En los confines occidentales de Bizkaia,
en el municipio de Karranza, amplios praderíos acogen barrios dispersos y
numerosas explotaciones ganaderas. Los perfiles verdes y suaves contrastan con abruptas
formaciones calizas, relieves tortuosos y precipicios que cortan la respiración. Un conjunto
espectacular que puede disfrutarse en variados itinerarios para distintos
niveles.
Uno de los más sencillos –aunque fácilmente
podremos complicarlo y darle un aire montañero interesante- es el que nos conduce
a la llamada Ventana del Relux, un arco pétreo colgado sobre el vacío, desde donde
tenemos una perspectiva salvaje del valle que el río horada 700 metros más
abajo. Un capricho de la geología escondido en esta esquina de nuestro territorio, que merece la pena conocerse.
DISTANCIA: 10 kms.
DESNIVEL: 170 m. (625-798) CENTENARIO
(El Mazo)
DIFICULTAD: Baja 4 (1-3-0)
ITINERARIO (ida y vuelta) Inicio
y Final: Alto de Ubal (Karrantza)
VIAS: Pista de cemento y grava,
senderos de tierra, campo a través
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, autopista dirección
Santander salida Balmaseda (BI-636). Se abandona por la derecha en Zalla para
tomar la BI-3602 hasta el alto de La Herbosa, donde se toma (derecha) la
BI-630, sin ninguna desviación hasta Karrantza. Poco después del desvío al
Karpin, se toma (izquierda) la BI-3622 dirección Lanestosa hasta el alto de
Ubal. Bizkaibus A0652 conecta Zalla, Balmaseda y Karrantza con Lanestosa, con
parada en el alto.
Más información:
Guía Cartográfica de
Bizkaia mapa 29
IGN MTN50-0061
Balmaseda
El alto de Ubal es un punto habitual en el inicio de
excursiones por esta zona, la más occidental de Bizkaia, y conecta los valles
de Karrantza (el municipio más extenso del territorio) y Lanestosa (el más
pequeño). Aquí mismo empieza una pista de cemento que ocupa buena parte de la
ruta, de momento algo más 1 km. hasta el primer cruce. En subida muy suave,
empezamos a tener buenas vistas hacia el sur, donde dominan los montes de
Ordunte donde domina el Zalama, y algo más al Oeste, Los Tornos. Pasando junto
a diversas vaquerías, nos aparecen después los montes de Galdames y el Eretza,
el Pico de las Nieves y la primera vista de las Peñas de Ranero. Un buen
panorama –todo algo lejano- para entretenernos en un recorrido cómodo pero
–reconozcámoslo- en su primer parte bastante aburrido.
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Montes de Ordunte |
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Vista a las antenas |
Ganando altura hacia lo que la cartografía llama Copa
del Espinal, divisamos ya las inconfundibles antenas del Mazo (y torreta modelo
Garbea), y enseguida tenemos a la vista la magnífica estampa de la sierra de
Hornijo, encabezada por el fantástico Pico San Vicente. Naturalmente, veremos
también la mole caliza del Pico del Moro y un poco más tarde la redondeada
silueta de Encinalacorba, cerca de Rasines. Llegamos así a la primera
bifurcación, junto a un establo con forma de fosterito. Por la izquierda nos
iríamos hacia El Moro, así que seguimos por la derecha, siempre por la misma
pista cementada.
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Pico San Vicente y sierra de Hornijo |
Ahora seguimos en línea recta hacia las antenas,
observando algún cartelito de la Ruta Megalítica, de la que no se ven más
indicaciones (también hay alusiones a esta ruta en la zona de Saltipiña y
Cotobasero, donde tampoco hemos conseguido ver nada de interés).
Otra señal indica poco más de 2 kms. hasta la Ventana, o sea, que estamos a mitad
de camino. Hacia el sureste se divisa muy al fondo Anboto, y un poco más tarde
veremos también el Gorbea, con lo que tenemos a la vista buena parte de la
montaña de Bizkaia, sin que falten los más cercanos Jorrios y Armañón.
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Seguimos la pista |
Llegamos así al punto en el que abandonamos la
aburrida pista: por la izquierda sale otra, esta de grava, cerrada con una
puerta metálica verde con paso lateral. Por ella ascendemos suavemente hacia la
antecima de las antenas, hasta alcanzar el primero de los depósitos (una
especie de cilindro). Podemos continuar tranquilamente por la pista o escapar de
ella tirando campo a través (con buena pendiente) hasta la primera ANTENA. Desde
allí un sendero no muy visible y apenas señalado con marcas (creo que del GR
123) continúa hasta la cima (PEÑA DEL MAZO, 823 m.), en el límite con
Cantabria. El trayecto no es largo pero sí algo intrincado, por lo que puede
que no merezca mucho la pena si lo que venimos buscando es solo la imagen
insólita de la Ventana.
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Cima de El Mazo |
VARIANTE: Si buscamos algo bastante más montañero, de
la cima debemos seguir la misma dirección cumbreando y salvando alguna pequeña
depresión a través del llamado Cordón de la Cuchilla para alcanzar luego el
Reluso o Relux y bajar finalmente hacia la ventana. El itinerario no ofrece
gran dificultad pero es algo tortuoso y exige cierta pericia.
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Hacia el verde |
Hayamos coronado o no, y de no continuar por la
variante, volvemos a la pista justo donde la dejamos, junto al cilindro, donde
se encuentran unos pastos. Cruzamos un paso en el vallado (DESVIO), accediendo al típico
camino herboso por el que se ve que transitan las vacas. Todo es cómodo, sin
desnivel ni problemas de orientación, aunque luego contaré alguna cosilla
acerca de estas rumiantes. Continuamos en la misma dirección, prácticamente en
línea recta, y tras pasar entre algunas manchas de matorral, llegamos junto a
una alambrada. Seguimos en paralelo en ligera bajada y enseguida encontramos
otra alambrada con un par de neumáticos que supuestamente facilitan el paso por
debajo. Al otro lado, otro prado que atravesamos hacia una nueva valla en la un
paso en escalera y un poste indicador nos facilitan la tarea para no perder la
orientación. Quedan 600 metros hasta nuestro objetivo
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Camino a la Ventana |
Ahora estamos en campo abierto, dejando las antenas
por la izquierda, al igual que dos pequeñas crestas rocosas, una de las cuales
es el Pico que hemos visitado antes. Avanzamos por un senderito al principio
bien marcado, que luego se difumina, sobre terreno ondulante pero casi llano,
con alguna dolina por la derecha, y la referencia de las Peñas de Ranero, que muy
grosso modo indican la dirección correcta. En las calizas del fondo se observa
ya, justo en la cresta, lo que podría parecer los restos de una borda: aunque
son unas simples rocas que parecen puestas de pie, es también una buena
referencia, porque prácticamente debajo está la Ventana.
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Ojo al precipicio |
En unos minutos nos encontramos ante un vertiginoso
precipicio entre grandes paredes con vistas a una masa rocosa que podría ser
Lunada, y algunos barrios en el valle, cercanos a Ramales. Girando un poco a la
derecha, señalado con una marca roja, se encuentra por fin la VENTANA, justo al
lado de las rocas a que me refería antes. Es desde luego una curiosidad
geológica, aunque claramente menos espectacular que por ejemplo el Ojo de Atxulaur o el Jentilzubi. El paisaje sí que es bonito, sobre todo mirando a
Ranero (se ve el pueblo y parte de las instalaciones de la cueva de Pozalagua) y
las amplias perspectivas hacia casi todos lados, incluido el Buciero de Santoña,
Candiano y el karst de la Candina. Eso sí, ni se os ocurra asomaros al hueco
(un pasito de más te lleva directo al vacío) , ni encaramaros en lo alto del
arco, como hemos visto en algunas fotos.
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Karst de Ranero, justo enfrente |
El regreso, por el mismo camino y sin necesidad de
visitar de nuevo el Mazo, es un paseo más o menos largo y puede que un poco
aburrido, pero cómodo y sin complicaciones. A no ser que os pase algo como lo
que cuento ahora.
La vaca asesina
Reconozco que, en general, y aunque pueda parecer algo
chocante en un aficionado al monte, no me gustan demasiado los animales. En
concreto, no me agrada mucho encontrarme en los paseos a animales sueltos, y
mucho menos a perros cuidadores de rebaños o casas aisladas. Pero lo cierto es
que durante ya bastantes años nunca había tenido un incidente con ningún animal
al margen de los perros. Hasta que quise ver la Ventana del Relux.
Decía antes que al pie de la cima del Mazo
encontrábamos junto a un depósito de agua un acceso para atravesar un prado.
Pues efectivamente se entra sin problema como en tantas otras fincas y el
ganado pasta tranquilamente por la zona. Pero el día en que se me ocurrió
acercarme por esos lares, algo raro debió ocurrir que los animales detectaron y
yo no. Un grupo de vacas, creo que frisonas, de color blanco y negro, comen y
descansan en el verde, casi todas tumbadas. Como siempre hago, me voy
aproximando manteniendo la distancia social con los animales, o sea, dando un
pequeño rodeo para no molestarlas. Todas miran, como hacen siempre, pero la que
se encuentra más cerca de mi gira la cabeza y se levanta. Me sigue con la
mirada rotando el cuerpo; le vigilo, hace un movimiento extraño, y empieza a
trotar hacia mí.
La vaca corre más de lo que se puede pensar, pero un
servidor, dado lo complicado de la situación, da muestras de no haber perdido
del todo la forma. Me voy directo hacia un zarzal y le hago un recorte que
debió quedar bastante lucido. El caso es que al siguiente vistazo pude
comprobar que mi perseguidora se había rendido. Pero de inmediato también fui
consciente de que mi GPS (ese con el que marco las rutas para luego subirlas a
Wikiloc) había caído en algún momento de la persecución. Por mucho que lo
busqué, no hubo solución, como tampoco a través del ayuntamiento de Karrantza.
El aparatito –al que le tenía cariño, porque fue el primero que tuve y era un
regalo- fue la víctima colateral de la vaca asesina.
Es una anécdota, no me voy a quejar. No era un perro
suelto en un camino público: la vaca estaba en su casa, en una propiedad
privada en la que el intruso era yo, por muy pacíficas que fuesen mis
intenciones. Y a lo mejor sirve para darnos cuenta de que el monte no es un
parque; hay que ser respetuoso con la naturaleza, los animales y las
propiedades ajenas, hay que ir con cuidado y tranquilos. Pero también, algunas
veces, pueden pasar cosas.