domingo, 27 de octubre de 2013

Canteras del Peñaskal

En los años 90 todavía resonaban los barrenos del Peñascal en todo Bilbao. De estas antiguas canteras nos ha quedado la irreparable destrucción de parte del monte Arraiz y, sobre todo, del Gangoiti, dejando las impresionantes y desnudas paredes que son visibles desde el mismo centro de la villa.

Un recorrido por la parte más baja de las faldas del Pagasarri, entre los barrios de Larraskitu y Peñaskal, nos permite contemplar de cerca las viejas explotaciones, admirar fantásticas perspectivas sobre el botxo, y sentir el vacío y el silencio donde hace un tiempo todo era estruendo, polvo y actividad de hombres y máquinas.


AVISO:
Seguramente, una cantera abandonada no es un lugar adecuado para pasear. Los bancos de trabajo forman cortados verticales de más de 40 metros de altura, sin ninguna protección, por lo que se trata de un lugar potencialmente muy peligroso.
Teniendo en cuenta lo indicado, y aunque la posibilidad de un accidente es muy remota, debe quedar claro que el siguiente artículo es simplemente descriptivo, y desde el blog no se aconseja transitar por estos lugares.

DISTANCIA: 6,3 kms 
DESNIVEL: 300 m. (100-400)  
DIFICULTAD: Baja 5 (2-2-1)  Zonas de peligro
ITINERARIO: lineal   Inicio: San Adrián-Larraskitu  Final: Peñaskal
            VIAS: Urbanas, carretera, campo a través, pistas de tierra y gravilla, senderos
ACCESOS: Ida. Bilbobus 76 parada Avda. San Adrián 33
    Vuelta: Bilbobus 77 parada Peñaskal
Más información:
Guía cartográfica de Bizkaia mapa 33





            Por facilidad de localización y desplazamiento, hemos situado el punto de partida en la parada del Bilbobus al final de la Avda. San Adrián, aunque nos sirven lugares cercanos e igualmente bien comunicados como el edificio de Iberdrola en Larraskitu, o el polideportivo El Fango en Rekalde. Si partimos de San Adrián, debemos cruzar la pasarela sobre la autopista para acceder a Iberdrola. Por delante de este edificio tomamos la carretera (Larraskitu bidea) que empieza a subir tras pasar una rotonda. Como estamos en uno de los accesos clásicos al Pagasarri, será fácil encontrar senderistas que suben y que nos pueden servir de guía.

        
Bar Athletic 
    Vamos remontando por el asfalto, y dejamos primero por la izquierda una puerta y cruz de señales. Unos metros después tenemos unas casas por la derecha, y por el lado contrario surge un camino peatonal (con el rótulo Pagasarri bidea), que debemos tomar para atajar en fuerte subida. Salimos de nuevo a la carretera junto a los caseríos de Bentabarri, y continuamos siempre en la misma dirección. Pasaremos junto al bar Athletic y más adelante al lado de una colorida caseta del Consorcio de Aguas, hasta alcanzar el collado de IGERTU, nudo de comunicaciones de toda la zona, con un pequeño aparcamiento a la izquierda.

            Hemos recorrido 2,5 kms. y remontando 200 metros, es decir, más de un tercio del recorrido, y 2/3 del desnivel total. No sería honesto dejar de decir que hasta aquí se puede llegar en coche, aunque en fines de semana de buen tiempo no será tan sencillo aparcar.

Por el bosque desde Igertu
            Ahora abandonamos sin más el camino del Paga. Nos salimos de la carretera por la derecha, por una laderita con algunos bancos, y nos internamos en un denso cipresal que apenas deja pasar la luz. Aunque en algún momento hay algo parecido a un camino y rodadas de bicis, es el punto más confuso de la ruta: hay que ir atravesando el bosque digamos en diagonal, hacia la derecha pero sin dejar de ganar metros poco a poco. Una zona donde afloran algunas rocas puede servir de referencia, pero poco más podemos añadir. El trayecto vienen a ser unos 200 metros hasta que encontremos el límite del arbolado y una zona verde de hierbas altas.

       
Las canteras, los dos tajos y los rellenos
     En este punto tenemos ya a la vista las inmensas paredes verticales de la cantera, y el abismo a su derecha. Observamos con toda claridad los dos pasillos que forman los bancos de trabajo, que recorren los tajos en toda su longitud, uno más bajo y de mayor anchura, y otro a media altura. Dependiendo de por dónde hayamos salido a campo abierto deberemos subir o bajar un poco más para alcanzar el acceso a la cantera y a la vira superior (ACCESO), por donde continúa nuestro camino. A primera vista, da la sensación de que deberemos pasar de costado y pegados a la roca, como en las pelis de aventuras, pero no es para tanto. A medida que nos acercamos podemos ver que el banco tiene una anchura de dos o tres metros, con lo que es posible caminar por él sin ningún problema.

            Pero vamos a advertir otra vez que, al menos por concepto, no deja de ser un lugar peligroso: la repisa no tiene ninguna protección en absoluto y la caída en vertical (40 o 50 metros) no necesita de más explicación. Aunque probablemente podamos pasar por ahí un millón de veces sin que pase nada, no es imposible que pueda haber un desprendimiento, o nos pueda asustar algún animal suelto (aunque suelen estar más bien en la bancada inferior), o se produzca alguna otra circunstancia imprevista, y el lugar no es apto para bromas. Y, por supuesto, en ningún caso se debe transitar en caso de mal tiempo, poca visibilidad, viento fuerte, ni obviamente con niños.

 
Llegando al banco superior
            

Por el pasillo










Hechas todas las advertencias, tomamos este pasillo por el que avanzamos otros 200 metros con la sensación de estar colgados en el aire, con una intimidante pared vertical al lado y un vacío sobrecogedor por nuestra derecha. Se siente uno diminuto, como un punto en este disparatado lugar que con tanta frecuencia vemos desde las calles de Bilbao. Y por añadirle alguna emoción más, a medio camino deberemos atravesar una pequeña y rudimentaria alambrada. A cambio, nada nos estorba la vista sobre la ciudad, que tenemos a nuestros pies desde un increíble mirador.

Colgados sobre Bilbao
   
         Recientemente se comentaba que el Ayuntamiento estaba pensando en acondicionar la zona para el tránsito de personas, imaginamos que con la instalación de barandillas y cosas así; pero personalmente pienso que, pese a las medidas que se puedan adoptar, podría ser mucho peor que estos caminos se llegasen a popularizar porque, por muchos elementos de seguridad que se instalen, nunca dejará de ser un sitio peligroso.

            Superada la zona más aérea, el último tramo del camino se aleja un poco de los cortes y empieza a girar hacia el interior. Dejamos por la izquierda un camino herboso que sigue ladeando Gangoiti hacia el área recreativa, y empezamos a descender, ya por una pista amplia y tranquila. En unos minutos pasamos junto a un viejo cartel de ‘prohibido el paso’ y llegamos a un CRUCE.

   
Cruce 
        
VARIANTE: Si consideramos que hemos tenido suficiente, el camino que baja por la derecha se dirige rápidamente hacia el barrio del Peñaskal, donde también termina nuestra excursión, aunque a los pocos metros un desvío por la derecha nos llevaría a la bancada inferior de la cantera, a donde también podemos asomarnos a curiosear.

            Tomamos ahora la pista que sigue por la izquierda, atraviesa el arroyo Elgera (Elekorta) y empieza a remontar suavemente por la ladera del Paga. Este camino se utilizó para dar salida a parte de los camiones que trabajaron en la Supersur, rumbo al cercano vertedero de Artigas, y ahora se encuentra en perfecto estado, homologable a otras pistas que recorren estos montes.

Sendero
            Atravesamos una puerta y terminamos de subir en un nuevo cruce, señalizado y con un panel informativo, donde debemos seguir unos metros de frente, en dirección a Arraiz. Enseguida encontramos por la derecha una langa verde (DESVIO), que atravesamos para salirnos hacia un senderito de aspecto antiguo y poco frecuentado. Esta senda, más bien poco vistosa, va bordeando Asundi, una especie de discreta antecima de Arraiz, que es donde ahora nos encontramos.

En un desvío, dejamos un camino que sigue por la izquierda y tiramos por la derecha en ligera bajada, para seguir por una pequeña zona arbolada. De repente, tenemos una impresionante vista lateral de la parte de la cantera que hemos recorrido antes, con los gigantescos rellenos que se están haciendo, y Arnotegi detrás. Observamos un peñasco descarnado y enseguida empiezan a aparecer nuevos cartelitos de peligro, aunque totalmente roñados y en los que nada se puede leer. Ya estamos muy cerca de la cantera que podríamos llamar pequeña, que se recuesta en la ladera de Arraiz..

Rellenos, con Arnotegi al fondo
El entorno se abre bajo un tendido eléctrico y tenemos de nuevo buenas vistas sobre Bilbao, con la autopista muchos metros abajo. Aquí empezamos a bajar por un sendero estrecho, pedregoso e irregular, a veces con bastante pendiente. Atravesamos una valla (hace unos meses estaba derribada) y salimos a una especie de mirador sobre esta parte de la cantera, a media altura, donde se observan los tajos completamente verticales, las enormes paredes y el peñasco anterior. 

Ya estamos justo encima de la autopista y el senderillo sigue bajando, serpenteando y cuajado de rocas sueltas y zarzas resecas. Llegamos así al pie de la cantera con lo que parece un lío de caminos que salen en todas direcciones. Aquí llega desde los altos la pista que bajaba directa desde el cruce de la variante. A su lado, de nuevo el Elgera, junto a una bocamina cerrada con una verja y muy cerca, esa especie de tsunami de piedras que son los rellenos, y otro camino que va a dar a una explanada extraña.


Cantera pequeña
Pero a no ser que queramos explorar más sitios raros, tenemos que tomar la carretera que pasa bajo la autopista y, ya en zona urbanizada, alcanzamos la rotonda del final del barrio del Peñaskal, donde podemos tomar el bus de vuelta, y además tenemos fuente. Por cierto que –aunque hay quien sostiene otra cosa- en este preciso lugar hubo en su tiempo una plataforma giratoria, único medio para hacer posible que los autobuses cambiasen de dirección, dado lo estrecho de la calle. Me cuentan que en Elantxobe existe (o existía) una cosa similar.

Aunque, ya puestos, también podemos tomar el autobús un poco más abajo, y dejarnos sorprender por las pequeñas casitas que todavía subsisten, edificios sencillos a veces colgados de las laderas, con escaleras imposibles, recovecos y pequeñas huertas que conservan el carácter de este alargado barrio del sur del botxo. Y hasta podemos contemplar, unos cuantos metros más adelante, la fuente de Iturrigorri, uno de los símbolos jatorras de Bilbao, y que además da nombre a equipo señero del fútbol base.

martes, 15 de octubre de 2013

Cueva de la Magdalena

La actividad minera en los montes de Triano tuvo su periodo de mayor intensidad entre finales del siglo XIX y principios del XX, aunque aún subsistió varias décadas más. La abundancia y calidad del hierro que dio nombre a estos montes parece que era conocida desde la época de los romanos, y funcionó como motor de la potente industria de Bizkaia hasta bien entrado el siglo pasado. La frenética actividad ha dejado profunda huella en el paisaje de esta comarca, y contribuyó a descubrir formaciones kársticas cuyas hendiduras y galerías facilitaban a su vez la extracción del mineral.

La cueva de la Magdalena se encuentra en la ladera de Peña San Juan y muy próxima al paraje del Saúco, donde podemos encontrar numerosos vestigios de las antiguas explotaciones. En el interior de la gran caverna se localiza una modesta ermita, mirando hacia los valles encartados desde un lugar de belleza sorprendente y espectacular que podemos alcanzar sin dificultad.


DISTANCIA: 9 kms 
DESNIVEL: 420 m. (100-524)  
DIFICULTAD: Media-Baja 7 (4-3-0) 
ITINERARIO: ida y vuelta  Inicio y final: Parque de Atxuriaga-La Aceña (Galdames)
            VIAS: Pistas de piedrilla y cemento, senderos de tierra
ACCESOS: Desde Bilbao, por la A8 dirección Santander salida Muskiz, para tomar la BI-3794 en dirección a esta localidad. Se cruza la N-634 para tomar la BI-2701 hacia Santelices y Galdames, y luego la BI-3632 hasta La Aceña. Bizkaibus A-3323 Portugalete-Galdames parada La Aceña
Más información:
Guía cartográfica de Bizkaia mapa 23

  




            Aunque lo más habitual es acceder a la cueva desde La Arboleda y Peñas Negras (itinerario 4), proponemos esta vez iniciar la ruta desde el barrio de La Aceña, en Galdames. A unos 100 metros de este tranquilo núcleo de casas se encuentra el área recreativa de Atxuriaga, donde también se inicia la Vía Verde de Galdames, que sigue el trazado del valle hacia el norte. En el amplio parque tenemos un buen aparcamiento, donde podemos iniciar la marcha.

Parque de Atxuriaga-La Aceña
En la misma zona verde buscamos un camino que bordea el parque por la parte más alta en dirección norte, dirigiendonos hacia unos pabellones industriales que vemos al fondo. Pasamos junto a un edificio que parece albergar un bar (siempre lo hemos visto cerrado) y enseguida nos encontramos una bifurcación. Aquí nos desviamos a la derecha para dejar el área recreativa y tomar el camino del monte.

Estamos en una pista de tierra que sube muy suavemente, ahora en dirección contraria al inicio (Este). Al fondo se distingue la potente silueta del Pico de la Cruz, y el firme pasa a ser de cemento durante unos minutos. Cruzamos después un paso canadiense y la carreterilla adquiere mayor pendiente. Llegamos a la segunda herradura, donde giramos a la izquierda junto a un vallado con vacas.

VARIANTE: Detrás de esta granja hay un sendero que atraviesa la mina Rita (que veremos después de lejos) y remonta con fuerza directamente hacia la cueva, pero no tenemos certeza de que se encuentre practicable.

Camino y Pico de La Cruz
Seguimos con desnivel relativamente fuerte (sobre el 20%) y continuo, pasando junto a dos carteles que indican hacia El Pico y Escarpada, antiguos barrios mineros hoy desaparecidos, donde sólo queda alguna pequeña explotación ganadera. Tercera herradura y vuelta a la trayectoria anterior.

Tras otro tramo casi recto, dejamos una desviación por la izquierda por donde continúa el cemento hasta un edificio del Consorcio de Aguas (Bueno, vale, los más perezosos pueden llegar hasta aquí en coche, ahorrandose la mitad del camino, pero qué hay entonces de los beneficios del ejercicio físico moderado? Y nuestro sistema cardiovascular, la mineralización de los huesos, la oxigenación de las células, el control de la hipertensión...? Venga, no seamos tan vagos!).

Galdames y valle de Sopuerta
Con las ruinas de un caserío en el cruce, seguimos unos metros de frente, otra vez por camino de piedrilla, y por la derecha se nos abren bonitos paisajes sobre el valle, con Galdames protegida por el pequeño macizo de Ubieta-Zipar y Larrea, el valle de Sopuerta y Alen más al oeste, por delante de numerosas cimas que emergen desde Cantabria.

De nuevo junto a otra especie de pequeña granja, la pendiente recobra potencia, mientras el firme se vuelve muy pedregoso, con grandes guijarros que dificultan la marcha, y surcos dibujados por las escorrentías. Pasamos junto a los muros derribados de otra casa y por la derecha se adivinan los peñascos desnudos de la mina Rita.

Casi de repente, el entorno cambia por completo, y nos internamos en un sendero terroso bajo un tupido arbolado en que predominan los grandes eucaliptos. Se agradece, sobre todo si hace calor, porque el desnivel se suaviza otra vez y vamos siempre bajo la sombra. A cambio, podemos encontrar algo más de barro. Cruzamos un pequeño arroyo y de inmediato encontramos una bifurcación, donde tomamos –para variar- el camino que sube más decididamente, que en unos minutos nos sitúa en el último giro.

Ruinas del poblado de Urallaga
Ahora vamos llaneando, y enseguida dejamos por la izquierda un camino que enlaza con el Sauco y la parte alta de la cordillera. Pasamos por algunos verdes prados y una última mancha de arbolado para salir finalmente a campo abierto, ladeando Peña San Juan. Un vallado nos anuncia que nos acercamos al antiguo poblado minero de Urallaga, del que actualmente sólo quedan un par de casas, pero en su apogeo era un hervidero de actividad, contando además con una famosa cantina, por increíble que ahora nos parezca.

Hay que pasar justo entre los dos edificios e inmediatamente nos encontramos una bifurcación. Aunque por ambos caminos llegaremos por igual al objetivo, tomaremos de momento el de la izquierda (empedrado, y que circula un poco más elevado), para volver por el lado contrario.

El senderito que seguimos resulta divertido, cuajado de rocas y con un agradable arbolado por la derecha, tras el cual se entrevé el que hemos desechado, que corre casi paralelo. Vamos observando además sucesivos muros en ruinas de viejas casas pertenecientes al antes bullicioso barrio que hemos comentado.

Llegando a la cueva
En unos minutos tenemos ya a la vista la boca de la cueva, enorme bajo una redondeada mole rocosa. Sin apenas traza de sendero, entre rocas y pequeños espinos, descendemos unos metros a  la caverna por un costado y a media altura, tras cosa de hora y cuarto de trayecto.

La boca es espectacular, (15 x 33 metros, dicen los que saben, porque nosotros no lo hemos medido), con la pequeña ermita de la Magdalena recostada a la izquierda, y el techo recubierto de una especie de colgantes que parecen pequeñas estalactitas. Por el lado contrario a la ermita circula el arroyo Eskatxabel, que desciende de los altos por los pliegues interiores, y que veremos después en el exterior. Junto a él, un pequeño muro y un plano inclinado utilizado para la extracción del mineral, que se interna en la cavidad, por donde podemos aventurarnos a explorar siempre que dispongamos de luz.

Ermita de la Magdalena


Vista desde dentro, un clásico
La cueva forma parte del extenso complejo kárstico de Urallaga -como se explica con todo detalle en esta página y en esta otra- y, como suele ser habitual, dispone también de sus propias leyendas. Algunos otros datos sobre la ermita se pueden encontrar aquí, aunque tampoco nos vamos a extender sobre estas cuestiones, que están perfectamente desarrolladas en las páginas que se indican. Sólo apuntaremos que, por lo visto, el mineral extraído era transportado inicialmente por una cadena flotante hacia Gallarta, bordeando la peña y pasando por un collado entre Peña Pastores y La Rasa, que justamente recibe el nombre de La Cadenilla. Y con posterioridad se le dio salida por el barranco hasta La Aceña, para ser después transportado por el ferrocarril cuyo trazado constituye la Vía Verde citada al principio.

Como también suele ocurrir con las cuevas, las fotos no hacen realmente justicia al lugar, y menos aún si son tan malas como las nuestras. Pero en la red podemos encontrar algunas bastante mejores.

En el exterior, el arroyo cae por la abrupta ladera formando vistosas cascadas, y junto a la entrada a la caverna tenemos una pequeña extensión herbosa con restos de varias instalaciones, donde justamente arranca el camino de vuelta. Es éste el sendero, llano y verde, que dejamos de lado en Urallaga, por el que ahora retornamos a la bifurcación, para deshacer a partir de aquí el camino de subida hasta volver a nuestro punto de inicio.

Balsa de La Aceña
Nos espera el parque de Atxuriaga de donde hemos partido, un bonito lugar con juegos infantiles, mesas y barbacoas para un picnic, la fotogénica balsa de La Aceña y la ermita de Santa Lucía al otro lado de la carretera. Y en el pequeño barrio, a caballo sobre el río Barbadun, aparte de poder tomar el bus de vuelta, tenemos el simpático asador ‘El Puente’, donde dar cuenta de una merecida jamada, o al menos homenajearnos con un ilustre aperitivo en su estupenda terraza.



miércoles, 9 de octubre de 2013

Camino '87 11ª Jornada: Mansilla de las Mulas - León (17 kms.)


(Por algún motivo extraño, se nos resiste el perfil de la etapa)

Después de meterse al cuerpo más de 70 kms. en dos días por tierras más bien inhóspitas, sin más paisaje que la llanura y lejanísimas siluetas montañosas al norte que debieron parecer espejismos del calor, la 11ª jornada prometía ser un festín: 17 kms. muy llevaderos, camino que empieza a ondularse, el verde que asoma –muy tímidamente, pero asoma- y, sobre todo, la perspectiva de llegar a una ciudad, donde además estaba previsto un día de descanso, vamos, un lujo asiático para los esforzados caminantes.

Villamoros
Imaginamos que rebosantes de ánimo por semejante perspectiva, sale el grupo de Mansilla de las Mulas, tomando el camino rumbo ligeramente Norte, paralelo a la N-601. Antes de llegar a VILLAMOROS (unos 6 kms.) ya tenemos constancia de que el horizonte ha dejado de ser infinito, porque por la derecha hay una pequeña altiplanicie que, aunque no levanta más de 50 metros, sirve para quebrar la enloquecedora imagen de la línea recta.

Atravesamos el río Porma y, después de VILLARENTE (km. 302) podemos confirmar que algo ha cambiado; ya no sólo hay campos inmensos y vacíos, las explotaciones agrícolas alternan con casas o pequeños barrios que se van sucediendo con cierta regularidad. Después de todo, hay vida humana a nuestro alrededor.

Puente sobre el Porma
En algún punto de esta etapa se perdió una de las integrantes del grupo. Parece imposible algo así en estos caminos rectilíneos y despejados. Pero no lo es tanto. En recorridos de tantas horas es evidente que el grupo no se desplaza unido, cada uno coge su ritmo, unos se adelantan, otros se retrasan o se paran a descansar. Así que puede que alguien se despiste en un cruce y se vaya para otro lado. En esta época no hay móviles, así que no hay otra que fijar un punto de paso y sentarse a esperar.

La cosa pueden ser unos minutos o puede ser mucho más tiempo, depende de la magnitud del error y de cuándo se haga patente; pero ver pasar quizá horas sin que aparezca el colega puede ser un papelón (a servidor le tocó una vez una espera de estas características). A causa de este incidente, uno de los chavales comentaba que esta fue la peor jornada, con lo que el marrón debió adquirir proporciones importantes.

Llegando a Arcahueja
En menos de 5 kms. atravesamos ARCAHUEJA  (km. 306) y el latido de la civilización se hace cada vez más presente. En VALDELAFUENTE los edificios, granjas y pabellones industriales se suceden de continuo. Superamos los apenas 100 metros de desnivel del Portillo y vamos ya bajando para entrar en LEÓN  (km. 313) por Puente Castro.

Antes de entrar, comentaremos algo a lo que ya me he referido en alguna otra entrada del blog, y es lo que llamo ‘síndrome del Camino de Santiago’: estamos a las afueras del casco urbano de alguna localidad más o menos grande, quizá en alguna pequeña colina desde donde tenemos una buena vista. Y decimos ‘bueno, por fin, hemos llegado’. Empieza uno a andar, entramos en las primeras calles, primero por las afueras, giramos a un lado, al otro, con el agobio creciente de que hay que llegar, y las calles se van sucediendo sin fin, parece que damos vueltas sin sentido y, en definitiva, lo que parecía tan próximo, se hace interminable.

De esto se quejan por ejemplo algunos peregrinos cuando llegan a Bilbao, que se tienen que cruzar el botxo para acceder al albergue, unos 3 kms. entre calles, desde el alto de Santo Domingo hasta Basurto. Y ni cuento (por ahora) lo que ocurre en el propio Santiago, desde que se ven las agujas de la catedral en el Monte do Gozo hasta que llegas a la escalinata.

Catedral de León
Tras este paseíto mañanero desde Mansilla, sumado a los diez días de marcha anteriores, meterse en una ciudad es un poco como aterrizar en Marte. Lo que era todo silencio y soledad ahora son ruidos, gente, edificios que parecen gigantescos… pero de todas formas, parece que la expedición (suponemos que después de recuperar a la chica extraviada) no cabe en sí de euforia. Y si no, lean: ‘León ¿qué se puede decir de la romana Regio Séptima Gémina? Su catedral, la pulchra leonina, con vidrieras de colores, resaltadas por el sol, filigranas en las piedras de sus muros…’ y continúa con San Isidoro, San Marcos… El pobre cronista no sabía ya a dónde mirar, después de más de 200 kms. de páramos solitarios.

Posando en San Marcos

Y es que León es una ciudad tan extraordinaria por su patrimonio histórico como acogedora y amigable con el visitante. Por nuestra parte añadiríamos a lo ya citado la casa Botines de Gaudí, el palacio de los Guzmanes, las murallas y, sobre todo, la Plaza Mayor, con su encantador mercado, y rincones tan amables como la plaza del Grano. Y bueno, para no perder el hábito, tampoco olvidaremos el Húmedo, conjunto de callejuelas medievales repleto de bares donde meterse unos tragos y unas soberbias tapas.

Todo esto y un día de descanso por delante, pero no sólo eso: ‘En León celebramos el Día de la Sardina en el paseo de Papalaguinda a orillas del río Bernesga, con paila y una caja de sardinas mandadas expresamente desde Santurce por la popular Nerea’, que suponemos será una sardinera, pescatera o similar.

¡Sardinas en León!
Esto ya es lo nunca visto. Para los no iniciados, el Día de la Sardina es como un prólogo de las fiestas de Santurtzi, cuando se asan sardinas al aire libre en las calles ocupadas por las pailas (parrillas), repartiendose el pescadito gratuitamente entre la gente, lo que genera un gran mogollón. Así que debió ser un puntazo hacerlo a más de 300 kilómetros de casa, sin olvidar la admirable coordinación y eficiencia necesarios para que toda la logística estuviese a punto justo el día señalado.

Lo que no sabemos es si contaban con los permisos municipales oportunos, o lo hicieron por la brava. Pero  en todo caso cepillarse las sardinitas junto al río tras los once días de pateo tuvo que ser una experiencia para no olvidar.

viernes, 4 de octubre de 2013

Cuentos y barriketas





Así decía mi aitita cuando alguien contaba alguna cosa sin fundamento, o intentaba colocar su rollo. En alguna ocasión iniciaremos una excursión desde el pueblo donde nació. Que, por cierto, alguien sabe por dónde puede caer, a la vista de la foto? O de la farola, quizá?


Eup!

Está visto que Charly tiene últimamente otras prioridades distintas de las salidas domingueras, aunque hay que reconocer que sí estuvo en una de las últimas.

Resulta que, entre otras actividades, hace un tiempo se dedicó a hacer una animación en stop motion que no sé si está en Youtube, pero de la que hemos pillado algunas imágenes, tal que éstas:










Se ve que en algún rincón de su corazoncito queda algún rastro de su afición montañera, porque el video cuenta precisamente una ascensión, con algunas de las cosas que a veces ocurren: nos perdemos, tenemos que sentarnos a reponer fuerzas, a veces hay que hacer alguna trepadita…

Pero, eso sí, lo que nunca se nos pasaría por la cabeza sería llevar una bandera del Athletic para intentar hincarla en una cima que es roca pura, hay que ser pardillo.


Con niños

Hemos descubierto un blog que propone "Excursiones con niños en el entorno de Alava". De entrada, nos diferenciamos en que en nuestro caso, llevar niños o no es optativo, depende de la ruta y de las ganas de fastidiarles que tengamos –a tal efecto, creo que voy a crear una etiqueta ‘zarzing’ para localizar rápidamente los puntos más devastadores para los pequeñajos, jeje.

Pero a lo que iba. Nadie podrá decir que el aspecto de este colega no se asemeja de forma casi asombrosa a lo que tiene Ud. delante, en concreto, a como era al principio de los tiempos (lástima no haber guardado una imagen como recuerdo). Y es que hasta los mapas tienen la misma pinta; aunque bueno, hay que reconocer que algunos son mejores que los nuestros.

No sabemos cuánto tiempo lleva este blog alavés, pero no lo habíamos descubierto hasta hace unas semanas, y por supuesto no es ninguna sucursal – que buenos son los vecinos del sur para estas cosas.

Chorradas aparte, lo cierto es que las plantillas de Blogger son limitadas y tampoco es tan raro que acaben pareciendose. Por lo demás, hemos visto que tienen un montón de entradas sobre lugares muy interesantes, así que igual invadimos su territorio y les hacemos la competencia, que todo es ponerse.

En todo caso, bienvenido sea.


La costera

También rula por ahí algo que tiene que ver con eso que aquí llamamos ‘Rutas de la costa’. Es una serie de recorridos denominada ‘Euskal kosta’ que se puede encontrar en Wikiloc (por ejemplo, aquí), publicado por beltza100.

Es un trayecto completo –no como el nuestro- por toda la fachada litoral vasca y, aparte del material propio de Wikiloc (mapa y datos básicos de distancia, desnivel, etc.) incluye un amplio y muy interesante comentario de cada etapa, lugares de interés, puntos problemáticos, etc.

La única pega que le encontramos es el propio formato de Wikiloc: tratandose de una serie de rutas relacionadas entre sí, la búsqueda de cada una es algo laboriosa, y no es fácil tener a la vista y más o menos ordenados sucesivos tramos que nos puedan interesar.

Pero al margen de esto, nos descubre algunos lugares poco habituales y la información es clara, concisa y útil. Y en pago de todo ello, le robamos esta preciosa fotico de Ogoño.
  





Y los pasos perdidos

Hace unos días leíamos la penúltima de las innumerables informaciones que cada cierto tiempo nos sobresaltan en relación con el monte Arraiz, mejor dicho, antes monte, ahora parque, camping, o como se quiera llamar. Me acordaba del senderito que recorría un trecho de ladera hasta la fuente del Soldado, del que hablábamos en la entrada Kobetas-Larraskitu. El sendero ya no existe, y en su lugar hay una carretera.

Valoraciones al margen, quiero quedarme con la idea de un camino de monte que ha desaparecido, o se ha transformado en otra cosa.

Por aquí había un sendero
Hay sendas, árboles, caseríos, que llevan décadas con el mismo aspecto, y podemos describirlos o tomarlos como referencia sin ningún problema. Pero hay otros muchos a los que el tiempo modifica e incluso hace desaparecer. A veces es la naturaleza la que modela el entorno; pero en la mayoría de los casos el cambio lo opera la mano del hombre –y casi siempre con bastante poco tino.

Y aquí no había nada
Así que, volviendo la vista a las alrededor de cien entradas del blog, me hace pensar que habrá unos cuantos lugares cuyo aspecto hoy en día tendrá poco que ver con lo que hemos dejado descrito: en Arraiz prácticamente todo, pero también en otros lugares de la cordillera del Paga, muchos en Artxanda, el acceso al Eretza…

Es imposible mantener completamente actualizada la información del blog, habría que volver una y otra vez a cada sitio y, aunque tuviésemos tiempo de sobra, sería demasiado aburrido. Así que no queda otra que tener en cuenta estas limitaciones y, cuando uno se encuentre con que el ‘agradable senderito’ es una pista de cemento o se encuentra cerrado por las zarzas, o que del ‘hermoso castaño’ que nos debía servir de orientación sólo queda un tocón, no se acuerde de nuestros familiares directos, y piense que para los caminos, lo mismo que para las personas, el tiempo tampoco pasa en balde.


Hasta la próxima.