domingo, 21 de diciembre de 2014

Otzarreta

El Parque Natural del Gorbea-Gorbeialde comprende un extenso territorio alrededor del techo montañoso de Bizkaia. Desde Orozko hasta Otxandio y desde Zeanuri hasta Murgia, el enorme macizo y sus estribaciones nos ofrecen infinidad de paisajes diferentes, algunos abruptos y salvajes, otros bucólicos y amables, pero siempre atractivos para los amantes de la naturaleza y el monte.

En el extremo oriental del Parque, el alto de Barazar nos facilita el acceso a una amplia zona que, bajo la poderosa silueta del Gorbea, alberga por ejemplo el humedal de Saldropo y el hayedo de Otzarreta. Este último, pese a sus reducidas dimensiones, es uno de los paisajes más fotogénicos de toda Bizkaia.

Proponemos hoy una ruta circular en la que, tras un cómodo paseo por pistas, nos acercamos a presenciar la hipnótica belleza del hayedo, para internarnos después por parajes más montañeros, hasta desembocar de nuevo en la carretera.               

                DISTANCIA: 5,8 km.
            DESNIVEL: 50 m.  (610-660)
DIFICULTAD: Ninguna 2 (0-1-1) Dificultad de tránsito
ITINERARIO: circular  Inicio y final: Alto de Barazar
VIAS: Pista de cemento, senderos de tierra, carretera
ACCESOS: En coche desde Bilbao, autopista A8 dirección Donostia-San Sebastián hasta salida hospital de Galdakano. Se toma la N-240 dirección Vitoria-Gasteiz, sin ninguna desviación, hasta el puerto de Barazar. Bizkaibus A3925 Bilbao (Hurtado de Amezaga)-Ubide parada Barazar.
TRACK: Wikiloc
Más información:
Guía Cartográfica de Bizkaia mapa 64



           
Llegamos al puerto de Barazar por la carretera N-240, camino de Gasteiz, y aquí mismo nos detenemos, con los típicos restaurantes de camioneros uno a cada lado, y sus correspondientes amplios aparcamientos. El lugar no es desde luego muy atractivo pero, aparte de espacio para aparcar sin problemas, tiene otro aliciente: junto al bar de la derecha nace una pista que identificamos sin lugar a dudas gracias a un panel de madera que señala el acceso al humedal de Saldropo. Aquí iniciamos la marcha, siguiendo el camino cementado. 

Gorbea desde el camino
Cruzamos un paso canadiense, y hay que andarse con cuidado, porque en días festivos el tránsito de vehículos es casi continuo, y la vía bastante estrecha. En pocos minutos de paseo completamente llano nos aparece por la derecha la gran lomada cimera del Gorbea, con la cruz bien visible, escoltada por el airoso Aldamin. Una imagen espectacular que nos acompañará buena parte del trayecto.

Son continuos los cartelitos blancos de cuarteles de caza y cosas así, y de vez en cuando se escuchan disparos. En un claro por la derecha encontramos una cruz de señales, cartel de bienvenida al Parque y un panel informativo con un espléndido mapa. Poco más adelante, dejamos por la derecha un desvío, y por la izquierda empezamos a tener uno de esos cipresales que resultan tan atractivos, aunque no demasiado cerrado gracias a la entresaca.
Entre cipreses
Avanzamos también junto a algún bosquecillo de alerces y algunas otras especies de esas que nunca conseguimos identificar adecuadamente.  

Así continuamos hasta un cruce, donde giramos a la izquierda, siguiendo otra señal que indica hacia Otzarreta.

VARIANTE: Si continuamos por la derecha, en unos diez minutos alcanzaríamos el humedal de Saldropo, con una agradable área recreativa, si bien para volver a nuestra ruta no habría camino razonable que no fuese el retorno hasta el mismo desvío.

A campo abierto
Ahora seguimos por la misma pista en terreno completamente abierto por la derecha, con amplios pastizales tras los que reaparecen Gorbea y Aldamin, con Lekanda hacia la derecha. Al fondo se divisan las cimas de Bastelarra y Arralde, mientras por la izquierda continúan las coníferas de explotaciones forestales, con pilones de troncos cada cierto trecho. Podemos también dejar el cemento para progresar en paralelo por la hierba.

En cosa de kilómetro y medio desde el cruce anterior encontramos un DESVIO por la izquierda que ignoramos, aunque lo dejamos marcado para más adelante. Continuamos unos 300 metros en la misma dirección, y nos encontramos un pequeño parking. Unos pasos más adelante, y ya tenemos por la derecha el inconfundible y subyugante hayedo de OTZARRETA.

VARIANTE: Como resulta obvio, no podemos dejar de comentarlo: hasta aquí mismo se puede llegar en coche. Así que, si nuestro único objetivo es el hayedo y sus exquisitas imágenes, en el mismo alto de Barazar tomamos el camino que hemos venido siguiendo y, sin bajarnos del buga, estamos ahí mismo. Y es que la civilización llega ya a cualquier parte. O casi.

Como decíamos antes, el hayedo de Otzarreta es un bosque de dimensiones reducidas, arremolinado en torno a un pequeño arroyo, donde las venerables hayas muestran toda su belleza sobre un manto de hojas que se entreveran con las raíces musgosas de los árboles. Pero mejor que ponernos poéticos, unas pocas imágenes nos ilustrarán debidamente sobre la magia del lugar.









Hay unas cuantas páginas en internet con fotos mucho más logradas, y la cosa llega a ser emocionante si topamos con un día de nieblas bajas.

Pero si lo nuestro no es el kit de fotógrafo, sino el paseíto mañanero, seguimos adelante. O, mejor dicho atrás.

Entrando en el bosque
Porque ahora toca retroceder por la conocida pista hasta el DESVIO que hemos citado antes. Ahora abandonamos el camino por la derecha y tomamos un sendero de tierra que pronto se interna bajo arbolado. Por un paso que podríamos llamar puentecito atravesamos un arroyo –precisamente el que viene del hayedo- junto a una borda, y el camino empieza a subir, primero por firme más bien pedregoso, y rodeados por amplias extensiones de pinos.

Encontramos una especie de bifurcación, pero no hay que liarse, porque nuestro camino sube en una rampa recta, por donde llegamos a un pequeño alto, que es en realidad una estribación del cercano Igeltzakogana. Giramos a la izquierda por camino herboso y empezamos a descender suavemente.

Lekanda a lo lejos
Dejamos el arbolado y salimos otra vez a campo abierto, recuperando las vistas sobre Gorbea y Lekanda, ahora por la izquierda. Pronto nos metemos en un sendero que desciende, salpicado de grandes argomas de flores amarillas. El camino se bifurca, con el arroyo Zubizabal por la izquierda, pero tenemos que seguir por la derecha. Volvemos de nuevo bajo arbolado y, en pocos minutos, volvemos a encontrarnos con el citado ARROYO.  

Bajando hacia el arroyo
Salvo época de lluvias, el cauce es sumamente modesto, pero tampoco nos lo pondrá fácil, porque no hay un paso claro, y los márgenes presentan una buena franja de limos blanditos donde hundirse hasta el tobillo. De ahí que hayamos puesto lo de ‘dificultad de tránsito’. De no ser que nos apetezca vadear en plan guarrete con el agua hasta media canilla, hay que ingeniárselas para atravesar el arroyo de marras: valen ramas recolectadas por la zona, piedras (aunque no hay muchas de suficiente envergadura), o algún otro tipo de ingenio. El salto tampoco es una opción sencilla, porque hay que salvar como un par de metros. Así que los poco aventureros habrán hecho bien en irse en coche hasta el hayedo, sin más aventuras.

Suponiendo que la experiencia haya tenido el éxito esperado, habremos ido a dar con el sendero amplio y cómodo que se vislumbra en la orilla contraria. Remontamos así unos pocos metros, con un sel justo a nuestra derecha, aunque es sabido que estas demarcaciones agrícolas no son perceptibles a simple vista, sino sólo en los mapas de satélite.

Y asi, el monte, la magia y nuestras pequeñas aventuras se desvanecen de golpe, cuando llegamos a la inhóspita carretera. Giramos a la izquierda y, siguiendo unos 500 metros de arcén y asfalto, retornamos a nuestro punto de partida.

Violento final para una excursión que alguien podría calificar de extraña: cortita y sencilla en su mayor parte, con la increíble belleza del hayedo después, y una parte más montañera con su puntito engorroso. O sea, un poco de todo para pasar la mañana.

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