Imaginemos ese día nublado, a ratos
lluvioso, que no invita a planes de monte o excursiones ambiciosas. O esa
mañana en que nos pesan demasiado las actividades del día anterior. O
simplemente el día en que la pereza finalmente doblegó nuestra voluntad y renunciamos
a una ruta chula para estar media hora más en la cama. No pasa nada, estamos a
tiempo de salvar la jornada y hacer unos kilómetros cómodos y entretenidos, un
buen paseíto para estirar las piernas y de paso conocer algún rincón que seguro
se nos había pasado desapercibido.
El curso de ese río que luego es ría,
que antes se llamaba Nervión y ahora Ibaizabal, y siempre Ría de Bilbao, nos
sirve de itinerario y guía al mismo tiempo. Si vive en Bilbao o alrededores
tiene usted el enorme privilegio de tener a su disposición cerca de diez
kilómetros (incluso más, si nos ponemos) de recorrido bien bonito, lineal,
variado e instructivo. Así que no hay excusa para quedarse en casa.
DISTANCIA: 9,60 km.
DESNIVEL: 0 m.
DIFICULTAD: Muy Baja (0-3-0)
ITINERARIO (lineal) Inicio:
Metro Bolueta Final: Punta de
Zorrozaurre
VIAS: Urbanas
ACCESOS: Inicio:
Metro Bolueta. Las paradas más cercanas de Bilbobus son las de las líneas 13 y
40, pero nos pilla cerca cualquier otra por la zona de Txurdi o Santutxu. Final: La línea A4 tiene parada muy
cerca del final del recorrido y enlaza con Deusto, donde también hay parada de
Metro (Deusto-salida Iruña)
Más información:
Ver enlaces en el
texto
Guía Cartográfica de
Bizkaia mapas 24-33
La zona de Bolueta está experimentando un importante cambio en
los últimos años, transformándose amplios espacios a uso residencial. Nada más
salir del Metro nos asomamos sobre el puente del Bokete, con su inconfundible chimenea, que conduce a la margen
izquierda para acceder al visible monte Gaztelu y al parque de Montefuerte. Si
hablamos de puente es porque ya tenemos aquí al lado lo que todavía es río
Nervión o Ibaizabal, que discurre entre verdes orillas, esquivando pequeñas
afloraciones rocosas que dan gracia a su cauce. Cruzando la carretera, nos
dirigimos hacia los nuevos grandes bloques de viviendas junto a los cuales nos
conduce un reciente bidegorri.
Nuevos edificios |
Todavía río |
Hay un pequeño tramo en que podríamos abandonar el
asfalto para bajar al mismo curso del río, pero no merece realmente la pena,
lleno como está de maleza y basura. En este tramo inicial recorremos el Camino
del Pontón y llegamos al puente que lleva a La Peña (km. 1). El río pierde su abrigo
natural y pasa a encontrarse casi completamente inserto en la ciudad. Sin
abandonar nuestra margen derecha, pasando frente a la ikastola Abusu,
continuamos por el Paseo de los Caños.
Paseo de los Caños |
Represas junto al puente de La Peña |
Por esta zona, como se ve, hay algunas pequeñas represas
y aquí –como a unos 300 metros desde el puente- se inicia lo que es propiamente
la ría de Bilbao, es decir, hasta aquí llegan las aguas del mar con la marea
alta, fundiéndose con las que aporta el río. Bueno, por ahí he leído algunas
cosas muy distintas, pero esta es la idea que siempre he tenido, y mantendré
hasta que alguien me la rebata.
No sólo eso. La curva que el cauce describe ahora, justo
enfrente del parque de La Peña (Ibaieder) era hace unos cuantos años mucho más
pronunciada, pasando muy cerca de los bloques viviendas, y en el centro del
curso fluvial se encontraba la isla de San Cristóbal, conectada con las orillas por dos pequeños puentes.
Su exigua superficie estaba ocupada por una instalación industrial, y todo ello
quedó arrasado por las inundaciones de 1983. Justo después, con idea de
minimizar el impacto de las avenidas sobre La Peña, se eliminó sin más la isla
y se cambió el trazado del cauce. Vaya, una isla fluvial era justo lo nos
faltaba para equipararnos en todo a París, pero a cambio tener una isla
desaparecida le aporta un aire mítico que mola mucho (la foto es del blog Los ojos abiertos linkado arriba)
Junto al parque de Ibaieder |
Otra pasarela nos
permite conectar con La Peña, y desde ella se puede apreciar muy bien el
poderoso encauzamiento de que ha sido objeto la ría desde aquel desastre del
83. Justo después pasamos bajo el inmenso arco del puente de Miraflores. La brutalidad de sus proporciones (altura, pilares,
placas de hormigón) se completa con la vista de los túneles ferroviarios que,
justo debajo, se introducen en las entrañas de esta pequeña elevación de
Miraflores –antiguamente, el principal acceso a Bilbao.
Y los túneles debajo |
No nos olvidamos de la margen izquierda, que es
precisamente la que vemos mejor. Dejando atrás el modesto Gaztelu, hemos tenido
también una perspectiva sobre la vertiente oriental de Arnotegi, que ya vamos
perdiendo, y cerca del puente de La Peña se ha podido ver la desembocadura del
Bolintxu, entregando sus aguas a la ría. Por encima de las viviendas que
tenemos enfrente se observan en lo alto algunos edificios de Miribilla, y
ahora ya nos encontramos frente a Zamakola y Urazurrutia. Porque, señores,
estamos llegando a Atxuri, nada menos (km.2,5)
Pasamos junto a las vías de Eusko Tren y, ya entre
calles, lo primero que llama la atención es el coqueto edificio que ponemos aquí debajo, que creo que es una
antigua escuela y, enseguida, la estación de Atxuri, en el corazón del viejo Bilbao.
Esto es la pera. Por la derecha queda la plaza de la
Encarnación (donde había, o hay, no sé, algún restaurante famoso por las
alubias), con la iglesia y el Museo de Arte Sacro. Unos metros después, el
espléndido edificio de la antigua Escuela de Artes y Oficios, ahora instituto de Secundaria (creo), y enseguida
la iglesia y puente de San Antón. Es penoso que haya muchos bilbaínos, pero muchos,
que nunca hayan puesto el pie aquí. A continuación de la iglesia, el Mercado de la Ribera, remodelado varias veces, donde –como en todos los
viejos mercados- se arremolinan turistas admirando los pescados y, sobre todo,
poniéndose hasta el culo de pintxos.
San Antón, iglesia y puente |
El Mercado |
Vale, las fotos son bastante chungas, porque a) en sitios
tan apretados las perspectivas no son fáciles, y b) el fotógrafo o sea,
servidor, es malo, para qué engañarnos. Pero no tiene perdón no dedicar a una
visita estos lugares. Tienen una personalidad brutal. Ya más relajados, seguimos bordeando la ría para
llegar, frente a los soportales clásicos, al singular puente de la
Ribera o de San Francisco. La gracia es que desde este punto es de donde se
tiene un tiro de cámara más aproximado para reproducir el escudo de Bilbao, con
San Antón y su puente. Faltan los lobos, claro, y el fondo luce repleto de bloques de casas, pero bueno.
Pasando junto al puente de la Merced, con Bilborock en la
otra orilla, llegamos enseguida al teatro Arriaga (km. 3,85), enfrente de la soberbia
estación de La Concordia o de Santander (y debajo de ella, la vieja estación de La Naja, abandonada hace décadas). Qué queréis que os diga:
casi toda mi infancia y buena parte de mi juventud transcurrieron en el tramo que sigue, entre el
Arenal y el puente de Euskalduna que encontraremos luego, así que podría
enrollarme durante horas hablando de estos lugares, sus edificios, puentes,
paseos (y bares, claro). Así que, pasando junto a varios puentes más –Arenal, Ayuntamiento, Zubizuri- dejaremos que las imágenes sustituyan la perorata.
El Campo de Volantín tiene un aire romántico que sería imperdonable echar
a perder con alguna ‘modernización’: esto no se puede tocar, señores, que nos
cargaríamos una seña de identidad insustituible del botxo. Lo mismo que la
plaza de La Salve, por mucho que se le vea cierto carácter decadente. Eso no
debe cambiar, que para eso tenemos al otro lado de la ría toda la vanguardia
arquitectónica y urbanística que nos apetezca. Hay sitio para las dos cosas.
Pasando bajo el imponente puente de La Salve (km. 5,2), con sus vertiginosas escaleras y sus
vistosos murales, nos encontramos frente a frente con la estampa más conocida
del Guggenheim, el icono del nuevo Bilbao y todo eso. Visto desde aquí, el
perfil es realmente fantástico. Este tramo de la avenida de las Universidades,
por donde hace tiempo apenas pasaba nadie, es un agradable paseo con bidegorri
anexo, por donde nos aproximamos a la Universidad de Deusto y la pasarela Pedro Arrupe , bajo la sombra de la torre de Iberdrola. Este puente
peatonal es una estupenda atalaya que ofrece vistas magníficas hacia las dos
vertientes del cauce de la ría; aguas abajo, el horizonte se cierra con
Kobetas, Arroletza y el penacho cimero del Eretza.
Puente de La Salve |
Avenida de las Universidades |
Desde la pasarela: puente de Deusto y Arroletza al fondo |
Ahora bajo el puente de Deusto, donde aún se puede ver la maquinaria elevadora
en sus tripas, continuamos hacia la zona ajardinada de Botica Vieja. Ahí ha
estado ‘siempre’ el edificio del Tigre, aunque sólo en época reciente, tras ser restaurado,
ha merecido la atención de mucha gente. No sabría precisar dónde, pero también por esta
zona se encontraba la fantástica cervecera de Deusto (qué gran pérdida) y
asimismo se instalaban las barracas, hace muchos, muchísimos años, antes de
iniciar un complicado periplo hasta su actual ubicación. El puente de puente de Euskalduna –en honor al viejo astillero desaparecido- (km. 6,8) cierra este tramo, con el Museo
Marítimo y por supuesto San Mamés enfrente, tras el cual viene algo muy
interesante.
Glups |
A la fecha actual (otoño del 18) hay que dar un rodeo
para esquivar las obras, y bordeando los vallados llegamos a nuestro último
puente, el de Frank Gehry, último del recorrido y último en levantarse, por
ahora. Tenía que haber un puente, porque hace nada se ha terminado de abrir el
viejo Canal de Deusto, convirtiendo Zorrozaurre de península en isla. Vamos,
que de alguna manera sustituye a la perdida isla de San Cristóbal que decíamos
al principio.
Zorrozaurre es ahora mismo un hervidero de actividad, de
transformación y, sobre todo, de demolición, por eso lo de las prisas. Todo ha
adquirido un aire nuevo, nervioso, y lo que va quedando del pequeño barrio
ribereño y sus numerosos edificios industriales empieza a convertirse también
en una isla, rodeada en este caso de cascotes, grúas y excavadoras. Claro que
todavía conserva parte del carácter, con sus viejos embarcaderos, las pequeñas
casas, poquitas calles estrechas y alguna plazoleta tranquila, allí frente a
otro barrio de potente personalidad (Olabeaga-Noruega). Muchos edificios de
viviendas se han rehabilitado, casi siempre con buen gusto y respetando
el entorno, empiezan a verse bares y alguna tienda poco convencional.
Más o menos a medio camino,
en torno a ese gigantesco edificio de Artiach, ha florecido, o mejor explotado,
una gran cantidad de espacios donde lo que domina es la creatividad y la
innovación en distintas áreas. Si no estoy equivocado, fue Consonni donde todo
empezó, y hoy en día estas nuevas actividades han tomado el relevo de las viejas
factorías y talleres. Es emocionante observar cómo el barrio recobra vida y,
como inevitablemente se perderán algunos de los viejos edificios, dejamos aquí
algunas fotos por si usted llega demasiado tarde.
Si el lector ha tenido la suerte de no haber venido nunca
hasta aquí a recoger su coche, le comento que aquí está de Depósito Municipal
de vehículos, una deprimente explanada donde la grúa deposita el coche mal
aparcado (bueno, algunos de ellos). La zona ya es más abierta, casi todos los
pabellones han caído bajo la piqueta y, frente a frente con Zorroza, pasamos
junto a un edificio de ladrillo completamente desvencijado, y el gracioso
caserío que no hace mucho todavía tenía una presencia respetable.
El edificio Mefesa es el último que queda en pie, porque justo después la carretera se encuentra cerrada, todas las naves han desaparecido y ya no se puede seguir adelante… ahora, porque ibilkat estuvo allí hace unos años y llegamos hasta la misma punta. ¿Y esa foto? Pues, ejem, se habrá perdido en alguna tarjeta SIM o teléfono víctima de la obsolescencia programada. Pero sí, allí se reúnen los dos brazos de la ría, su cauce natural y el que fue Canal, ahora alternativa al curso de las aguas.
El edificio Mefesa es el último que queda en pie, porque justo después la carretera se encuentra cerrada, todas las naves han desaparecido y ya no se puede seguir adelante… ahora, porque ibilkat estuvo allí hace unos años y llegamos hasta la misma punta. ¿Y esa foto? Pues, ejem, se habrá perdido en alguna tarjeta SIM o teléfono víctima de la obsolescencia programada. Pero sí, allí se reúnen los dos brazos de la ría, su cauce natural y el que fue Canal, ahora alternativa al curso de las aguas.
Pues ahí terminamos (por ahora). Justo donde actualmente
se corta la carretera tenemos una parada del Bilbobus A4 que enlaza con Deusto,
y si no, volvemos por la misma orilla contemplando de nuevo estos paisajes que
nos hablan de un Bilbao que ya está a punto de no volver a existir.
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