Aunque, en los lindes de la margen
izquierda con las Encartaciones, son los Montes de Hierro los que atesoran
mayor popularidad como comarca minera, la frenética actividad de las industrias
extractivas se extendió a numerosos puntos de la geografía de Bizkaia durante
el siglo XIX y buena parte del XX. Una de las zonas más significativas se
encuentra en el municipio de Sopuerta/Garape, prolongándose las explotaciones y
sus infraestructuras asociadas al vecino territorio de Cantabria.
El poblado minero de Alen, cuyo entorno
ha sido finalmente recuperado por la naturaleza, nos sirve de punto de partida
para ascender, entre viejas escombreras y desiertos pozos a cielo abierto, a la
cumbre del mismo nombre, máxima elevación de la parte nororiental de nuestro territorio.
DISTANCIA: 6,7 km.
DESNIVEL: 270 m. (534-804)
CENTENARIO
DIFICULTAD: Baja
5 (2-2-1) Dificultad de tránsito
ITINERARIO (circular)
Inicio y final: Alen (Sopuerta)
VIAS: Pista de cemento y tierra, senderos, campo a través
VIAS: Pista de cemento y tierra, senderos, campo a través
ACCESOS: Desde Bilbao a
Muskiz por la A 8
dirección Santander salida Muskiz. Se toma la BI-3794 y en Muskiz,
primero la N-634
en dirección Bilbao y poco después (derecha), la BI-4701 en dirección
Galdames-Balmaseda. Después del desvío hacia Las Muñecas, tomar a la derecha
carretera a Trucíos/Arcentales (BI-3614). En Olabarrieta/Las Barrietas, coger
desvío por la derecha hacia Alen (5 kms.), hasta el final.
TRACK: Wikiloc
Más información:
Guía cartográfica de
Bizkaia mapa 22
Frontón en el poblado de Alen |
Si a usted, amable lector, le molan las carreterillas
de montaña, aquí tiene una bien chula, los 5 kms. que separan la BI-3614 en
Olabarrieta del poblado minero de Alen (pronunciado como Alén), remontando cosa de 400 metros. El
recorrido lo describe, como siempre con detalle, la página de Altimetrías por si alguien se anima a hacerlo en bici. El viejo asentamiento no es, sin
embargo, una triste colección de ruinas, sino un grupito de casas tranquilo y
agradable, que incluso tiene frontón. Se aparca con comodidad entre campitas
llenas de txibiritas.
Aquí iniciamos la marcha por el mismo camino de
llegada, ahora de cemento y surcado por lo que parecen antiguos raíles de tren minero.
Enseguida el camino sale a campo abierto en zona con el inequívoco aspecto que
dan las explotaciones abandonadas: camino amplio y de poca pendiente (viejo trazado
ferroviario), rellenos y grandes desmontes, montañas de piedra, alguna
bocamina, una especie de desolación antigua. La hondonada de la izquierda,
donde hay alguna que otra mesa, creo que es la mina Juliana, y recuerda
bastante a la zona de La
Arboleda , con una pequeña balsa.
Restos de túnel junto al camino |
Predomina un color rojizo y por el mismo camino se van
viendo minerales de aspecto férrico, junto con calcitas y cosas así. El entorno
nos hace rememorar remotas excursiones del cole. Pasamos junto a una especie de
muro de contención de piedra, y dejamos después por la derecha un arco que debe
ser resto de un antiguo túnel, para salir junto a un gran mirador. Enfrente, al
otro lado de un estrecho valle, se levanta Longitas, y por detrás se distingue
la aparatosa antena de Ubieta, otro de los montes señalados de las
Encartaciones.
Por la derecha, hacia la cresta |
Ganamos unos metros y, tras dejar un par de trochas
que remontan por la derecha, llegamos a
un CRUCE, donde tomamos el camino que sigue por la derecha. De inmediato vemos
el cordal, poderoso y con una silueta que recuerda mucho al Ganeko. Tras haber
girado casi 360º, abandonamos el camino por la derecha siguiendo una traza difusa
que pasa junto a algún arbolito aislado.
Por el lapiaz |
Ahora tenemos que continuar ganando metros siempre en
dirección a la arista, buscando el paso más fácil, porque vamos a atravesar
durante unos minutos un karst alargado y extenso, muy característico de la
estampa de este monte. La cosa no resulta complicada, pero la roca se presenta
cada vez más afilada y llegamos a una zona con profundas hendiduras, donde hay
que extremar las precauciones.
No se tarda mucho en atravesar el roquedo, y salimos
de nuevo a los clásicos prados de altura. Una vez en las proximidades del
cordal, sólo hay que seguir subiendo y subiendo para hacer cumbre. La subida
resulta a veces peleona, superando sucesivas lomadas que siempre parecen ser la
última, pero no hay obstáculos, y tenemos la posibilidad de zigzaguear todo lo
que se quiera.
Tras una especie de antecima rocosa con un árbol, sólo
queda la última rampa, más suave, para alcanzar así la cima (ALEN, 804 m .) Junto al vértice hay un
mugarri (límite de Sopuerta y Artzentales) varios buzones con flores y una
placa recordando a uno o varios montañeros.
Las vistas son fantásticas en todas direcciones: hacia
el oeste Jorrios y Armañón, multitud de montes en tierras de Cantabria, con
Santullán muy cercano, por el NE Mello con la inconfundible torreta. Por el
sur, los montes de Triano y, siguiendo el giro, las dos cimas antenadas de Ubieta
y Garbea.
Cima de Artatxo (derecha), y Betaio (izquierda) |
Por supuesto, siempre podemos volvernos por donde
hemos venido pero, ya que estamos, podemos explorar un poco más. Siguiendo el
cresterío tenemos a la vista otra pequeña elevación, y hacia allá vamos. Tras
un fuerte descenso, volvemos a remontar, pasando un par de mugarris más, hasta
coronar el modesto ARTATXO (775
m ., Biroleo, según la Cartografía y otras
fuentes). En su cima se encuentran los restos de un puesto de tiro, o sea, una
fortificación defensiva, ya que esta zona constituyó durante un tiempo frente
de guerra, tras la caída de Bilbao en manos franquistas. En la ladera hay
también restos de trincheras, como ilustra bien esta página aunque, si no se sabe, es difícil de apreciar.
VARIANTE: La elevación que se encuentra frente a
nosotros es el Betaio. Una ruta bastante clásica consiste en descender desde
donde estamos todo derecho hasta el collado que separa los dos montes, y
remontar directamente a la cima del Betaio -bien bajando primero hasta la pista, bien cruzando un pequeño alineamiento rocoso a media ladera. La subida presenta una buena
pendiente para ascender hasta los 749 metros de la cumbre, y la bajada más evidente nos conduce a la pista anterior, que nos llevará sin problema hasta el
CRUCE que indicábamos al principio.
Pasillo de hierba a la vuelta |
Si no hemos optado por la variante, vamos a bajar para
hacer una ruta de vuelta un poco diferente de lo habitual. Para ello, desde la
cima de Artatxo tiramos para abajo campo a través en dirección a la pista que
circula mucho más abajo. Hacia poniente tenemos una bonita vista del desfiladero
de Peñalba, con Hilar y Somo a ambos lados. Como a media ladera (habremos
bajado unos 50 metros), nos encontramos un camino herboso que tomamos girando a
la izquierda.
La amable senda –que parece vestigio de algún
transporte minero- desaparece de golpe a la vuelta de una loma (descriptivamente
llamada La Esquina
del Cerro), y nos encontramos con un amplio entrante en la ladera, por donde
discurre el arroyo de la Calzadilla. Así que hacemos un flanqueo describiendo
la amplia curva que se ve en el mapa, procurando ganar un poco de altura,
para
acceder a una zona rocosa que vemos de frente. La cosa no tiene complicación,
porque circulamos por prados sin obstáculos, más o menos bajo la cima de Alen.
Cresta rocosa desde la Esquina del Cerro |
El pequeño roquedo es quizá la parte más chula de todo
el itinerario, y la única que ofrece un poco de sombra. Junto a la espectacular roca medio desplomada que vemos
aquí al lado, atravesamos por una especie
de portillo verde entre las calizas, y al otro lado ya tenemos un viejo camino
pedregoso, que tomamos siempre en dirección al desvío del principio (sur). El sendero resulta algo incómodo y remonta con fuerza unos cuantos metros para volver al
punto donde en la subida abandonamos el camino y de ahí en unos pocos metros,
al CRUCE.
Y una última curiosidad: por toda la zona, incluida la propia cima, se pueden ver tipos armados con detectores de metales, que sin duda buscan cosa de algún valor. Como no hemos detectado actividad semejante en otros parajes similares, sometemos el asunto a la sabiduría de nuestros siempre participativos lectores. ¿Qué busca esta gente? ¿Tendremos acaso en nuestro propio suelo encartado recursos auríferos u otros metales preciosos, y no nos hemos enterado?
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