que volamos sobre el valle, con Orduña a nuestros pies y bien visible el Santuario desde donde hemos partido. También a la vista tenemos la sierra de Urkabustaitz, Amurrio y, mirando al norte, distinguimos al fondo el Ganeko, Eretza y Pico de la Cruz, entre otros muchos. Por el lado contrario, pasando Delika el valle se interna en el cañón en cuyo fondo se encuentra el conocido Salto del Nervión.
Cañón de Delika |
Un
espectáculo formidable que podemos prolongar con un tranquilo paseo por las
campas, o quizá una fácil incursión para ascender al vecino Txolope, cuyo
tremendo perfil nos ha acompañado durante la ascensión.
Aunque,
en determinadas circunstancias, estos parajes pueden también ofrecernos cosas
realmente increíbles, como pasamos a contar ahora.
El
Bollo
Como
ya saben nuestros lectores habituales (bueno, suponiendo que haya alguno), en
este blog no suele ser frecuente que contemos experiencias personales de las
excursiones. Pero en esta ocasión, creo que merece la pena hacerlo.
El
Bollo es un peculiar fenómeno atmosférico del que me habló el colega Juancar
hace años, y que yo no acertaba a entender bien. Por lo visto, en determinadas
condiciones de humedad y temperatura, los vientos arrastran las nieblas desde
el burgalés valle de Losa a lo largo de la meseta, generando temperaturas que
pueden alcanzar los 15º bajo cero. Al llegar a los cortados sobre el valle de
Orduña, la masa nubosa se calienta rápidamente y desaparece mientras cae, como
si se tratase de una inmensa cascada de algodón. En esta página se cuentan cosas acerca de ello.
El
caso es que el día de nuestra ascensión, sin tener ni idea del asunto, resultó
que allí estaba el Bollo. Se veía de lejos, aun antes de llegar a Orduña y,
bueno, admito que acojonaba un poco. Pero no se podía dejar pasar la
oportunidad de observar el fenómeno en primera persona.
Antes
de comenzar a subir, le portentosa nube dejaba libre el Txarlazo, pero daba la
impresión de ir y venir, cubrirlo y retirarse. Todo ello mientras en el valle
lucía un sol radiante y el día era limpio a más no poder. En la parte superior
del monte ya se distinguía una franja de árboles de un sospechoso color blanco
(si nos fijamos, se ve en una de las fotos).
La
primera mitad de la ascensión fue completamente normal, pero poco a poco se iba
sintiendo un frío cada vez más intenso. Como alrededor de los 750 metros –poco
antes de llegar a la torreta que hemos indicado- la temperatura ya había caído
en picado, y de los árboles congelados comenzaron a caer trocitos de hielo,
como un extraño granizo, procedentes de los árboles previamente congelados,
mientras la niebla penetraba por la ladera.
Por
la fuente de Goldetxo la cosa tenía muy mala pinta, y parecía ir a peor. Se
imaginaba uno una especie de infierno helado en la cima. Llegando a la
trinchera, el entorno era realmente impresionante: viento gélido,
arbustos y hierbas cubiertos de hielo, y carámbanos colgando de las paredes. Y,
una vez en la zona alta, la niebla lo envolvía todo como a jirones, entrando y
saliendo, mostrando y ocultando el monumento en pocos segundos.
La
conclusión es que estábamos justo en el borde del Bollo, que se movía a un lado
y otro, con la inmensa suerte de que, justo al acceder a las proximidades de la
cima, el panorama se abrió y se pudo tener una visión completa del fenómeno.
Primero, sus consecuencias: los árboles y la hierba completamente helados, lo
mismo que el propio monumento, las alambradas, los reflectores… Y allí al lado,
unos metros más abajo, la enorme masa desplazándose con pereza sobre el llano y
cayendo majestuosamente por los cantiles. Un espectáculo increíble que con
gusto dejamos en este video.
Así
que, si la ascensión ya es chula de por sí, si además permite conocer de cerca
este extraño y espectacular fenónemo, pues la mañana no puede estar mejor
aprovechada.
El Portillo del Goldetxo me recuerda a un paso de El Señor de los Anillos. Jeej. Hace mucho tiempo w estuve por allí. Y me fui hasta el Tologorri!!!!
ResponderEliminarSabes? No conozco la Virgen de Orduña al descubierto, siempre que he ido había muchísima niebla. A ver si la próxima es la buena.
Saludos!!!!!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl paso de Caradhras, si no recuerdo mal. Es una sitio muy llamativo, porque es como salir de un mundo y entrar en otro completamente distinto.
ResponderEliminarInténtalo un día despejado, la vista es excepcional. Saludos, Pedro.