jueves, 9 de junio de 2011

Acantilados de Isla

El litoral del ecoparque de Trasmiera, en Arnuero, se extiende entre las rías de Quejo y Ajo (o de Castellanos), enlazando el núcleo urbano de Isla-Quejo con la playa de La Arena, conocida tanto por su belleza como por lamentables conflictos urbanísticos.

Ajeno a la presión turística que soportan los citados emplazamientos, el recorrido por esta amplia zona de acantilados nos adentra en un entorno casi salvaje y poco frecuentado, donde se siente el azote de las olas contra la roca y el paisaje barrido por los vientos marinos. No hay apenas caminos acondicionados ni señalizaciones exhaustivas, sólo impresionantes paisajes y una ruta clara que seguir: siempre rumbo al oeste.

            DISTANCIA: 3,8 kms
            DESNIVEL: 80 m. (30-110)
            DIFICULTAD: Muy Baja 3 (1-0-2)  Dificultad de orientación / tránsito 
ITINERARIO: lineal  Inicio: camping Playa de Isla  Final: Playa de La Arena
            VIAS: pista de cemento, senderos y zonas de roca
ACCESOS: A Isla, en coche, por la A8 dirección Santander salida 184 Beranga-Noja-Isla. Se toma la CA-147 en dirección a Noja, y en la segunda rotonda seguir señalización a Isla (6 km) En la rotonda siguiente, tomar la dirección Quejo-Playas de Isla. En Quejo, seguir la carretera principal atravesando el pueblo, pasar junto a la playa del Sable y edificio La Caseta, girar a la izquierda, a la derecha en la siguiente bifurcación y nuevamente a la derecha en el cruce, hasta llegar al camping.
            TRACK http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=2708444         
            ENLACES CON Antenas de IslaRía de Castellanos
            Más información: 
            http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=1476828
            Guía Cartográfica de Cantabria Mapa 4



Al lado mismo de la puerta de acceso al camping Playa de Isla encontramos un panel informativo y hay también un senderillo que conduce a la punta de Quejo Menor, que se puede explorar en unos minutos.

Tenemos que ascender la rampa de cemento que hay enfrente para llegar a una depuradora, habitualmente ruidosa y maloliente, que no obstante será el único elemento aproximadamente industrial que encontremos en nuestra ruta. Si la rodeamos por la derecha tendremos enseguida una magnífica vista, entre la vegetación, de una hermosa cala, con la punta rocosa de Vival al abrigo del Cabo Quejo.

Vival y Cabo Quejo
            Abandonando el asfalto para el resto del día, nos internamos por un senderillo mínimo que discurre por un prado en paralelo a la línea de costa, con inclinación hacia la izquierda que hace el tránsito algo incómodo. Aquí descubrimos nuevas vistas sobre la cala anterior asomandonos al precipicio. Pronto encontramos un pequeño arbolado por el que salimos a un ancho sendero de tierra rodeado de altos helechales, que comienza a ascender con decisión. La subida es potente aunque muy corta, y tenemos buenas vistas a nuestra espalda sobre Isla y Noja. Como curiosidad, aunque no lo veamos, bajo nuestros pies en la caída sobre el mar hay una gran caverna que puede observarse desde el camino junto al camping que hemos indicado al principio.

            Llegamos a un cruce en que se indica la desviación a la izquierda hacia la muy visible antena, que desechamos para seguir recto. Casi de inmediato nos encontramos con otra bifurcación (CRUCE-1), en la que continuamos también recto, dejando a la derecha el camino que nos llevaría a Cabo Quejo.

        VARIANTE: También podríamos acercarnos hasta el Cabo, para tomar después un sendero que desciende, casi al borde del acantilado, hasta el promontorio con caseta a que nos referimos a continuación. 

            Circulamos por un sendero de tierra muy semejante al que hemos ascendido antes, siempre rodeados de helechos, donde abundan las mariposas. Dejamos a la izquierda un atajo no muy visible, y poco después empezamos a descender moderadamente, el firme se hace más pedregoso y giramos hacia el mar, pasando varias curvas. Es también una zona en la que se puede encontrar manzanilla.

Atalaya junto a borda de pastores
            En una elevación hacia la que nos dirigimos distinguimos una casa de pastores. Merece la pena abandonar por unos momentos el camino y ascender este promontorio, entre piedras y argomas, para admirar el fantástico paisaje que se nos ofrece hacia el oeste: toda la línea de acantilados, dominada por la mole del Alto de Corporales, hacia el cual iremos después. Al fondo asoma también el Cabo de Ajo, la punta más septentrional de Cantabria y uno de los accidentes geográficos más notables del Cantábrico. En días de mar brava, resulta sobrecogedor sentir el romper de las olas contra las paredes rocosas bajo nuestros pies, 80 metros más abajo.

Acantilados y Alto de Corporales
 Volvemos a nuestro sendero, que ahora tomamos hacia la derecha, en dirección al citado Alto de Corporales que indica una señal. Aquí el camino remonta suavemente, dejando a la derecha varias hondonadas, algunas de cuales caen hasta el mar. Es importante no abandonar el sendero porque hay algún que otro trazado más próximo a la línea de costa que nos podría conducir a puntos poco accesibles y colocarnos en algún apuro.

            Nos adentramos en la zona denominada Tierra Freiz y, ya en terreno prácticamente llano, llegamos a una puerta, tras la cual tenemos que desechar una pista que viene por la izquierda (CRUCE-2), y que conduce al repetidor. Poco después encontramos a la izquierda una casa aislada, y el camino nos conduce de nuevo hacia el mar, teniendo por primera vez a la vista, hacia el sur, el casco histórico de Isla, hasta ahora oculto. Llegamos así a un  senderillo delimitado por una valla, al borde mismo del acantilado, en el paraje denominado La Cuerda. Desde aquí tenemos una excelente perspectiva, ahora en sentido inverso, sobre el recorrido que llevamos realizado, con la antena al fondo.

Esta sendita asciende ligeramente y nos encontramos en la base del Alto. Ahora tenemos dos alternativas: 

  • continuar por la izquierda, olvidandonos de subir al Alto, siguiendo sin más por un camino bien marcado
  • o encaramarnos a la atalaya, para lo que ascendemos por una trocha más o menos empinada, hasta una plataforma de madera. Nos encontramos así en el punto más elevado de todo el recorrido, y a la vez más avanzado sobre el mar, lo que nos hace sentir algo así como que estamos en la proa del Titanic. Desde aquí divisamos la práctica totalidad del camino ya recorrido, y lo que nos queda por andar, con Cabo de Ajo despuntando por el oeste. Por la izquierda según hemos subido (oeste) el camino desciende hasta confluir con el anterior.
VARIANTE: Desde el Alto, un caminejo nos conduce, en descenso que se diría temerario, directamente hacia la Punta Cueva Colina, el cabo donde había una caseta de pescadores, actualmente observatorio de aves marinas. Asunto poco recomendable para quien sufra de vértigo, porque descendemos unos 100 metros de frente al mar abierto y con una pendiente que quita la respiración. Si aun así decidimos bajar, otro camino nos devuelve por la izquierda a la ruta prevista. 

Vista del recorrido desde Corporales

            Poco después de la reunión de los dos trazados, recibimos por la derecha el camino que viene de Punta Cueva Colina, y poco después se encuentra otra señal (CRUCE-3), en la que hay que seguir la indicación de la playa de La Arena, desechando la dirección de la izquierda, que se dirige, tras pasar junto a una charca, hacia el barrio de Gracedo.

                VARIANTE: Si queremos podemos dar aquí por finalizada la ruta, saliendo a una carretera que, tomada hacia la izquierda, nos lleva en unos 10 minutos a Gracedo, por donde se llega sin ningún problema a pie a Quejo. Esto es especialmente indicado si no disponemos de transporte de vuelta desde La Arena.

Zona rocosa frente a Cabo de Ajo
            El camino desciende y se dirige de nuevo hacia la costa, en una zona predominantemente rocosa y muy próxima a los rompientes. Aquí la ruta vuelve a convertirse en una sendilla mínima entre rocas, y hay que aguzar la vista para descubrir unas señales amarillas que debemos seguir. Pero poco más adelante las marcas desaparecen y sólo queda seguir un camino muy estrecho que sube y baja, en apariencia sin un rumbo claro.

Bosquecillo junto a la playa
            Esta confusa ruta nos lleva de repente a un bosquete, un encinar cerrado que parece una selva, y sorprende porque en mucho tiempo no hemos visto ni un árbol. Atravesamos el bonito bosque a veces como por un túnel, y sin tiempo a más nos encontramos de golpe en las rocas de la mismísima playa de La Arena (SALIDA PLAYA). Como estamos todavía a más de 100 metros del arenal propiamente dicho, tendremos que caminar (a veces, brincar) sobre la sucesión de rocas, con mucho cuidado de no resbalar, para alcanzar nuestro destino. Como siempre que transitamos por estas zonas intermareales, hay que prestar especial atención al nivel de las aguas, porque podríamos encontrarnos al final del tramo rocoso en un punto de muy difícil salida. De forma que, de no ver claro que podamos acceder sin problema a la playa, hay que retroceder hasta encontrar un camino por la izquierda que nos conducirá a la carretera pasando junto al camping.

Salida a la playa de La Arena
        
        VARIANTE:  Una vez en la playa de La Arena, tenemos varias opciones si queremos prolongar la ruta. Una sería continuar por la carretera que pasa por el fondo del arenal en dirección oeste, que nos conduce en pocos minutos a la vecina ría de Castellanos o de Ajo, donde a su vez se inicia la ruta que ponemos arriba. Si no disponemos de transporte de vuelta, podemos también seguir la carretera hacia el este, pasando por el hotel Campomar y el camping en fuerte subida, lo que nos permite llegar al casco histórico de Isla en poco más de 1,5 km. y a Quejo en otros 2 kms. adicionales.

            La ruta no resulta exigente por su longitud, muy moderada, ni por su desnivel, pero como hemos ido describiendo presenta algunas dificultades que lo pueden hacer algo engorroso. Hay posibilidad de caminos alternativos, o variantes para tomar perspectivas diferentes aunque, de no conocer bien la zona, es preferible andarse con cuidado en los puntos más expuestos del acantilado. Y desde luego, nunca hacerlo en condiciones meteorológicas adversas. Hechas estas precisiones, el recorrido, realizado con calma, merece realmente la pena por su ubicación en un entorno natural con excepcionales panorámicas.

            Y como recomendación, a modo de recompensa: en la misma playa de La Arena –donde ya han desaparecido los edificios objeto de polémicas urbanísticas-, en un pequeño promontorio se encuentra el peculiar bar-terraza-lounge La Isla del Tesoro, cuyos jardines ofrecen una panorámica inigualable sobre la playa y la desembocadura de la ría.

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