sábado, 16 de marzo de 2013

Montehano

La inconfundible silueta de Montehano se distingue con nitidez desde todo el contorno de la marisma de Santoña y la bahía de Laredo. Incrustado en las aguas como un solitario promontorio, a poco que subiese el nivel del mar, Montehano se convertiría en una isla casi perfectamente circular.

Modestísimo tanto en extensión como en altitud, y al margen de la cantera que devora una de sus laderas, nuestro monte alberga muchos elementos interesantes: preciosos encinares, un convento capuchino, y los restos de un castillo y bunkers de la Guerra civil. Y, sobre todo, hermosas vistas sobre el litoral, de las que podemos disfrutar en una ascensión sumamente sencilla y para todos los públicos.

DISTANCIA: 3 kms 
DESNIVEL: 185 m. (0-186) 
DIFICULTAD: Ninguna 1 (1-0-0)
ITINERARIO: ida y vuelta  Inicio y final: Frente a la cantera (CA-241)
VIAS: Sendero de tierra
ACCESOS: Desde Bilbao, autopista dirección Santander salida 177 Cicero-Treto-Santoña. Se toma la N-634 dirección Santander y después CA-241 dirección Santoña, hasta la cantera.
Más información:
Cartografía de Cantabria en
           http://www.territoriodecantabria.es/Mapa-Cartografia/POL_ETRS89


Perfil (ida)


            Según venimos por la transitada carretera que cruza la marisma de Santoña, no hay que pensarselo mucho: en cuando tenemos por la izquierda la cantera, justo enfrente, por la derecha, hay un pequeño descampado donde podemos dejar el coche.

Punto de partida
            Cruzamos la carretera y en el extremo izquierdo del acceso a la explotación minera, junto a un  viejo cargadero, hay un interesante panel informativo sobre lo que vamos a visitar. En él vemos con claridad la ruta a seguir, bordeando los cortes por la derecha para luego ascender en zigzag. No haría falta ninguna indicación más, porque el itinerario está además impecablemente señalizado con postes del PR-S 218 hasta el final. Pero entonces nos quedaríamos sin qué contar en el blog, y tampoco es eso.

            Hay que internarse en el recinto minero, con algún cuidado porque, aunque la cantera está inactiva, circulan vehículos de la polvorienta planta de machaqueo que se encuentra al lado. Más o menos en el centro, distinguimos un camino en rampa con la primera flecha indicadora, por donde comenzamos la ascensión, rodeados de los omnipresentes plumeros argentinos.

Cantera
La subida no presenta más inconveniente que los desagradables efluvios de la industria adyacente, que desaparecerán un poco más adelante. Vamos ganando vistas, a un lado sobre la marisma, y al otro sobre los enormes tajos que, como siempre, nos hacen pensar en imágenes de gran actividad de hombres y máquinas robándole el mineral al monte durante años.

Vista sobre la marisma
            En cuanto pasamos la primera y más amplia curva, y nos situamos en la parte alta del corte (sin peligro, de no ser que nos asomemos innecesariamente), tenemos las mejores vistas de la ruta, en varios claros entre los árboles, lo que el panel informativo describía como ‘mirador natural’: por la izquierda vemos Santoña bajo el Buciero y los bloques de Laredo que recuerdan a la típica imagen de Cancún, con la Candina detrás; hacia la derecha, el convento bajo nuestros pies junto a la peculiar carretera sobre la marisma, el polder de Cicero, y el Candiano y su sierra recortándose al fondo.
 
Hacia el interior

El paisaje, dominado primero por los eucaliptus, va dejando paso al encinar. Sobre el camino vamos encontrando diversos troncos caídos, mientras admiramos la belleza de este tipo de bosques, en especial cuando el sol penetra formando un precioso mosaico. El trazado es evidente, siempre en moderada pendiente, y en cualquier caso disponemos de las oportunas marcas que nos guían.

Por el encinar

Ya bastante arriba, varias grandes rocas asoman por la derecha, entre la vegetación y el verdín, lo que nos anuncia que llegan cosas interesantes. De inmediato tenemos otra señal, que marca a la izquierda hacia los bunkers (200 m.); por la derecha, un profundo tajo en la roca, una especie de trinchera, por donde también podemos internarnos para explorar.

Interior del bunker
Es inevitable hacer una visita al BUNKER, para lo que descendemos por un camino abrupto y divertido, entre rocas y algunas zarzas. Los 200 metros se hacen muy cortos, y enseguida descubrimos las fortificaciones, una especie de zulo de hormigón con pequeñas troneras, adosado a la roca. Las siete décadas transcurridas han dejado su huella, y las raíces de algunos árboles se extienden a lo largo de los muros, con aspecto algo inquietante.

De vuelta al camino, hay una curva que parece rellenada de guijarros, y el último tramo casi recto nos dirige hacia un panel junto a un muro. Estamos ya en los restos de castillo de Montehano, del que queda justamente ese muro perimetral, y unos pasos hacia la izquierda aparece un mástil con bandera, que entendemos señala la cima (MONTEHANO, 186 m.)

Muro del castillo en la cima

El frondoso arbolado no nos permite tener más vistas que alguna parcial al interior hacia poniente (Escalante), y tampoco hay muchas opciones de explorar la zona más allá de los límites del castillo, porque por todos lados nos rodea el inexpugnable encinar.

Convento de San Sebastián de Hano
Realizamos el descenso por el mismo camino para volver al punto de partida, donde no debemos dejar pasar la ocasión para conocer un poco el entorno más cercano. De la explanada donde hemos comenzado podemos dirigirnos hacia la orilla para conocer el convento de los capuchinos de San Sebastián de Hano 

El edificio tiene más interés por el entorno que por sí mismo. Está situado a pie de la lámina de agua, concretamente sobre el Canal de Hano, que comunica con la marisma de Escalante. Bajando una escalerita de piedra, accedemos a la orilla, desde donde compartimos con algunos pescadores un hermoso paisaje y la observación de numerosas aves acuáticas. Podemos también dar un rodeo por el lado contrario del convento, para regresar por otro camino asfaltado, muy vistoso y solitario, bajo denso arbolado.  

Y si aún nos sobra tiempo antes de meternos un sublime aperitivo en Santoña (no perderse la taberna Alberto, con anchoas y queso), merece la pena darse una vuelta por la preciosa carreterilla de El Gromo y visitar Escalante, con especial atención a su ermita románica. Nos han señalizado tan bien nuestra ruta montañera que les recompensamos con esta publi turística gratuita.

1 comentario:

  1. Hace unos pocos días he podido comprobar que el estado de conservación del sendero es bastante deplorable. El sendero se encuentra completamente sucio, muy cerrado sobre todo en la parte inicial, y las señales en su mayor parte perdidas o borradas. Una lástima, más si tenemos en cuenta la desaparición de toda actividad industrial del entorno, que debería favorecer su aprovechamiento natural.

    Lo que fueron elogios por el trabajo bien hecho, ahora deben ser reproches por el abandono. Así que a ponerse las pilas.

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