sábado, 19 de octubre de 2019

Armañón

El Parque natural de Armañón, declarado como tal en 2006, es seguramente el menos conocido de los tres situados en Bizkaia. Asentado sobre los municipios de Karrantza y Turtzioz, se extiende desde el macizo kárstico de Ranero hasta la doble cima de Armañón y Jorrios, en su parte más oriental. Su perfil ofrece elevaciones moderadas y un amplio contraste entre zonas abruptas de carácter calizo y amplias praderas de uso ganadero, abriéndose siempre a amplias y espectaculares panorámicas.

En esta excursión conocemos la cima que da nombre a este entorno, una mole robusta que justamente marca la divisoria entre los dos municipios sobre los que se extiende, y que permite tanto un acceso sencillo por pistas como una ascensión algo más directa y exigente. La visita nos permite también conocer la pequeña población de Turtzioz, que conserva plenamente su naturaleza rural y reúne algunas construcciones notables que demasiadas veces quedan ignoradas.

            DISTANCIA: 9,6 km.
            DESNIVEL: 595 m. (259-856)
DIFICULTAD: Media 10 (5-3-2) Rampas del 30-40%/Dificultad de tránsito (variante b)  
                      CENTENARIO / Techo municipal (Turtzioz) 
            ITINERARIO (ida y vuelta)  Inicio y Final: Cueto (Turtzioz)
            VIAS: Camino de cemento y asfalto, pistas de tierra, campo a través (variante b)
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, autopista dirección Balmaseda BI-636. Antes de entrar en Balmaseda se toma la BI-630 hasta Villaverde, donde se toma la CA-153 hasta Trutzioz. Ahí tomar el desvío hasta el barrio de Cueto. Hasta Turtzioz, FEVE Bilbao-Santander y Ansa línea Bilbao-Lanestosa (luego a pie hasta Cueto como 1,5 kms. y 150 m. de desnivel)
TRACK: Wikiloc
Más información:
Guía Cartográfica de Bizkaia mapa 21
IGN MTN50-060 Balmaseda



Inicio, con Armañón al fondo
Desde la pequeña localidad de Turtioz (Trucíos, no confundir con Villaverde), un camino asfaltado nos lleva por la izquierda hacia el barrio de Cueto, en cuya parte superior encontramos un cómodo aparcamiento. Ahí mismo, junto a la iglesia, arranca un camino de cemento, con desnivel muy llevadero. Enseguida aparece un segundo grupo de casas, algo retirado a la izquierda del camino, conocido como Recueto.

Siempre con una pendiente similar, el camino va alternando zonas de sombra con otras abiertas, con algunas vistas por la derecha hacia el macizo de Jorrios, y guiados por las marcas tricolor del PR BI-120 (circular a las dos cimas) y el GR 123, creo. Llegamos así a una TRIFURCACIÓN, con dos caminos de cemento y uno de piedrilla por la derecha. Con una señal muy clara, tomamos el del centro y seguimos subiendo. En un claro, cruzamos un paso canadiense junto con una FUENTE (no potable) y poco después vemos ya con más claridad la masa rocosa de Jorrios, con la pequeña elevación de Sierrasolengue en primer término. También tenemos a la vista nuestro objetivo (izquierda), una gran loma pelada que parece lejana y enorme.

Llegamos a continuación junto a lo que parece una cantera, con una excavadora y toneladas de algo parecido a la calcita que brilla, blanca y limpísima, por todas partes. Después veremos grandes cantidades de este mineral sirviendo de grava y haciendo brillar los caminos. Justo después de la cantera se encuentra un murito que cierra primorosamente una finca, en cuyo interior (lo vemos unos metros más adelante) se sitúa una especie de establo de piedra, cercado con mil y un sistemas de cierre. Y junto a esta edificación se inicia un camino verde con las SEÑALES de los senderos marcados. Podríamos seguir por la derecha, pero reservamos la variante para la vuelta, siguiendo por la pista.

¿Refugio o borda?
Tras pasar junto a otra casa (izquierda), llegamos a un cruce con otra pista que sube de izquierda a derecha, con un edificio en lo alto (derecha), que parece un refugio. Hay que dirigirse hacia él, dejando por la izquierda un camino herboso (me cuentan que siguiendo por él también retomaríamos la ruta, unos 300 metros más adelante tras pasar una vieja cabaña de piedra, pero ya tendremos ocasión de aventuras algo más tarde). Ahora pasamos junto al refugio y acometemos las rampas más severas hasta llegar a otra cruz de señales, en un lugar que creo que se llama El Posadero. La flecha indica 55’ a Armañón, aunque cuenta con un rodeo que ya veremos si seguimos, así que, aunque está claro que hemos terminado la primera parte de la ascensión y salimos a campo abierto, la cosa todavía va a dar para bastante.

Ahí lo tenemos
El camino, ahora de grava y tierra, dibuja la primera de varias eses (que podemos atajar sin problema) y pasa junto a varios apriscos. En cosa de 1 km. llegamos a un cruce con un ABREVADERO, donde hay que seguir recto, ganado altura poco a poco, con el panorama ya totalmente claro. De frente tenemos nuestro objetivo, con una exigente pala final que ya veremos cómo atacamos. La loma forma una curva hacia el norte hasta un collado donde enlaza con el vecino Jorrios, de soberbia estampa. Este a su vez encabeza un macizo calizo que se extiende hacia el norte para conectar con el Pico de las Nieves y hacia el Este, en un bonito cordal kárstico, en dirección al valle de Trucíos. El barranco de Valnero de Pando (por donde alguien sugería una ruta complicadilla) separa esa alineación del camino que hemos traído desde Cueto.

Con mucho ganado de por medio llegamos ya al pie de la cima (DESVIO), donde hay que decidir entre dos opciones:

      a)      Alternativa lógica

La que marcan casi todas las rutas que se encuentran por ahí. Seguimos por la pista tranquilamente, faldeando la cresta cimera alrededor de la cota 750 durante algo menos de 1 km., hasta encontrarnos el collado que separa Armañón y Jorrios. Ahí giramos a la izquierda, nos aupamos al cordal subiendo cómodamente unos 100 metros, y todo seguidito por terreno llano hasta la cumbre. Un sencillo paseo de algo más de kilómetro y medio sin ninguna dificultad. Pero puede que a alguien le guste complicarse la vida un poco más: en ese caso tenemos la

      b)      Alternativa absurda (pero, eso sí, montañera a tope)

Subiendo
En el punto anterior (DESVIO) abandonamos la pista y vamos a tirar con todo para llegar arriba por las bravas. Es un tramo potente, pero no para asustar, hay muchos similares en nuestro entorno, unos 150 m. de desnivel con pendiente de alrededor de un 30%, puede que algo más. Pero la gracia está en lo que encontramos a nuestros pies (y a nuestro alrededor), ya verán. Dejando la pista por la izquierda, empezamos a subir suavemente por los pastos, salpicados con algunos arbustos aquí y allá. La pendiente va aumentando y también se multiplican las matas de argomas de distinto tipo, pero cabe ir esquivándolas a la vez que se va zigzagueando para atenuar el desnivel. Al mismo tiempo intentamos progresar hacia la punta sur de la arista sur, donde encontraremos un paso.

Vamos de pintxos
La pendiente sigue creciendo y las argomas colonizan la mayor parte del trayecto, con lo que cada vez es más difícil buscar un trayecto cómodo. Si miran ustedes en Google Earth verán primero una superficie verde con algunos puntitos oscuros, luego esos puntitos se multiplican y el verde se reduce. Y finalmente el verde desaparece y lo oscuro lo invade todo. El verde es la hierba por la que podemos andar, y lo oscuro son las matas de argomas, cuya abundancia se incrementa en la misma proporción que su altura. Vamos, que la cosa está complicada. De vez en cuando se ve alguna traza de camino de cabras, pero las cabras no siempre van hacia arriba, con lo que no podemos fiarnos demasiado. Entre pinchos y arañas la cosa se pone cada vez peor, y realmente hay que ser muy cabezón para empeñarse en subir por aquí. Yo lo advierto, y usted decide.

Si decía que debíamos intentar progresar hacia la punta sur es porque allí está el único paso que hemos conseguido encontrar en la alambrada que recorre todo el cordal. Por cierto, un cierre con aspecto bastante inexpugnable: valla alta, con línea superior de espino y mallazo debajo, a lo que se añade una alambrada medio enroscada, a modo de Melilla, terrible. Así que, si se ha empeñado el lector irreflexivo en tomar este ‘camino’, hará bien en ir atisbando con paciencia lo que hay arriba, porque si no encuentra el paso se acordará a buen seguro de mis queridos difuntos (También digo que podría haber algún otro paso, o podría no existir ya siquiera este, así que eludo toda responsabilidad).

Cima, con Jorrios al fondo

Al fondo, Ranero y sierra de Hornijo
Si hemos conseguido alcanzar la cresta y cruzar la valla, enhorabuena. Estamos en el límite entre Turtzioz y Karranza, con el mojón bien visible, y en unos pocos metros alcanzamos la cima (ARMAÑÓN, 856 m.)… a la que hubiésemos llegado con mucho menos sufrimiento si hubiésemos elegido la ruta civilizada. Muy bonito buzón y vistas increíbles: los montes de Ordunte al sur, desde
Garbea y Kolitza hasta Zalama; el desfiladero de Karrantza con Ranero a la derecha y el pico San Vicente detrás (más al fondo, Porracolina); hacia el mar, la Candina y Buciero (la ermita de las Nieves se ve desde un poco más al norte); hacia el Este Mello, con Betaio y Alen que también serán visibles durante toda la bajada. Una auténtica pasada si pillamos un día despejado.

Montes de Ordunte y Zalama
Una vez arriba, si alguien ha tenido la estúpida idea de subir por la ruta b) está claro que no tendrá ninguna gana de bajar por ahí mismo. Y los que hayan subido por la a) deberían haber aprendido de los errores de los otros. En conclusión: hay que bajar por el camino ‘largo’, es decir, recorriendo el cordal en dirección norte hasta descender, pasando una puerta metálica, hasta el collado que nos separa de Jorrios (que es un monte que se suele hacer en la misma jornada, pero aquí dejamos para otra ocasión). Ahí giramos a la derecha y volvemos por la falda del monte con algunas zonas de rica sombra. Ya no queda más que
Descenso hacia el collado
seguir el camino de subida, recordando que podemos atajar fácilmente las curvas de la última parte, y podemos tomar el atajo que antes dejamos de lado junto al refugio.

De nuevo en Cueto, podemos tomarnos un rato para examinar, al lado del aparcamiento, la ermita de San Roke y, lo que es más llamativo, el espacio circular adyacente, que es nada menos que un coso taurino, algo que uno no había visto en ningún otro lugar.
Por lo visto hay una tradición taurina arraigada en esta parte de las Encartaciones, como se explica en este artículo. Y si nos quedamos con ganas, el pequeño núcleo urbano de Turtzioz alberga también un número apreciables de casas palaciegas y cosas similares que también podemos conocer.

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